yolaida-rosasSe divisa una nube negra
me acerco a ella, pero está lejos
¿presagia agua? ¡soy un desierto!
me trepo en la escalera del sol para agarrarla
pero… está esquiva…
ahora  la siento vacilar y casi logro atarla
con los hilos dorados que el astro rey  emite.
Bueno… hoy no fue será mañana
porque ya se acerca
la colcha de la oscuridad  a arropar al sol
mientras eleva  a la nube negra
a lo alto del cerro hasta dormirla.
Amaneció, me trajo la aurora
¡a la nube negra adormecida!
Feliz  la acojo en mi regazo
con  arrumacos de incipiente cuna,
y con  palabras de oro y miel
¡la atrapé!  ¡ ahora es mía!
Con terciopelo y clavel le cambié el color
gris, azul, después cristalina…
complacida la vi reír
y su risa traspasó las colinas.
Ay que tiempo feliz… ¡pero pasó!
Sin motivos me dijo adiós…
la vi partir ¡era engreída!
Antes de marcharse, descargó
  su cargamento fluvial encima
 manso, cual río al llegar,
y fiero  como el mar al  marchar
hoy sólo gotas amargas
me han de acompañar,
han hecho nido en mis mejillas
las veo reír, cantar, bailar
 dejaron solos mis ojos
y se fueron a pasear
de pronto, veo a lo lejos
una nube  que se abraza a algo
que no sé que es.   Ay  !ya veo!
es la ingratitud ¡que felices se ven!
ella le devolvió el color, ¡ha vuelto a ser negra!
¿A dónde van?   No lo sé, vuelan…vuelan
tal vez  a darle a otro desierto
otro cargamento de mar y dolor…
 
Yolaida Padilla Vásquez  
San  Diego , agosto  de 2013