Damasco, 23 mar (PL) En multitudinaria manifestación de condena al terrorismo se convirtió hoy el funeral de Mohammed Saed Ramadan al-Bouti, presidente de la Federación de Ulemas Musulmanes del Levante, víctima el jueves de un atentado suicida en la capitalina mezquita al-Iman.
Debido a las exequias, el centro de la capital amaneció este sábado en medio de fuertes dispositivos de seguridad y reforzamiento en los puntos de control aledaños al Mercado Hamidiyye, la Mezquita de los Omeyas, el barrio cristiano y en la considerada Ciudad Vieja.
Cerca del mediodía, la Gran Mezquita de los Omeyas de Damasco, atestiguó la entrada del féretro del célebre predicador quien allí, en el tradicional sermón de los viernes, criticaba con firmeza la violencia y destrucción de las bandas armadas en el país, al igual que a los gobiernos de Occidente y Medio Oriente que las financian.
Una marea humana portó el ataúd, cubierto con un manto blanco, hasta el atrio central, al igual que el del nieto del ulema, también caído durante la acción suicida que mató a 49 personas y dejó heridas a 84.
Asistieron al sepelio importantes personalidades del ámbito religioso sirio, entre ellos el Gran Muftí de la República, jeque Ahmad Bader Eddin Hassoun, y el ministro de Asuntos Religiosos (Awkaf), Muhammad Abdul Sattar.
El jeque Mohammed Tawfiq al-Bouti, hijo del líder religioso, aseguró que el consuelo para todos debía ser haberlo visto caer como un mártir, preservando los principios a los cuales dedicó toda su vida, al tiempo que se comprometió a seguir el camino y el mensaje por los que su padre consagró su vida.
Por su parte, el Gran Muftí Hassoun, llamó al mundo árabe e islámico «a salvar a Siria de la guerra global y terrorista que está enfrentando», porque, «si cae Siria, caerán todos», advirtió.
De igual forma, el Muftí de Damasco, Abdel Fattah Elbezm, rogó a Dios para detener el derramamiento de sangre en esta nación del Levante y para que salga victoriosa sobre sus enemigos, señaló.
Después de los rezos tradicionales, el ataúd de al-Bouti fue trasladado hacia su lugar de descanso definitivo, en una zona aledaña a la propia Mezquita de los Omeyas, muy cerca de la emblemática tumba de Saladino.
La víspera, el presidente Bashar al-Assad calificó al ulema al-Bouti como «una de las grandes figuras en Siria y todo el mundo islámico; un hombre íntegro que expresaba la verdadera voz del Islam, asesinado mientras instruía sobre la bondad y la esencia de la religión».
Siria vive hoy el segundo y último día de duelo decretado por el gobierno con tal motivo.
Este viernes, la Cancillería calificó el acto terrorista de una acción cobarde, y agregó que «lleva las huellas de Al Qaeda y sus aliados y demuestra el oscuro pensamiento takfirí (extremista) que subyace en quienes pretenden destruir los valores moderados y de tolerancia que sirven de base al Islam y encarnados por el ulema al-Bouti».
Damasco aseguró en cartas idénticas al Presidente del Consejo de Seguridad y el Secretario General de la ONU que continuará con su deber de proteger al pueblo de las acciones terroristas, y prometió limpiar a la nación del pensamiento extremista que contradice los valores de convivencia pacífica que caracterizaron a Siria a lo largo de su historia.
