Johanna Puyol • La Habana/ Ilustraciones: Falco y Amilkar

La llegada del libro digital o ebook y el progreso vertiginoso que han tenido sus soportes tecnológicos y su distribución en línea en los últimos años, ciertamente han revolucionado la industria editorial internacional y comienzan a dejar sus huellas en el mercado. El libro digital ha sido objeto de espectaculares titulares de prensa que anuncian la muerte del libro de papel y se ha convertido en la vedette de las grandes ferias del libro del mundo. Sus ventajas son numerosas para los lectores: guardarlos y desplazarse con ellos no consume esfuerzo ni espacio, no se agotan sus tiradas, sus precios son más bajos que los del libro impreso y poseen valores añadidos como búsqueda de palabras, ampliación de caracteres y diccionarios, y pueden variar desde simples textos en PDF hasta complicadas y atractivas aplicaciones con multimedia e hiperenlaces. Pero muchos editores aún se muestran escépticos ante esta nueva modalidad y se aferran a la letra impresa, desconfiados ante este universo tecnológico que cambia continuamente.

Un reciente taller sobre el tema impartido por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC) trató de esclarecer estas preocupaciones y de dotar a un grupo de editores latinoamericanos de las herramientas necesarias para aprovechar las oportunidades que brinda este nuevo campo. Con hechos y cifras claras, los especialistas Jaime Iván Hurtado y José Luis Caballero pusieron en perspectiva la situación actual del sector, destruyeron mitos y temores y mostraron caminos factibles para insertarse en la corriente digital. Estos son algunos de sus resultados.

Como premisas, algunas aclaraciones: A pesar del triunfalismo de los titulares, el hecho es que los libros en formato electrónico representan todavía un porcentaje muy pequeño de la oferta editorial y que las ganancias asociadas a su comercio no serán significativas a corto plazo. Se trata de un negocio incipiente que no exhibe fórmulas mágicas para un éxito rápido, sino que necesita de cuidadosas estrategias para el cambio de modelo y de un compromiso a largo plazo. Dicho esto, todos los actores asociados a la industria del libro (el autor, el editor, el distribuidor, el librero…) deberán saltar, si no lo han hecho ya, a este tren en marcha y enfrentar los retos de la edición digital, porque este es un proceso inevitable en el que, si no se crean un espacio propio, otros lo ocuparán por ellos.

En el futuro, dependerá del lector y de sus preferencias el predominio de una u otra forma de lectura, pero es poco probable que llegue la anunciada desaparición del libro impreso. Ya despuntan las pruebas de que los medios no se sustituyen si no que se complementan. Tal es el caso de la impresión por demanda o impresión digital (print-on-demand o POD),  una opción que un número cada vez mayor de las plataformas online de acceso y venta de libros digitales, dan a sus usuarios, y que consiste en adquirir una copia en papel que solo se imprime después de la compra por Internet. Lo novedoso de esta opción es que a través de una red de imprentas con tecnología POD de nueva generación que se extiende por varios países, se puede imprimir lo solicitado, no importa el origen del libro, en el lugar más próximo al usuario y en una tirada específica de uno o más ejemplares según el pedido, lo que disminuye el tiempo y el costo de distribución, elimina la noción de edición agotada y vuelve obsoleto el stockalmacenado.

Otra cuestión que suscita preocupación entre los editores, es cómo lograr su propio nicho frente a gigantes como Amazon o Google ebooks, que  acaparan en gran medida la venta de libros digitales en Internet. Existe una gran cantidad de iniciativas y modelos de distribución de contenidos digitales, que van desde las propias páginas Web de las editoriales y las librerías digitales hasta las plataformas implementadas por empresas de servicios para editoriales, tales como Publidisa (www.publidisa.com) una de las mayores de su tipo en Europa y Latinoamérica, a la que están afiliados cerca de dos mil 500 editores y más de cien librerías onlinede todo el mundo. Los grandes grupos editoriales han optado, por su parte, en asociarse entre ellos en plataformas propias, al estilo de Libranda (www.libranda.com) constituida por siete grupos editoriales de España: Grupo Planeta, Grupo Random House Mondadori, Grupo Santillana, Roca Editorial, Grupo 62, Grupo SM y Grupo Wolters Kluwer. Estos modelos de plataformas comerciales garantizan la protección del derecho de autor a través de tecnologías de Gestión de derechos digitales (DRM por sus siglas en inglés), como por ejemplo Adobe Digital Editions, un software que solo permite copiar seis veces el libro descargado, siempre en dispositivos portátiles diferentes previamente identificados con la identidad Adobe del usuario.

En general, aventurarse en el ámbito digital implica para los editores un cuidadoso proceso en el que, en primer lugar, deben negociar y adquirir los derechos digitales de las obras de sus autores, escoger el modelo de venta y distribución adecuado a sus intereses, cuya opción más factible es asociarse a un proyecto mayor ya en marcha; digitalizar su fondo de catálogo en los formatos más usados, como PDF o ePub; organizar sus metadatos mediante sistemas como ONIX (Online Information Exchange) que permite a las librerías virtuales y otras plataformas de distribución acceder a la información de sus libros; y finalmente establecer estrategias de marketing por medio de las redes sociales y de posicionamiento en los buscadores para hacer visibles sus libros dentro de un mar de ofertas.

Otra noción simplista que debe ser desechada, es el de la tecnología como fin, y no como medio. Los nuevos dispositivos portátiles, en especial los lectores digitales de tinta electrónica y los teléfonos inteligentes, han sido fundamentales para consolidar la demanda del libro digital y su evolución ha permitido a este independizarse de la computadora y convertirse en una opción factible y cómoda. El gigante Amazon.com, por ejemplo, anunció en abril que por cada cien libros impresos que vende, se descargan 105 libros digitales gracias a su lector digital Kindle, y que en 2011 ha vendido el triple de libros Kindle que en 2010. Por su parte Apple, con sus sofisticados iphones e ipads (teléfonos inteligentes y tabletas) vendió 600 mil libros digitales en solo cinco días después de sacar al mercado sus productos. Sin embargo, el valor fundamental del ebook es su contenido y hacia este es que debe estar dirigida cualquier estrategia de desarrollo digital. La tecnología y los modelos para ofrecer este contenido ya existen; pero la pobreza en la oferta de libros digitalizados disponibles, como sucede en América Latina, es el principal obstáculo para nuestra presencia en el sector. Los contenidos son nuestra principal riqueza, hacerlos visibles al mundo depende ahora de nuestra capacidad de innovación ante los desafíos de la edición digital.