El Festival fue pensado y creado por un grupo de personas o personajes que, con el ánimo de promocionar la región, buscaron lo que más la identificaba y armaron una fiesta a la que le dieron cuerpo, identidad, continuidad.
Entre tanto, el Carnaval no tiene artífice en particular. Nació del pueblo, se dio casi que espontáneamente, creció y –como el mismo pueblo– se volvió un monstruo de mil cabezas que requirió de una organización.
Sin embargo, uno y otro se convirtieron en la expresión máxima de la ciudad en donde se desarrollan, elevando el nivel cultural de las expresiones que albergan, trascendiendo fronteras no imaginadas, abriendo horizontes, posibilitando que el folclor se exprese y tenga escenarios dignos, masificándose y, si se quiere, también elitizándose, en algunos instantes, para poder subsistir.
Quienes no conocen el Festival Vallenato, y aún quienes lo conocen pero lo atacan porque llevan una carga de resentimiento y envidia contra quienes lo han mantenido y elevado al nivel que hoy está, se olvidan de que el primer logro que obtuvieron sus creadores, y con ello Valledupar, el Cesar y el mismo vallenato, fue que esa música de patios se introdujera en los más altos sectores sociales, tal y como se tocaba y cantaba en el Cesar 50 años atrás. El segundo logro, que a veces me duele reconocer, es que lograron convertir el vallenato en la música de Colombia para el mundo, desplazando a mi adorada cumbia. Y el tercer, convertir la música de caja, guacharaca y acordeón en una música que une a un pueblo, a una región, a un país, y de la cual ya nadie siente vergüenza de cantarla, interpretarla o escucharla.
Y más allá de todo eso, gracias al Festival de la Leyenda Vallenata, la capital del Cesar tiene en abril protagonismo mundial y la dinamización máxima de su economía. En época de Festival, los hoteles no alcanzan para albergar a los visitantes; los taxis son insuficientes; los restaurantes no dan abasto, no hay meseros para atender tantas fiestas, los grupos vallenatos trabajan como locos, a los empresarios no les da miedo montar bailes en donde presentan las mismas nóminas y competir con los artistas internacionales que presenta la Fundación, cuyo escenario exclusivo para eventos musicales, que no tiene Barranquilla, muchas veces resulta pequeño.
Empeñarse en comparar el Festival con el Carnaval es negar que quienes lo crearon y lo han mantenido, han tenido muchas veces más capacidad de gestión y audacia que los dirigentes barranquilleros, porque han logrado aportes millonarios del Estado y del sector privado, por cuanto han sabido ‘vender y administrar’ la riqueza cultural que ello representa. Dichosos los vallenatos que han tenido en la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata y en su clase dirigente a unos verdaderos gestores y relacionistas que trabajan en provecho de su cultura musical.
Pero lo benéfico de todo es que hay que ver que cada año más y más niños y niñas, jóvenes y adultos hacen hasta lo imposible por participar en el Festival. Cada año más extranjeros osados, diría yo, se atreven a inscribirse para batirse en duelo en los distintos escenarios donde se desarrolla el Festival, con entrada gratuita y el montaje técnico y logístico pagado por el Festival. Cada día son más los compositores que envían canciones de calidad, aunque las disqueras no crean que sean comerciales.
El Festival no podía seguir desarrollándose en la emblemática Plaza Alfonso López, que quedó pequeña para tantos amantes de esta música, y gracias a una gestión envidiable, consiguieron un escenario que es un templo del vallenato y un orgullo para el país. También consiguieron que el Gobierno Nacional financiara el proyecto de la visionaria Consuelo Araújo.
¿Cuál es el pecado?, ¿por qué unos fiscales de afuera van ahora a enviar a la cárcel a un alcalde que entendió que los políticos no pueden, no saben, no están para hacer grandes cosas en el campo cultural, en un pueblo con mil necesidades? Con argumentos con los cuales se detuvo al exalcalde, la Fiscalía va a tener que detener a un alcalde de Bogotá porque entregó a un particular un terreno público para hacer la Biblioteca Julio Mario Santo Domingo!!!
Ojalá los habitantes del Cesar cierren fila en torno a su Festival, y se pellizquen porque lo que se ve venir con los perversos ataques de unos cuantos malquerientes es un ‘réquiem aeternam dona eis’ en una Missa defunctorum, dizque reivindicando para el pueblo lo que toda la vida ha sido del pueblo: su Festival Vallenato, que hoy, junto al Carnaval de Barranquilla, muestran la gran riqueza musical y folclórica del Caribe.
Ojalá estos nefastos inquisidores de la verdad entiendan que lo que han hecho los Molina desde la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata; como igual hizo Fanny Mickey por el Festival Iberoamericano de Teatro; Sonia Osorio, por el Ballet de Colombia; doña Tera Pizarro, por el Reinado Nacional de Belleza; Israel Romero, por el Festival Cuna de Acordeones de Villanueva, y otros más que trabajan con denuedo para defender, promover y difundir nuestra identidad cultural, y entiendan que su ‘gran pecado’ ha sido dignificar la expresión cultural de una región, la de Padilla, porque gústenos o no, fue Consuelo, junto a López, Escalona y García Márquez, los que se ‘inventaron’ el Festival Vallenato, tan grande como mi Carnaval.
Por Patricia Escobar/El Heraldopatriciaescobarjaramillo@hotmail.com
