Las comunidades indígenas del Cauca están resueltas a defender su territorio y sus Planes de Vida. Hastiados de una guerra que parece no tener fin, cansados de 500 años de ignominia -primero de los verdugos europeos y después de los criollos- se dispusieron a hacer uso de derechos consagrados en la Constitución para exigir el retiro de todos los actores armados generadores de violencia en su territorio; quieren mostrarle al país un camino hacia la paz y la convivencia
El Cauca ha sido tradicionalmente una zona de conflictos agudos y diversos como diversos son los grupos humanos que habitan el departamento. El norte es de mayoria indígena, del pueblo Nasa, afectados por la voracidad y violencia de los terratenientes; en la costa Pacífica están los afrodescendientes y al sur, en la bota caucana, están los campesinos-colonos. Son todas regiones excluidas, marginadas, secularmente abandonadas por un Estado que sólo hace presencia militar. Las organizaciones indígenas se han desenvuelto en medio de graves conflictos por la tierra y casi todos los grupos armados que han existido en Colombia han pasado por allí, dadas las características geográficas de la región. Sin embargo, desde siempre, las comunidades indígenas han reivindicado su derecho a mantenerse al margen de cualquier confrontación porque la guerra les es ajena. La solución de sus conflictos y la superación de sus problemas los asumen de acuerdo con su cultura ancestral que es de diálogo y paz. Ni el gobierno departamental ni el nacional han querido comprender la concepción de la vida y del territorio de estos pueblos, pesan más los intereses de grupos dominantes, transnacionales mineras, terratenientes, narcotraficantes o politiqueros de profesion. Tampoco se reconoce su capacidad de organización y de movilización que en varias oportunidades ha permitido la liberación de secuestrados. Identificar a los indígenas como actores de la guerra es un acto de mala fe o de ignorancia total de lo que significa una tradición de lucha y de resistencia. Es posible que haya indígenas en las filas insurgentes o entre los paramilitares, así como hay traficantes y corruptos en las fuerzas armadas sin que comprometan la institución.
En carta a los actores armados la autoridad indígena dice:”…iniciamos caminar hasta donde están atrincherados los grupos y ejércitos armados para decirles de frente que…se vayan, que no los queremos, que nos cansamos de la muerte, que están equivocados, que nos dejen vivir en paz..” Esta decisión de la Guardia Indígena es justa y es legítima, ajustada a derecho y políticamente es un sano ejercicio de resistencia civil ante la violencia, digno de imitar en el resto del territorio nacional. Su expresión es diáfana, por eso es inaceptable que muchos medios de comunicación, en actitud poco rigurosa, se refieran a los indígenas de forma despectiva y asuman actitudes claramente racistas y denigrantes; le hacen eco a mediocres analistas y a militares que los califican de salvajes y terroristas. Fue notorio cómo se esmeraron por despertar la compasión frente a las lágrimas del sargento obligado a desalojar. Como bien comentó una indígena:”Nosotros llevamos siglos llorando nuestro dolor y la humillación de la codicia en nuestros territorios”, sin que sean muchos los conmovidos, habría que agregarle
La situación en el Cauca es muy tensa y la confrontación no cesa. El presidente Santos, en reciente visita y desde la soberbia del poder, amenazó con más ocupación militar. La respuesta indígena fue: “Y para que vino?, los anuncios de más guerra hubiera podido hacerlos desde Bogotá”
Es lamentable que el Estado central sea incapaz de leer la compleja situación de estos pueblos originarios, invocar la autoridad para ganar legitimidad es equivocado como lo es tambien ignorar estos espacios de dignidad tan escasos en Colombia. Desconocer la voluntad de paz de los indígenas es una torpeza porque es una expresión que viene de pueblos originarios que por siglos han resistido a la injustica y al despojo. Su actitud es digna de ser imitada a ver si por fin encontramos el camino para salir del callejón ciego al que nos ha llevado la confrontación
El Cauca refleja el cansancio del pueblo colombiano con un conflicto que debe terminar. La resistencia indígena es un grito de paz, para decirle a las élites colombianas que el camino a la paz es el diálogo y la negociación política, y que ellos están dispuestos a iniciar ese proceso.
*Imelda Daza Cotes|El Pilón

