Río de Janeiro, 3 jul (PL) Sólo con pensar en Heloísa de Ipanema, la rubia carioca que inspiró a Vinícius de Moraes y Antonio Carlo Jobim a componer la célebre canción, ya vale la pena estar en la capital de la Copa Mundial de Fútbol.
Famoso bossa-nova con más de 50 años de vida, es apenas uno de los tantos pretextos de los visitantes para rendirse literalmente a Río de Janeiro y sus famosas playas, Ipanema entre ellas, y si no está Heloísa, hay cosas que ver.
Aunque la arrancada del torneo en términos de organización dejaba algunas dudas, la magia brasileña se fue imponiendo, junto con las emociones del balompié, goles, sorpresas y decepciones.
Por muchas búsquedas de símiles y lugares comunes, más allá de la música que hace danzar a esta urbe, sede en 2016 de los Juegos Olímpicos de Verano, el estadio Maracaná se antoja la catedral del fútbol.
Si bien mañana viernes la atracción del gigante sudamericano estará en Fortaleza con el cotejo Brasil-Colombia en horas de la tarde, al mediodía la emblemática instalación recibirá a dos grandes de Europa, Alemania y Francia.
Con capacidad para 80 mil espectadores luego de su remodelación, el Maracaná (cuyo nombre oficial es Mario Filho, un renombrado periodista) está listo no sólo para el duelo de tanques contra mosqueteros, sino también para la gran final.
De los germanos de Joachim Low poco se puede añadir. Son de conjunto probablemente la escuadra más sólida del certamen por la calidad de sus atacantes, el nivel técnico en el medio campo y la fortaleza de la defensa.
Sin embargo, no basta con eso. Los teutones, ahora con jugadores más versátiles, siempre adolecen del mismo defecto: cuando se les enreda el partido les cuesta innovar.
De todos modos, nunca está de más mencionar nombres de su plantilla titular con Thomas Muller, Mesut Ozil, Bastian Schweinsteiger, Phillip Lahm, Matt Hummels, Jérome Boateng y Manuel Neuer.
Enfrenta una Francia que parece haber rebasado el trauma de las indisciplinas en Sudáfrica 2010 y la lesión a última hora de Franck Ribery que lo privó de Brasil. Por fin Karim Benzema asume un liderazgo con bastante tino.
El jovencito Paul Pogba enseña sus potencialidades en el centro del campo, y el pitufo Mathieu Valbuena se hace indispensable en la conducción de los hilos de Les Bleus. Un veloz Blaise Matuidi, volante de contención eficaz e incisivo.
Apasionante duelo para el cual la balanza de los pronósticos se inclina naturalmente a la Mannschaft con su sangre fría, pero no oculta que el resquicio para un triunfo de los galos tampoco es irracional.
