
La historia de las sociedades ha tenido un soporte importante en la música y según su desarrollo en el tiempo, el diario acontecer y la época, han surgidos variados géneros fundamentados en razones individuales, del entorno y los acontecimientos que ejercen influencia decisiva en la creación artística, tal es el caso del maestro Antonio María Peñaloza Cervantes (1916 – 2005), apóstol y genio del folclor musical costeño, quien desde sus años juveniles la asumió con ilusión, cuando ésta aun era discriminada en fiestas de postín.
Antonio María Peñaloza
A propósito Alfredo de la Espriella dice que por los años cincuenta, en Bogotá se le ocurrió a un barranquillero nato y neto, Pascual Del Vechio, alquilarle la estación “La voz de la Víctor”, un espacio para difundir nuestra música denominado “La Hora Costeña”, el que financian con propaganda del propio almacén Pascual.
Quienes animaban esta fiesta dominical eran José Barros y Antonio María Peñaloza, “Tres musiquitos” a juicio de críticos de entonces, quienes integraban una orquestica, que no se podía llamar tal, a la cual se unió otro jovencito del Carmen de Bolívar, Lucho Bermúdez . Alli conoció a la que sería su esposa y voz brillante de su orquesta cuando, su carrera logró alcanzar la cima de la popularidad: Matilde Díaz .
La mala suerte del trío remata con el “Tatequieto”, que a través de su columna en El Tiempo les da Calibán (Enrique Santos Montejo). Él se vino lanza en ristre con el programa de estos costeños. Reclamándole a “La Vos de la Víctor”, cómo era posible que una emisora de su prestigio y categoría, le faltara la consideración de su vasta audiencia capitalina tan respetable, auspiciando un programa con esa música para “negros”. Hasta ahí llego la “Hora Costeña”.
Considero importante referirnos al maestro Peñaloza por su obra musical y además por haber vivido en esta ciudad, vinculado al departamento del Cesar como Coordinador de Música de la Casa de la Cultura “ Cecilia Caballero de López”, siendo director de la misma Álvaro Castro Socarras. De sus alumnos más brillantes mientras permaneció allí, podemos citar a Andrés “El Turco” Gil. En ese periodo, con su proverbial sencillez, además de brindar amistad a todos, estuvo abierto a compartir sus conocimientos en charlas informales y cursos dirigidos a la formación de niños y jóvenes en solfeo, piano, acordeón y guitarra. Severo y exigente profesionalmente, sus juicios y críticas eran tenidos en cuenta en el ámbito musical. Fue profesor del gran saxofonista Justo Almario.
La fundación Cultural Nueva Música financió la obra titulada “Peñaloza en Tono Mayor”. Escrita por Adlai Stevenson Samper. El Maestro Peñaloza pasó sus últimos años como profesor de la Facultad de música de la Universidad del Atlántico.
Reconocido como compositor, arreglista y trompetista, nació en Plato (Magdalena). Su infancia trascurrió en Ariguaní (Cesar), donde aprendió a tocar la caja, Era una caja grande de madera donde guardaban antes en las tiendas de los pueblos, la manteca y el petróleo. En 1930 inicia con el músico Andrés Ospino, estudios para la ejecución de la trompeta. En Aracataca estudia con el músico Rafael Acosta, tío de Lucho Bermúdez. De allí viajó a Ciénaga como integrante de la banda de Dámaso Hernández.
Una decepción amorosa lo lleva a Barranquilla en donde ingresó como trompetista de la Banda Departamental del Atlántico. Llega a Bogotá en 1940, donde además de estudiar música, trabaja con la Banda Nacional y la Orquesta Sinfónica Nacional.
En una tertulia – reportaje realizada en el año 1998 al nonagenario personaje, músico que llenó de prestigio, admiración y respeto el pentagrama del Caribe Colombiano, con asombrosa lucidez recordó de “pe a pa” los pormenores de la grabación de “Te Olvidé”, el poema del español Mariano San Idelfonso, con cuyo arreglo musical en ritmo de garabato tuvo mucho éxito. Comenta el Maestro Peñaloza que Sal Ildefonso sabía que era arreglista musical. “Me mostró varios poemas para que les pusiera música. El único que me gustó fue “Te Olvidé”, los demás eran “malucongos”. Decía que en la música española hay ese revés de la medalla del anverso de la vida. Le hice algunas correcciones”. La letra dice así.
“Yo te amé con gran delirio / de pasión desesperada/ te reías del martirio/ de mi pobre corazón/ y si yo te preguntaba el por qué no me querías/ tu sin contestarme nada/ solamente te reías/ destrozando mi ilusión.
Te pedí que volviera a mi lado/ y en vano tantas veces te rogué/ que por haberme tu burla ya curado/ te olvidé.
De la vida que tuviste/ al fin se que te has cansado/ y ahora ya quien está triste/ es tu pobre corazón/y aunque digas que me quieres/ ya de ti nunca me fio/ pero aunque te desesperes/ ahora soy yo quien me río de tu desesperación.
Las correcciones que quiso introducir fueron:
Ahora soy yo quien se ríe de tu desesperación/ Yo de ti nunca me fío (el original decía: ya de ti nunca me fío).En el momento de la grabación introduciría las correcciones, pero el cantante Alberto Fernández cantó la letra original. No fue posible corregir; en esa época cuando se “prendía el bombillo rojo”, la grabación iba hasta el final.
Adlai Stevenson Samper, su biógrafo, dice que “Te Olvidé” fue grabado con un combo que dirigía el mismo Peñaloza, quien hizo ese inolvidable solo de trompeta que identifica a la versión original, con el respaldo rítmico del trío panameño de jazz Set Rose Cerro; en la segunda trompeta el cucuteño Jorge Jiménez (Cantabonito), apodado así por la belleza de su toque. Para la grabación del tema alquilaron los estudios de “La Voz de Colombia”, ubicado para entonces en la carrera 8 con calle 17, en Bogotá.
La canción fue estrenada en Cartagena para las fiestas del 11de noviembre de 1953 y el producto se vendió como “pan caliente”. En Barranquilla al año siguiente con la fiesta currambera. Composición que como Joselito Carnaval se sacude la ceniza y la maicena para revenderse en el siguiente carnaval. Julio Oñate Martínez, coleccionista y estudioso de la música vallenata y caribeña, dice que la primera grabación de “Te Olvidé” se hizo impresa en disco de acetato, del cual él conserva un ejemplar.
La importancia de esta creación para la Costa Caribe es indiscutible. Peñaloza decide arropar con ritmo de carnaval la letra que le enseñó un sueño que desde niño tenía en su mente, mientras acariciaba la tumbadora y tocaba la trompeta. Quienes lo han estudiado más a fondo, consideran que por primera vez la orquestación de un disco se adapta a un ritmo extraído de las manifestaciones de las danzas del carnaval, que llegaban a Barranquilla de los diversos pueblos del Rio del Magdalena a hacer presentación en esta fiesta, ejecutando variados ritmos: congos, pajarito, chandé, tambora, garabato. El tomó de los tamborileros las generalidades para su arreglo.
El compositor Juan Carlos Rueda, quien hizo la música para la película “El Último Carnaval”, dirigida por Ernesto McCausland, escogió “Te Olvidé” como “la canción para realizar sobre ella variaciones sinfónicas y acompañar las diferentes escenas de la película: las de suspenso, ternura, alegría, jolgorio, por su riqueza melódica y armónica”.
Su obra musical es amplía y reconocida. Además de “Te Olvidé” en múltiples versiones de músicos y orquestas nacionales e internacionales, crea otras canciones de gran valor artístico y musical interpretadas por los grupos musicales de danzas y cumbiambas, a partir de las versiones, entre otras, de Totó La Momposina, Joe Arroyo, el Checo Acosta. Sobre el relato contenido en unas de sus composiciones, “Mátese media vaca” fue catalogada por el fallecido presidente Alfonso López Michelsen como una especie de “Cien Años de Soledad” condensada en tres minutos.
Su excentricidad lo llevó al manifestar su última voluntad: que cuatro caballos negros y cuatro blancos jalaran un coche con su ataúd. Al morir fue consultada sobre este particular una de sus hijas, la condesa Rosa Peñaloza Santuchi, quien manifestó que se cumpliera con lo que su padre había pedido en vida.
Y retomando a su biógrafo, quedémonos con el guapirreo muy sentido y pleno de referencia a su ancestro geográfico y a su pasado musical conque inicia el diálogo responsorial de la trompeta del Maestro Peñaloza y la irrupción de su voz ronca y emocionada dando vivas al carnaval y a la danza del garabato, para finalizar con la repetición del estribillo: “Te Olvidé, te olvidé, te olvidé…
Ahora soy yo quien se ríe de tu desesperación/ Yo de ti nunca me fío (el original decía: ya de ti nunca me fío).En el momento de la grabación introduciría las correcciones, pero el cantante Alberto Fernández cantó la letra original. No fue posible corregir; en esa época cuando se “prendía el bombillo rojo”, la grabación iba hasta el final.
