En el pasado Festival de la Leyenda Vallenata, el Grupo Kvrass fue la sensación, debido a que Kenel salió a tocar la guacharaca vestido de un indígena arhuaco, que ‘se murió’ en plena tarima y resucitó para seguir tocando su instrumento.

Aún con lágrimas en sus ojos, el adolescente tomó la vieja guacharaca que había dejado su padre en el ‘cuarto del olvido’ y empezó a rastrillar con fuerza el trinche contra ella.

Los sonidos que le arrancaba al instrumento amenizaban el llanto de inconformidad que se extendió por toda esa tarde decembrina, hasta que se puso el sol y Kenel Yancy Ortega se fue a dormir.

Al día siguiente se levantó con la firme decisión de alejarse del fútbol para espantar de una vez por todas las frustraciones que se materializaban cada vez que se le presentaba la oportunidad de un ascenso deportivo, pero debía dejarlo ir porque no había recursos para sufragarlo. “¡No hombe. Ya está bueno!”, se había dicho.

Fue difícil para Kenel Yancy, el hijo menor del ciclista Rafael Yancy y Cecilia Ortega (hoy separados), decirle adiós a sus anhelos de jugar algún día en la Selección Colombia, porque era una promesa del fútbol, a los ojos de todos los que habían sido testigos de sus pases, cabezazos, taquitos y gambetas en las canchas.

A esas alturas, ya había sido Selección Cesar en cinco oportunidades y se le habían abiertos puertas en el Atlético Junior y en el Deportivo Independiente Medellín. “Alexis García me pidió para las divisiones inferiores, pero los costos los debía asumir yo y no teníamos los recursos”, cuenta Kenel.

Durante tres meses, todos los días, cuando Cecilia Ortega salía a trabajar, Kenel se ‘internaba’ en la guacharaca, al punto que los vecinos (en el barrio Simón Bolívar, de Valledupar) se quejaban y les pedían que se mudaran para otro lugar.

“Cinco meses después de esa tarde de llanto, estaba en la tarima Francisco El Hombre’, en el Festival de la Leyenda Vallenata, tocando guacharaca. Ese año toqué las tres canciones inéditas que ganaron”, recuerda el joven, que hoy es la insignia más auténtica de Kvrass, agrupación de vallenato moderno que está recogiendo una cosecha de sus luchas.

“Al otro día salí por Telecaribe. Me acuerdo que yo tenía una novia que el papá no gustaba de mí; cuando yo la estaba visitando, él cerraba duro las puertas y ventanas para que yo me fuera, y cuando me vio por televisión me invitó a su casa y me dio chicha y pan”, relata el guacharaquero.

Y nació Kvrass

Cuando Luis Alfonso ‘El Nene’ Carrascal, acordeonero, supo que Kenel era guacharaquero no lo creyó porque las referencias que tenía de él eran que jugaba muy bien al fútbol, pero al verlo tocar se sorprendió y dijo sí a la conformación de un grupo con él y con Rafael Pérez Tortello. El grupo se llamó ‘Vallenato Joven’, con el que recorrieron gran parte de la geografía colombiana. Paralelamente, Kenel tuvo vinculaciones temporales en con otros grupos, como el de Emiliano Daza, Peter Manjarrez, Hermanos Osorio, Los Chiches y la agrupación de Omar Geles, con la que permaneció por tres años y de quien dice “es un segundo papá para mí, le pido consejos personales y musicales”.

Para el año 2007, ya este joven había recorrido varios continentes tocando ‘el palito’ del que en una ocasión se había burlado: “Una vez, estando en un zonal de fútbol, llevaron un grupo vallenato y a mí me llamó la atención fue el que tocaba el ‘palito ese’ y le decía: Ese palito qué, y mira, después la vida me puso a tocar el palito”, comenta.

Los tres que ya estaban (‘El Nene’, Kenel y Rafa), y conocieron a otros dos (Yader Romero y Luis Campillo), quienes ingresaron al grupo y se dedicaron a él de manera exclusiva, aún con el hombre de ‘Vallenato Joven’.

Pero al verlos en tarima, la gente empezó a comentar que “esos pelaos están locos, más locos que unas cabras”. Fue así como, cada vez que los anunciaban para un ‘toque’ la gente decía “van a tocar los cabras”. Al comienzo no les gustaba, pero después decidieron dejarle ese nombre a la agrupación, con algunas modificaciones visuales.

Ahora, la gente los conoce como Kvrass, una de las agrupaciones musicales del momento en Colombia, ganadores de los Premios Luna 2009, nominados a los Grammy en año pasado y ganadores del Congo de Oro 2011; además, nominados a premios como Shock, Mi Gente T.V. y Nuestra Tierra. La agrupación está inscrita para aspirar al Grammy este año.

Y ahí está Kenel, un hombre de 26 años, intérprete de todos los instrumentos de percusión, que cuando sube a una tarima se transforma en un carismático bailador, que atrapa las miradas y se roba la admiración del público, siendo el símbolo de sencillez y autenticidad; un ‘pelao’ amable, alegre, que ríe a carcajadas con los logros propios y ajenos, pero un ser emotivo, de llanto fácil, que cualquier situación tierna o trágica le sacude los sentimientos.

por María Ruth Mosquera / VANGUARDIA