Las cincuenta mil personas que colmaron anoche el estadio Metropolitano Roberto Meléndez se enloquecieron cuando en los altoparlantes del escenario deportivo retumbó ‘En Barranquilla me quedo’, inspiración del fallecido Joe Arroyo, el gran homenajeado y ausente de la noche.

Antes de iniciarse el espectáculo la gente, que por un momento estuvo en duda debido a la lluvia, ya había coreado por varios segundos el nombre de Joe, como si no aceptara aún que ya no hacía parte de este mundo. La misma Rosanna Lignarolo, directora artística del acto inaugural le había pedido a los presentes que cuando se escuchara la canción, que reemplazó a ‘Barranquillero arrebatao’, se pusieran de pie.

La ceremonia de apertura duró 32 minutos, exactamente el tiempo que se había presupuestado. Comenzó con la presentación de las banderas de los 24 países participantes en el Campeonato Mundial Sub-20. Siguió con una muestra folclórica que realizó un recorrido por todas las regiones de Colombia. Hubo música llanera, andina, del Pacífico y la que no podía faltar: su majestad la cumbia.

Pero fue la salsa la que electrizó al público. ‘En Barranquilla me quedo’ hizo levantar a los aficionados de sus asientos y posteriormente ‘Timbalero’, el tema que hace parte del extenso repertorio del Gran Combo de Puerto Rico.

La muestra de Carnaval no podía estar ausente, como tampoco la soberana que presidirá estas fiestas en 2012: Andrea Jaramillo Char.

La temperatura estaba iba en aumento cuando aparecieron en escena Maía, Checo Acosta y Juan Piña. Los dos últimos invitaron permanentemente al público a hacer la ola.

El cierre no podía ser más apoteósico cuando en la lona blanca que cubría el gramado del Metropolitano hizo presencia Jorge Celedón interpretando ‘Nuestra Fiesta’, el himno oficial del certamen. Celedón, antes de comenzar su actuación, recibió una sonora ovación cuando gritó: Bienvenidos al Mundial.

‘Nuestra Fiesta’ le puso el broche de oro a una velada fantástica, que fue reconocida por el propio público que terminó coreando: “Se sobró Curramba, se sobró…”.