Con la entonación viva de su paisano Rafael Orozco, Edwin Solano recoge las banderas para que en Becerril no muera el eco de su estrella cantora.
El mismo entorno del río Maracas en Becerril que inspiró y forjó la carrera musical de Rafael Orozco, quien llegó muy niño procedente de su natal Zambrano, La Guajira, es el mismo que le despertó las ganas de cantar a otro artista de la tierra de la Paletilla.
Se trata de Edwin Enrique Solano Villa, quien a pesar de que nació un 28 de diciembre, día de los inocentes, cuando creció siempre tuvo claro que su inclinación por el canto no era ninguna inocentada; por eso no dudó en recoger las banderas de Rafael Orozco, matriculando su propósito en el estilo del desaparecido cantante del Binomio de Oro.
En 1983, la pareja conformada por Juan Antonio Solano Ruiz, de Codazzi, y Celmira Villa Salcedo, de Sincelejo, lo trajeron al mundo y cuando apenas tenía cuatro años de edad empezó a mostrar su talento como cantante vallenato; a los 11 años compartió escenario con Miguel Morales, Víctor Rey Reyes y con Jesús Manuel Estrada.
Buscando exportar sus capacidades, se radicó en la frontera con Venezuela y se instaló en Cúcuta en donde hizo la grabación de su primer álbum con la agrupación ‘Renacer Vallenato’, logrando penetrar al mercado venezolano.
Después de militar en ese grupo por tres años, fundó su propio conjunto al lado de un acordeonero nortesantandereano, logrando la oportunidad de grabar su más reciente trabajo que promociona por todo el país. Por eso está en Valledupar, en donde tiene la fe de que aprobarán su estilo y de paso aporta su capacidad para que el estilo de ‘Rafa’ no muera.
‘Bohemio & Parrandero’ es el álbum que viene según sus manejadores con un toque mágico al folclor, en el que vienen canciones de grandes compositores como Fernando Meneses, Jesús Alberto Villeros, Deimer Marín, Benicio Hernández y otros de gran factura, que complementan el ‘As en la manga’ que trae Solano, donde incluye como rúbrica de admiración y monitoreo un respetuoso homenaje a Rafael Orozco Maestre, con un mosaico de sus obras representativas.
William Rosado Rincones/VANGUARDIA
