En la casa de un vecino mamador de gallo, a tres casas de la suya, John Jairo Sayas Díaz, El Sayayín, grabó su primer tema musical el 12 de junio de 1995. La composición no contó con el auge de aquellas canciones que años más tarde lo hicieron célebre en el mundo de la champeta, pero para Pedro Gómez, propietario de aquel inmueble, se trató del primer gran paso del artista hacia su prodigiosa consolidación.
El Escándalo, o La Cadenita, como fue bautizada la canción por los amigos más cercanos de el Saya, nació de la inspiración del artista cartagenero, que en aquel entonces veía con ojos de preocupación las andanzas de un primo, al que en el barrio Olaya Herrera conocían como el Kiko.
“El Saya tenía un primo, al que quería mucho, pero que lastimosamente no andaba en los mejores pasos. Recuerdo que cada rato le decía: -“Kiko ponte pilas, deja de andarte metiendo en líos”, hasta que se le dio por escribirle una canción”, dice Pedro Gómez, sentado en una silla plástica, ubicada en el patio de su casa, la misma en la que en 1995 el Saya diera sus primeros pasos.
Entre chistes y una que otra indirecta, poco a poco fueron surgiendo las primeras líneas de la canción. “Kiko, Kiko, devuelve la cadenita Kiko”, replicaba el Saya por los pasillos de su casa, pero sobre todo, cuando estaba cerca de su primo. De esa forma, el artista cartagenero buscaba demostrarle a su ser querido, que las pertenencias ajenas había que respetarlas, y que la música era el medio que utilizaría para convencerlo.
Así, bajo esa consigna, pero sin las ayudas tecnológicas para hacerlo, el Saya tomó la decisión de grabar su primer tema musical. Solo con la ayuda de una grabadora marca Sankey, con un casete que había sido barrado varias veces, y sin la ayuda de un micrófono, consiguió lo que, más allá de un capricho, llegó a convertirse en una obsesión.
“Me acuerdo que ese día llegó a la casa y me dijo que ya estaba listo. Se metió por el lado del patio, y se sentó mientras yo organizaba las cosas en la sala. Como a los 15 minutos, lo llamé para que empezáramos a grabar”, recuerda Gómez.
En la sala de la humilde vivienda, el Saya se sentó en un banquito de madera y se ubicó a la menor distancia posible de la grabadora. Después de hacer una que otra mueca, de las que aseguran sus amigos solía hacer, arrancó con todos los hierros.
“Como no teníamos micrófono tenía que cantar cerca de la grabadora, pero tampoco tan pegao, porque después se escuchaba fea la vaina. Probamos varias veces, hasta que consideramos que había quedado bien”, afirma Gómez, invadido de nostalgia.
La Cadenita empezó a convertirse en un tema de conversación obligatoria entre el grupo de amigos de el Saya. Existía gran controversia, pues muchos consideraban que la canción era algo ofensiva, pero el Saya no lo veía de esa forma.
“Esa dichosa polémica no duró mucho, porque lamentablemente al primo de el Saya lo mataron al poco tiempo, en medio de un problema, que honestamente prefiero no recordar. Lo cierto es que cuando eso pasó, la gente del barrio no volvió a tocar el tema, y la canción quedó casi que en el anonimato”, concluyó.
Con el capítulo de La Cadenita casi en olvido, John Jairo fue consolidando paso a paso su vertiginosa carrera musical. Empresarios de la champeta como José Quessep, Yamiro Marín, Jesús María Villalobos, entre otros, se disputaron la adquisición de los derechos musicales del artista, que llegó a firmar con una disquera de talla internacional, como Sony Music.
El Saya será recordado entre otros aspectos, porque fue el primer cantante de champeta que tuvo su propio carro y que se dio el lujo de tocar un género de barriadas en Los Estados Unidos. En medio de tantos logros, John Jairo Sayas Díaz, allegados, amigos y familiares no olvidarán detalles como el de La Cadenita, una canción, que aunque casi anónima, compuso y grabó a dos casas de la suya.
Por Israel González Díaz|El Heraldo

