Homenaje a José María “ Chema ” Maestre
“Los invito a cumplir con el deseo que el poeta Diomedes Daza Daza mantuvo vivo en su mente y en su corazón: “cercar espiritualmente el patio y el salero paterno en casa de Chema Maestre en Patillal, para que los recuerdos traducidos en sus versos no se fuguen” ( Diomedes Daza)
A propósito del deceso del poeta José María “Chema” Maestre de Patillal “tierra de Compositores,” retomo uno de los artículos en honor a Diomedes como homenaje a este cultor nativo de la letras. a quien tanto apreciamos en vida.
Hace más de treinta años paseaba por uno de los tantos parques bogotanos en compañía de mi hermano Orlando. Nos encontramos con el paisano y joven estudiante de derecho Diomedes Daza. Su caluroso y efusivo saludo produjo un marcado contraste con el crudo invierno que calaba nuestros huesos y nos hacía tiritar de frío.
Después de los aludidos intercambios y comentarios de los últimos sucesos de Valledupar y Patillal, los amigos se trenzaron en una erudita, amena e interesante conversación sobre los últimos libros de literatura publicados y los leídos por ellos, lo cual me hablaba de dos disciplinados lectores, aptitud que desde temprana edad cultivaron estos contertulios.
Trataban sin esfuerzo alguno sobre distintos literatos en boga de los que recuerdo a Jorge Rojas, Aurelio Arturo, Eduardo Carranza, Borges, Cortázar y otros, influencia que estaría presente en la delicada y sutil poesía de Diomedes.
Diomedes le comentaba con mucho entusiasmo que lo único que en ese momento poseía eran unos cuantos poemas, tan breves como arriesgados. Los presentaba a varias editoriales, pero, como siempre, nadie los leía. Después fueron acogidos con beneplácito por la Casa de las Américas, al ganar allí un concurso.
Inicia así un camino en el que se consagró como un creador insuperable de la palabra y el símbolo. Influyó no solo en las letras nacionales, sino que llegó a trascender de manera notable en nuestra región Caribe donde es estimada y apreciada su obra, destacándose al lado de personajes de las letras como Raúl Gómez Jattin, José Luis Garcés del grupo El Túnel, Tatis Guerra, Roberto Burgos Cantor y en Valledupar con la novelista Mary Daza Orozco, los escritores José Atuesta Mindiola y Luis Mizar.
Yo seguía esta conversación con detenimiento. Escuchaba con el silencio y admiración que siempre me produjo la personalidad y su formación de literato e incipiente jurista en ese momento. Traslucía la placidez de quien crea para su propio deleite. La visión del perfil que siempre tuve de él, la aprecié con el transcurrir del tiempo y su madurez como poeta, fielmente plasmada en su poesía“Autorretrato número uno.”
Sus más allegados amigos, Hernando Mendoza, Silvia Betancurt, el poeta Josè Atuesta, Luis Guerra Bonilla. lo incitaban a menudo para que publicara sus poemas. Parecía no interesarle, quería perfeccionar día a día su obra. Divulgarla no era su preocupación, sino crear para su satisfacción y regocijo.
La poesía fue una de las grandes pasiones de su vida. En sus poemas los recuerdos más lindos vibraron intensamente con mucha fuerza, dentro del marco admirable que le ofreció el momento y el entorno donde se formó. Por ello cada uno de sus versos, cada una de sus creaciones iniciales eran como un apóstrofe que caía en su generación como un grito de libertad y protesta. Diomedes crea versos de piedad, domina el verbo de la protesta, las grandes jornadas cívicas. Todo esto desde los claustros de la Universidad Libre de Colombia, donde estudió y donde también vivió parte de sus dolores y alegrías.
Supo con insuperable maestría pulsar el alma popular, sentimental y melancólica dando una visión justa de lo que veía, utilizando un léxico sencillo, sereno, sin grandes panegíricos. Siempre mostró dubitativo ante la vida, sin renunciar a la consecución de un mundo mejor. Era un inquieto, un insatisfecho, un poeta conmovido ante el espectáculo del mundo y la eterna fuga de las cosas, a pesar de la ola melancólica que todo lo asolaba, supo armonizar tendencias íntimas que no hacían de su lírica una nota más en el conjunto.
Embelleció y supo humanizar su poesía por el sentido evocador de sus sentimientos. Tenía su canto esa particularidad imponente de la que clama al cielo y al infierno, sin temerle. Evocando viejos tiempos, con remotas escenas. Sus poemas son para un mundo que se fue para no regresar, como el que evoca en “Asedios a la épica.”
A nuestro poeta a propósito de su obra, se le podría aplicar lo que afirma el gran humanista Camero Casendo: “Presentó los tres estados de la ilusión humana, siendo el primero el de la juventud pasada, el segundo un estado de quietud mística matizado de una esperanza fortalecida hasta el infinito, y el tercer estado, el desaliento ante lo no realizado.”
“…que los recuerdos de “Chema” Maestre traducidos en versos no se fuguen…”


Me gusta esta página porque trae artículos que nos hacen conocer nuestras tradiciones. Esen este cado un merecido homenaje a dos poetas de Patillal Don ChemaMaestre y Diomedes Daza, muy merecidos
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que buena pagina
que lindo tia giomar
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