La creciente del río Badillo arrasó con el balneario La Vega y afectó la fuente de sustento de las familias que por años han vivido del turismo en la zona.(Foto: Raúl López/VANGUARDIA)

“Sálganse que viene una creciente grande”. Ante el reporte del inspector José Alberto Martínez, las comunidades escaparon de la orilla para buscar un refugio alto en el cual salvar sus vidas, llevando con ellos la certeza de peder lo que por años construyeron para su sustento.

Ya tenían antecedentes de una tragedia, ocurrida en ese mismo punto hace menos de un año (ocho de junio de 2010) cuando las aguas del mismo río les arrebataron la vida a cuatro personas.

Cada vez que se avecinaba un aguacero, prendían las alarmas. “Yo estaba despierto desde las doce y media de la noche; me llamaron de arriba que venía una creciente y entonces les avisamos a los de la parte de abajo del puente”, relató ayer el Inspector, teniendo de fondo el rugido de las aguas, que años atrás inspiraron una canción de amor, pero que ayer se ‘mostraron’ amenazantes y peligrosas.

En cuestión de minutos, lo que por dos décadas ha sido un espacio turístico, que se llena de visitantes cada fin de semana, en el que decenas de familias ejercen la actividad comercial, se borró de la geografía del lugar.

“El agua pasó por encima del puente”, dijo un comerciante, mientras observaba los estragos que hizo el río en la zona.

A las tres de la madrugada, el secretario de Gobierno Municipal, Víctor Martínez Gutiérrez, fue notificado de la tragedia; entonces la noticia se regó en Valledupar y los organismos de socorro se desplazaron hacia el balneario para atender la emergencia.

El agua del Badillo entró a los patios de las viviendas e hizo colapsar el sistema de acueducto y alcantarillado, y dejó incomunicada a parte de la comunidad.

Juan Lara, coordinador municipal del Comité de Prevención y Atención de Desastres, dijo que lo que sigue ahora es realizar el censo de las familias y los daños, para proceder, en lo concerniente a la atención de las familias afectadas.

Lo que más preocupa en el Cesar, es que según lo informó el coordinador de la Oficina de Gestión de Riesgo del Cesar, Amaury Arroyo Oviedo, “las lluvias en el Cesar apenas comienzan”.

Encerrados en una isla

Mientras los habitantes de La Vega sufrían por la furia de las aguas, unos kilómetros más arriba, el mismo afluente ‘encerró’ a nueve miembros de una familia (seis adultos y tres niños) en una finca ganadera, de nombre ‘La Cueva’, situada en una especie de isla que forma el río Badillo y una acequia (El Caño de Pellito). La creciente arrasó un puente, el viaducto y frondosos árboles.

En la mañana de ayer, Dickson Quiroz, propietario de la finca, solicitó la ayuda de las autoridades para rescatar a sus trabajadores, que a aproximadamente a las nueve de la mañana fueron evacuados en un helicóptero del Ejército Nacional. Contó el ganadero que a las dos y media de la madrugada recibió la llamada del personal de la finca, avisándoles de la emergencia.

Avalancha en Donarúa

En la parte alta de la Sierra Nevada, en jurisdicción de los corregimientos de Guatapurí y Chemesquemena y otros, la preocupación es grande, debido a que se han presentado deslizamientos de tierra, hay animales desaparecidos y vías deterioradas. En horas de la madrugada de ayer un deslizamiento de tierra taponó un arroyo en el Cerro Donarúa, en la citada zona, represamiento que luego cayó al río Badillo, agravando la creciente.