Por: Luis Napoleón de Armas P.
Caminante no hay camino, se hace camino al andar, viejo aforismo. Siempre vivo oteando el caminar de la institucionalidad, sus desvíos de la vía correcta, escuchando, también, el traqueteo de sus andanzas. La misión de un columnista es poner sobre el tapete de la opinión pública, las agendas públicas y las privadas, si estas afectan a la sociedad civil. Reconocer cuando haya que hacerlo, sin lisonjas, ni necios manoseos, ni cálculos preconcebidos, y denunciar con valor y sin tapujos, cuando sea meritorio. Conozco por dentro al municipio de Valledupar, fui secretario de Planeación; sé que hacen y que dejan de hacer los alcaldes y porqué. Si uno hace un recorrido por la ciudad, observa que su progreso se paralizó y sufre elefantiasis; su crecimiento es desbordado demográfica y urbanísticamente, pero su deterioró, en muchos de sus servicios, en valores, en infraestructura, en seguridad, en movilidad, en inversión per cápita y empleo, para citar solo algunos indicadores, son inverso a ese crecimiento. Valledupar parece un sepulcro blanqueado, la audiencia de su procesión crece a día. Una pregunta obvia es, ¿qué han hecho sus alcaldes en los últimos 15 años? ¿Por qué, sin incrementar la inversión social, ha crecido el déficit fiscal? ¿A dónde fueron a parar los recursos del erario? En desempeño fiscal, este municipio ha sido un paria en los últimos años, la crisis financiera ha venido creciendo como espumas; los embargos al municipio no paran y un ajuste fiscal le espera. Hay que ponerse en el pellejo de Fredys Socarrás para saber cuán difícil es caminar cuando se está atado. Pero en medio de esta crisis heredada, hay que reconocer que los esfuerzos que se están haciendo en esta materia, son alentadores; para 2010, Valledupar ocupó el 30° puesto, a nivel nacional, en desempeño fiscal; en 2008 fuimos 210, en el 2010, alcanzamos el 30°, con un desempeño del 84.63 y 4° en el Caribe. ¿Se podrá mantener esta tendencia, con una capacidad de endeudamiento saturada?. Confiamos en que el alcalde Socarrás lo logre, fortaleciendo la eficiencia fiscal. El buen desempeño fiscal permite un aumento en la capacidad de ahorro y endeudamiento para apalancar nuevas inversiones, causales de los menores niveles de pobreza.
Igual puede decirse de la UPC; hay que reconocerle a su rector Jesualdo Hernández, que lo está haciendo bien. La UPC era la cenicienta dentro del concierto de las universidades públicas del país, pero en un tris pasó del vergonzoso último puesto al 11. Estos saltos cualitativos no son espontáneos y más bien, se corresponden con el trabajo de su gestión con su equipo de gobierno. Ya la UPC, pese a su precario presupuesto, comienza a destacarse en materia de investigación. El reconocimiento que ha hecho Microsoff del trabajo de uno de los estudiantes, no es un hecho aislado, pese a tener, este, sus propios méritos. Eso es lo que debe hacer la UPC, mostrase como tal, no enfrascarse en una oposición sistemática a la venida de la UN a la región; no hay que temerle a la competencia sana, si así puede llamársele, con el argumento baladí de que los precios bajos de las matrículas dejarían sin personal a la UPC. Ante esta situación, lo que debería hacer nuestra UPC, es optimizar su relación beneficio-costo. Abramos trochas
Adenda. Cuando uno ve al ex Uribe que le da vuelta a sus ojos cuando habla, como si lo persiguieran, nos da la sensación de que estuviera loco. Pero ha quedado petrificado y mudo con el triunfo de Chávez.
Luis Napoleón de Armas P./El Pilónnadarpe@gmail.com
