Por José Atuesta Mindiola *

Los años de 1960 fueron los tiempos dorados de futbol en La Paz. Los jóvenes vivían la ilusión de pertenecer al equipo oficial del Municipio para participar de los campeonatos que se organizaban en Valledupar o para viajar a otras ciudades invitados a encuentros amistosos. Los fines de semana no eran las parrandas, las casetas, ni los billares que concentraban la atención de los jóvenes, era la fiesta del futbol. La juventud se deleitaba en el adagio: mente sana en cuerpo sano.
Algunos aficionados iban a ver los entrenamientos. Uno de los jugadores de mayor atracción era Desiderio López, quien se había ido a estudiar a Argentina y regresó fue hablando y jugando futbol; pero también tenían sus fanaticadas, entre otros, José Francisco ‘Pachito’ Mejía, Abad ‘Popo’ Zuleta, Alcides Araujo, Gustavo González, Joaquito Araujo, Javier López y José Abraham Atuesta Zuleta, conocido como Atuestica.

Atuestica, de baja estatura, de gran habilidad para la gambeta y sutileza para cabecear; era el armador del equipo. Un David de la cancha. De pocas palabras, pero habla con el balón en los pies. En aquella tarde del diez de julio de 1965, el equipo Deportivo Robles de La Paz practicó con el entusiasmo de siempre porque el fin de semana le tocaba jugar en Valledupar; al borde de la dieciocho, cuando Atuestica buscaba un remate de gol, recibió de un defensa un fuerte balonazo en el pecho, que lo dejó sin aire. Por causas del golpe se retiró del partido, silencioso se fue y se acostó en la casa de su abuela y jamás despertó. En honor a su memoria, los jugadores y la dirigencia deportiva de La Paz decidieron bautizar el campo de futbol: “Cancha José Abraham Atuesta”.
Evocando esos hermosos tiempos, Eduyar Guerra Zuleta, primo y hermano de crianza de Atuestica, comenta: “La Paz era un pueblo tranquilo, el futbol era una pasión. Los habitantes tenían como sustento básico la agricultura y la ganadería. Y por supuesto, ya eran famosas las almojábanas. Pero el pueblo, además del crecimiento normal, su población aumentó por la llegada de gente de otros lugares, y los dirigentes políticos no crecieron en su visión futurista de crear nuevas fuentes de trabajo; y este profundo desempleo produjo lo que todos conocemos, el arriesgado negocio de los pimpineros vendiendo gasolina venezolana en casi todas las calles del pueblo”.

ATUESTICA, EL FUTBOLISTA
I
José Atuestica Zuleta
era mi hermano mayor,
de su equipo el armador
diestro para la gambeta.
Siempre el arco fue su meta
para meter el balón;
atleta por vocación
con resistencia tenaz,
y en ese tiempo en La Paz
el futbol era pasión

II
Jugadas de sutileza
con el balón en los pies,
y muchas veces lo fue
artista con la cabeza.
Con singular fortaleza
él siempre se destacó;
tal vez mi hermano soñó
con el partido siguiente,
pero se quedó pendiente
porque jamás despertó.

III
En esas tardes de sol
hubo bonitos encuentros,
Atuestica hacia el centro
y Pachito metía el gol.
Tiempos de ayer de arrebol,
ya se fueron esos días,
de fiesta de algarabía,
se juagaba con pasión,
y para ser campeón
nunca se hizo picardía.

*José Atuesta Mindiola|EL TINAJERO|El Pilón
**Mi nuevo email. joseatuestam@hotmail.com