¿”Mono” y que tiene que ver el caldo con las tajá?

Por: Jorge Naim Ruíz/ El Pilón
He leído un escrito publicado por el diario El Pilón, el pasado domingo, en el que te vienes lanza en ristre contra el suscrito y en especial contra una de mis columnas semanales publicada hace ya más de un mes y debería hacerle caso a uno de los comentaristas de Internet que me sugiere no tomarme la molestia en responderla, pero lo voy a hacer con el respeto y la altura que siempre me ha caracterizado y no con descalificaciones, improperios, mal tratos, ni diatribas como acostumbran otros.

Llevo más de cinco años escribiendo por este medio una columna semanal ininterrumpida y exclusiva sobre música vallenata, en la que acostumbro a hacer anualmente una evaluación sobre las canciones más escuchadas y los artistas con mayor aceptación en el momento y cumpliendo con  esa tarea escribí hace un mes la titulada “Lo mejor del año que pasó”,  en ella aclaro que la selección o nominación se hace de acuerdo a lo reportado por las emisoras que difunden el género, lo que deja claro a cualquier ciudadano de mediano entendimiento que no lo hago de manera caprichosa ni personal y que tampoco califico la originalidad, autenticidad o calidad de los temas.

El escrito al que me refiero fue publicado por El Pilón y es titulado “Esto no es música vallenata”, en una columna titulada, Fuete, Sal y Limón, firmada por Efraín Quintero Molina.

Según el Mono Quintero, resulta muy dañino para el folclor opinar que las cinco canciones que más sonaron en las emisoras el año pasado fueron: La Gringa, El Terremoto, El Vende Pan, Lo que tú necesitas y el Fajón,  y de paso expresa “se atreve a emitir una serie de conceptos totalmente desatinados y poco prudentes que despistan al lector y esto es terriblemente peligroso para quienes estamos metidos en el cuento de aprender y escudriñar nuestra cultura.”

No entiendo si lo que quiso decir el columnista de marras es que he debido aclarar que si bien esas son las canciones más sonadas reportadas por las emisoras, estas no reúnen los requisitos o las características de los aires auténticos de nuestro folclor; pero la verdad el artículo escrito por mí y al que pretende “darle fuete” Quintero Molina nunca pretendió hacer esas observaciones, simplemente la intención era hacer la reseña y referirme tangencialmente a la música que grabaron nuestros intérpretes que, por alguna razón, sin importar cual, fue la que más escucharon el año pasado los seguidores espontáneos que prefieren este género musical.

Algunos ortodoxos vallenatólogos no han entendido aún, que una cosa es defender, promover y propiciar la salvaguarda de nuestros patrones culturales y otra es querer tapar el cielo con la mano exigiéndole a nuestros hijos y a nuestros nietos que a ellos tiene que gustarle lo mismo que nos gustaba a nosotros cuando estábamos  en la flor de la juventud, simple y llanamente porque hay que preservar nuestra riqueza cultural, con la razón o sin ella.

Según el detractor de turno, yo debería decir que el año pasado sonó más en el territorio nacional el merengue La Grabadora, de la autoría de mi paisano Nafer Duran que La Gringa, simplemente porque el primero si es verdadera y autentica música vallenata y el segundo no lo es, pues no, la fuerza de la realidad y de la historia dicen otra cosa y por mucho que a mí me guste el vallenato clásico y autentico no puedo desconocer que es en el mismo Valledupar, la cuna del vallenato donde han elegido al Terremoto, al Vende Pan, al Fajón y a la Gringa como los éxitos del año, ¡qué culpa!

En este orden de ideas también tendría que afirmar que los compositores del año no fueron Wilfran Castillo, Omar Geles, Aurelio Núñez o Rolando Ochoa, sino Escalona, Emiliano Zuleta y Calixto Ochoa, simplemente porque estos si componían el verdadero vallenato, por Dios que exabrupto, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, nada tiene que ver el caldo con las taja´.

No me cabe la menor duda que la intención del “experto” con su escrito, no es otra que llamar la atención a los compositores e intérpretes sobre el tipo de música que están haciendo y el presunto daño que eso le causa al folclor, yo también en muchas columnas durante varios años me he pronunciado sobre el tema, la diferencia consiste en que en mi caso no he necesitado  despotricar de nadie para abordar esa problemática.
Señor Quintero Molina para no ir tan lejos lo invito a leer dos columnas mías recientes, tituladas “Al vallenato hay que protegerlo” y “Hagamos frente común”, las puede buscar en Internet por Google.

Cuando un amigo leyó el escrito del “mono” Quintero donde supuestamente me da fuete y luego me echa sal y limón, sencillamente me recordó la manida frase adjudicada al quijote: “Ladran Sancho, señal de que cabalgamos.”

Para acabar con esta recorcoma del Mono Quintero, solo quiero decirle: Si usted es de los vallenatos de rancia estirpe, abolengos raizales y apellidos de alto pedigrí, yo debo recordarle que nací y me crié en la Loma de Calenturas, escuchando los acordeones melodiosos y bien tocaos de Samuelito Martínez, Víctor Silva, German Serna, los hermanos Luis Felipe, Alejo y Nafer Duran por si eso le dice algo y si quiere que lo gradúe como mi contradictor le tengo que decir que no es el mosquito que me trasnocha ni la garua que me remoja.

jorgenainruiz@gmail.com

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