La Habana (PL).- En la III Edición del Festival Internacional de Rumba Cubana Timbalaye de La Habana, la investigadora Berta Jottar presentó una ponencia -en vías de publicación-, sobre la rumba en el Parque Central de Nueva York. Para conocer detalles de ese fenómeno timbero «en la selva de asfalto» conversé con ella en el Hotel Inglaterra, frente al Parque Central de La Habana.
Crecí en la capital mexicana, refiere. Mi padre era un pescador cubano y mi mamá una mexicanolibanesa, pero resido actualmente en Nueva York.
-¿Cómo llega allí
-En los 80 del siglo pasado viví un tiempo en Tijuana y San Diego, en la frontera, donde colabore artísticamente con el Taller de Arte Fronterizo/Border Art Workshop y estudié Ciencias de la Comunicación. De ahí pasé a Nueva York, donde termine el doctorado en Estudios sobre Perfomance en la Escuela de Arte de la Universidad neoyorquina .
-Cómo fue su enuentro con la rumba cubana?
-En México. Trabajaba en la televisión cultural y el director de nuestra serie tocaba rumba en el Parque Central neoyorquino. En 1994, cuando desembarqué en esa ciudad, el primer domingo llegué hasta el Central Park (CP), exactamente en la calle 72, lado oeste, frente al lago, junto al puente de arco.
Es un lugar de una bella vista, desde donde se observa el edificio «El Dorado» y el Dakota con su imagen victoriana, donde vivía John Lennon. Allí asistía frecuentemente el percusionista del conjunto Casino, Patato Valdés.
-¿Quiere decir que el lugar resulta muy cubano?
-Aquello está lleno de cubanos rumberos, aunque es un evento cultural conocido internacionalmente, y representativo de la diáspora afrolatina de Nueva York. Músicos, aficionados, académicos, artistas -miembros de las diferente comunidades afrodescendientes (caribeños, latinos y latinoamericanas)- conforman el ambiente de la rumba todos los domingos de cada verano. Pero la rumba se mantiene abierta, es callejera, como siempre ha sido.
-¿Existía un antecedente?
-Ya desde los años 50 se concentraban varios círculos de percusión en espacios públicos compuestos por puertorriqueños, afroamericanos y cubanos emigrantes. Esto acontecía en el Bronx, El Barrio, en Brooklyn y en Washington Heights.
Sonaban varios ritmos pero la rumba era el sonido hegemónico, dominaba el ambiente. Dicen que ya a finales de los 50, Julito Collazo, Patato Valdés, Juan Dreke y otros cubanos se sentaban en Central Park.
Desde 1936 se había colado la rumba «con lentejuelas» en los cabarets con Desy Arnaz, Panchito Riset, Eliseo Grenet y Miguelito Valdés. Después llega el rey Chano Pozo que pone la rumba en la cima del mundo.
-¿En la década de 1960 hubo otro aire rumbero?
– Dado el contexto del movimiento de los derechos civiles, durante los años 60 la rumba y la tumbadora se convirtieron en símbolos de identidad y orgullo cultural para los afrolatinos, particularmente para aquellos newyorriqueños (primera generación de puertorriqueños nacidos en Estados Unidos) que conformaban la mayoría en el CP.
Esta «fiebre del tambor» continua hasta los 70, cuando la rumba recrea allí un espacio autónomo sincronizado con el movimiento independentista puertorriqueño. Según Félix Sanabria, tamborero newyorriqueño, tocar las congas era el equivalente a lo que es ahora el hip-hop.
-Cuando estuve en Nueva York, supe que el alcalde Giulliani había prohibido los encuentros rumberos de 1999 al 2000, antes de la caída de las torres gemelas, en la limpieza que quiso hacer de la gran ciudad?
-Cuando Rudolph Giuliani (1994-2001) implantó su política de «Cero Tolerancia», este acontecimiento cultural inició una etapa de confrontación directa con la policía y agentes encubiertos de la ciudad. Llegaban a pie, a caballo, en bicicleta, motocicleta, o patrulla con órdenes de suspender la rumba, y siempre en respuesta a la llamada «anónima» de un vecino quejándose del «ruido» que emanaban los tambores.
Los oficiales argumentaban que, si los músicos querían continuar tocando su rumba, tenían que obtener el permiso de zona «Special Events Permit» (Permiso para Eventos Especiales).
A diferencia de Cuba, la meca de los tambores en América, la rumba en Nueva York esta en un «limbo legal» al no poder adquirir este permiso. Su prohibición en el Central Park es un buen ejemplo para entender la política racial promovida por la administración de Giuliani y su iniciativa de «Quality of life» (Calidad de Vida).
De hecho, la «Cero Tolerancia» contra la tumbadora es un desdoblamiento de las leyes de prohibición contra los instrumentos de jazz en Estados Unidos durante la Ley Seca. Estas leyes de Cabaret de 1926 definían el sonido de los instrumentos de jazz como «ruido no razonable»
. Asimismo, la ideología que relaciona el sonido de un tambor con una «conducta desordenada» se manifiesta ya dentro del «Código Negro» (Black Code), legislación de la época colonial del sur de Estados Unidos que, por miedo a las rebeliones antiesclavistas, prohibía los tambores africanos y la congregación de esclavos sin la presencia de su amo.
Un ejemplo concreto sobre la relación que tienen los tambores con la resistencia cultural es la bien organizada revuelta de 1811 que se dio durante el carnaval cuando los «freedom warriors» (guerreros por la libertad) entraron a New Orleans con sus banderas y sus tambores sonando (Roach, 253).
La prohibición del tambor africano también encierra su poder mágico y espiritual, su poder de invocación. Y asi es comoe la rumba en el CP invoca a la reunión de todos los afrodescendientes de la ciudad y aquellos que se identifican con la diáspora afrolatina.
-¿Dónde viven los rumberos cubanos?
-Muchos viven en el Bronx, El Barrio (Spanish Harlem), Lower East Side y Union City, Nueva Jersey.
-¿Hay choques raciales o nacionales?
-No hay choques, ni odios. La «Cero Tolerancia» ha unificado aun más a los integrantes de la rumba. La rumba se ha convertido en un círculo de unión por la misma causa latina. Tratamos de mantener limpia la zona, llevando bolsas de nylon, y nunca dejamos de ir para no perder el espacio.
-En una de mis visitas a Nueva Jersey supe de un movimiento rumbero.
-En Unión City, en la calle 14 y Summit Ave., desde 1994 se gestó «La esquina habanera,» restaurante bar para recordar a Cuba, precedidos por San Lázaro y Santa Bárbara. Este es el otro lugar oficial donde paran los rumberos/as de La Habana como Amado Dedeu, Pancho Quinto, El Negro, El Gato, entre otros, están a punto de abrir un centro cultural dedicado al folclor afrocubano.
-¿Qué más está haciendo con el tema de la rumba cubana?
-Este año publicaré tres ensayos académicos más sobre la rumba en Nueva York, uno aquí mismo en la Habana para la nueva revista de rumba «Timbalaye,» y otros dos que aparecerán en Puerto Rico en una compilación de rumba y bomba.
También sigo trabajando en mi documental sobre la historia de la rumba tradicional cubana en el Parque Central de Nueva York. La rumba no se detiene, suena y suena, camina y camina por el mundo.
ag/rfl
*Periodista cubano. Colaborador de Prensa Latina

