
La península es reconocida por la comunidad científica como una de los principales yacimientos paleontológicos del país. En Albania está lista la primera fase del museo que albergará la réplica de la serpiente más grande del mundo.
Al llegar a La Mina el paisaje recibe al visitante con una bocanada de aire caliente que pareciera que estuvo guardada desde tiempos inmemoriales.
Aquí hay tractomulas y maquinaria de tamaños inverosímiles. También hay cerros que se elevan a más de 500 metros de altura y largos tajos de mina de más de dos kilómetros que han sido cavados hasta 200 metros bajo el nivel del mar.
En Cerrejón todo cambia de escala. Y muchos siglos atrás, también fue tierra de gigantes. No es la primera vez que esta zona del mundo se estremece con el ímpetu de la evolución.
Hace 58 millones de años, después de la desaparición masiva de dinosaurios del periodo Cretácico, la vida tomó un nuevo curso creando una selva tropical húmeda que contenía una fauna y una flora colosal con la entrada del periodo Paleoceno, que fueron descubiertas en nuestros días.
Solo la fuerza de la colosal flota minera de Cerrejón pudo excavar la roca compacta para hallar, además de carbón, una veta hacia el pasado que le entregó al mundo a la Titanoboa, la serpiente de trece metros más grande que haya existido, además de otros gigantes prehistóricos ocultos bajo el lodo fosilizado de ese Paleoceno perdido.
“Fue una casualidad”, dice Iván Gutiérrez, geólogo de exploración de Cerrejón, quien explicó que durante una caminata dentro del tajo llamado La Puente, en 2004, una practicante de geología quedó asombrada con lo que encontró plasmado en el lecho rocoso. “Cuando se efectuó una de las explosiones, la voladura no destruyó toda la roca sino que dejó una pared expuesta. Allí encontramos una piedra que nunca habíamos visto”.
La muestra, que parecía una vértebra fosilizada, llegó hasta las manos de los científicos colombianos que trabajaban en el Instituto Smithsonian de Investigación Tropical, Carlos Jaramillo y Fabián Herrera, quienes ya habían investigado la zona seis años antes del descubrimiento patrocinados por esta institución. “Al principio ellos no sabían de qué se trataba y clasificaron la vértebra como de un cocodrilo”, afirma el geólogo.
La colección de fósiles de Cerrejón fue organizada por los geólogos de La Mina, el Instituto Smithsonian de Investigación Tropical y la Universidad de La Florida. Con estas entidades firmaron un convenio para el estudio de los restos.
El hallazgo produjo un gran debate sobre la identificación del fósil entre científicos del Smithsonian, con sede en Panamá, y el Museo de Historia Natural de Florida en 2005. Estos últimos finalmente descifraron el misterio comparando el fósil con una vértebra de una boa actual.
“Esta serpiente gigante era muy común en su tiempo”, afirma en Barranquilla Andrés Cárdenas, paleontólogo del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, durante la exhibición de la réplica de este espécimen en la Universidad del Norte.
Los científicos encontraron que alrededor de 60 Titanoboas vivieron en la zona.
Cárdenas también destacó los hallazgos de “osos perezosos de entre 2 y 3 metros de alto, y también armadillos”.

La tortuga ancestral. Todavía en el centro de exploración de Cerrejón guardan en una larga oficina, como si hubiese sido ayer, los restos de la investigación que dejaron los paleontólogos durante el trabajo de campo que iniciaron en La Guajira después del descubrimiento de la Titanoboa.
Entre varios muebles archivadores, cerros de cajas rotuladas, bolsas clasificadas, planos y fotografías, este banco de fósiles contiene parte de los hallazgos del parque guajiro del paleoceno. “Para poder hallar los fósiles hay que tener el ojo entrenado”, advierte Gutiérrez, mientras señala con el dedo imitando la forma de un hexágono imaginario en una fotografía del hallazgo de la tortuga gigante pegada en el tablero de la oficina.
“No había que buscar a la tortuga sino encontrar las formas geométricas de su caparazón dibujados en la roca, porque armar a la tortuga gigante fue todo un rompecabezas”.
El geólogo finalmente devela en el recinto, con cierto grado de suspenso, el fósil fragmentado de la tortuga bautizada bajo el nombre de carbonemys cofrinii, otro de los especímenes que vivió en el mismo periodo de la Titanoboa y cuyo caparazón mide un metro con 72 centímetros y 24 centímetros el cráneo. El hallazgo de la tortuga se produjo en mayo de 2012.
Todo un ecosistema. La Titanoboa y la tortuga no estuvieron solas en esos humedales prehistóricos, con ellas también convivía en una lucha continua por estar en la cima de la cadena alimenticia el cocodrilo gigante o también conocido como Acherontisuchus guajiraensis, encontrado en 2011.
Una tierra que no tenía nada que envidiarle a los paisajes y criaturas que mostró Spielberg en su saga Parque Jurásico. Solo que en la península, los hechos fueron reales y ocurrieron en el Paleoceno.
Se presume que este cocodrilo, nombrado así por el río Acheron de la mitología griega, que significas ‘río del dolor’, fue el primer animal terrestre del Paleoceno. Según estudios del paleontólogo Alex Hastings estas especies vivían en un ancho río que desembocaba en el Caribe. “Lo interesante de Cerrejón es que se trata de la primera vez, en el registro fósil, en que podemos entender cómo era todo el ecosistema. No solo los animales, también las plantas, porque tenemos fósiles de plantas, hojas, frutos, polen y esporas”, explica para Cerrejón el paleontólogo Edwin Cadena.
Durante las perforaciones el geólogo Iván Gutiérrez aseguró que también han encontrado, peces pulmonados, caracoles, hojas de palmeras colosales y hasta muestra con orgullo una placa piedra con “perforaciones elaboradas por los antepasados de nuestros gusanos actuales, que median entre diez y veinte centímetros”. Toda la evidencia científica encontrada en La Mina ha demostrado que este ecosistema prosperó en largos periodos de tiempo y en medidas de gran escala.
Protocolo Fósil. Para llegar hasta el tajo La Puente, hogar de la Titanoboa, el visitante recorre anchas vías de dos carriles rodeadas por arena color negro azabache que brillan con la luz del sol.
Por ellas transitan tractomulas descomunales que hacen temblar la tierra y que pueden cargar hasta 320 toneladas de peso equivalente a lo que cargarían 10 tractomulas comunes.
Esta titánica maquinaria que parece sacada de la película Transformers es conducida por hombres minúsculos que desde una pequeña cabina se elevan en llantas de hasta cinco metros de altura.
Allí trabaja Walter Daza, director de línea de operaciones de Cerrejón, en el tajo La Puente, quien también encontró una de estas fotocopias del pasado reproducidas en la piedra. “Yo hallé un fósil vegetal que reposa en el museo de Cerrejón es una hoja de helecho gigante que mide aproximadamente 6 metros de largo por dos metros de ancho”, recuerda Daza con emoción.
En Cerrejón existe una política interna que regula el procedimiento que deben tener sus empleados cuando encuentran un fósil, que por lo general, empiezan a aparecer a sesenta metros de profundidad. “Primero se cura la roca y se remueve en una operación especial al interior del tajo hacia el exterior de la mina para finalmente llevarlos al centro de exploración”, explica Daza.
En el centro de exploración terminan reposando los fósiles, para que sean estudiados por comisiones de especialistas del Instituto Smithsonian que vienen periódicamente al país para evaluar los restos.
La casa de la Titanoboa. En el kilómetro 1, 5 Vía Cuestecitas, Albania a 45 minutos de Riohacha ya se encuentra terminada la primera fase del Museo Centro Interactivo desQbre Guajira finalizada en mayo de este año.
Los primeros dos edificios de siete que ocuparán 4.5 hectáreas giran alrededor de un árbol de carreto que mide 10 metros de altura. El complejo está casi a diez minutos del tajo La Puente donde fue encontrada la vértebra de la serpiente. “Este será el hogar de la Titanoboa nuestra princesa gigante de La Guajira”, dice con emoción Álvaro Rojas director ejecutivo de desQbre guajira.
Rojas desea convertir este espacio en un cluster turístico que muestre a los visitantes el cielo, suelo y gente de esta región tanto en el museo como en diversas rutas culturales y científicas que ha diseñado para “descubrir” los atractivos de la península. “Los científicos Edwin Cadena, Fabián Herrera, Jaime Jaramillo ya afirmaron que esta es una de las canteras más ricas en fósiles que ellos hayan conocido”, señaló Rojas.
desQubre guajira ofrecerá a sus visitantes una ruta científica hasta Castilletes, en la Alta Guajira para observar la paleoflora y la paleofauna encontrada allí que data de 60 millones de años.
El museo, cuya fase final estará abierta al público a finales de este año contará con 33 experiencias interactivas diseñadas por Maloka, un laboratorio de paleontología dirigido por el Centro de Investigaciones Paleontológicas (CIP) de Villa de Leyva, salas múltiples, cafetería y tres modelos a escala de la Titanoboa, la tortuga y el cocodrilo diseñados por el artista y modelista Santiago Cifuentes “para que los niños puedan tocarlos y jugar con ellos”, agrega Rojas. El proyecto liderado por la fundación Cerrejón Progreso arrancó con una inversión de 2.600 millones de pesos del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo con recursos de regalías del Fondo para la Ciencia y la Tecnología y el Ministerio de Cultura aportó $500 millones para la primera fase.
La obra final y casa del parque jurásico de La Guajira tendrá un costo de 12 mil millones de pesos. “Este no será un museo para visitar, será un museo para vivir”. Y revivir las épocas de la Titanoboa y otros gigantes colombianos.
POR: LINA ROBLES LUJÁN/EL HERALDO
Follow @portalvallenato