Por: Amylkar D. Acosta M1/El Pilón
El Gobierno central encontró en los contratos – plan y en la figura de la asociatividad, previstos en el remedo de Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial (LOOT), el arma secreta para salirle al paso al vigoroso movimiento autonomista que se venía gestando en todas las regiones del país. Contratos – Plan que hasta ahora no han sido del todo exitosos, como lo demuestra el descalabro de los planes departamentales de agua.
Por ello, en contraposición a lo prescrito por la Carta, que prevee que las regiones se pueden constituir en Regiones Administrativas y de Planificación (RAP) y estas a su vez pueden transformarse a la postre en Regiones como Entidad Territorial (RET) y a esa posibilidad le teme el centralismo como el diablo a la cruz. Por ello, el Gobierno central se las ingenió para establecer en la Ley de marras el engendro de las Regiones de Planeación y Gestión (RPG), las cuales a diferencia de las RAP no están contempladas en la Constitución y por ende no tienen la posibilidad de convertirse en RET. Ello es congruente con el propósito de suplantar a las regiones como tales por la entelequia de la asociatividad, también prevista en la LOOT. A este respecto afirmó el Director del DNP Hernando José Gómez, al referirse a las mentadas RPG, que “esta figura no necesariamente tiene que conformarse como entidad territorial … se puede conformar a través de procesos y esquemas asociativos y a través alianzas estratégicas entre entidades territoriales”. Así de claro!
Y el mayor y mejor instrumento para desarticular a las regiones, para impedir su consolidación y empoderamiento es forzar a los departamentos a asociarse con otros departamentos como la única forma de acceder a los recursos de los multifondos del Sistema General de Regalías (SGR). De esta manera las uniones temporales de unos y otros en pos de proyectos de impacto regional puntuales impide que las regiones propiamente dichas, que no por ignorarlas dejan de existir, avancen hacia su constitución ya sea como RAP o como RET.
Definitivamente, el esquema que se está montando en torno al manejo de las regalías va a contrapelo del proceso de integración de las regiones y conspira contra él. Así las cosas, lo que tendremos al final serán las “regiones espontáneas, flexibles y dinámicas”, como las plantea el Ministerio de Hacienda, que lo único que tienen en común es el interés coyuntural de desarrollar un proyecto específico y pare de contar. Son, además de inestables flor de un día, volátiles y efímeras en el tiempo. De este modo las regiones jamás tendrán entidad, consistencia e institucionalidad, dado que no tendrán vocación de permanencia y ello redunda en una menor capacidad de interlocusión frente al Gobierno central. Y de ello es de lo que se trata.
A contrario sensu, tenemos que insistir hasta la saciedad en que el concepto de Región no es una entelequia; como lo sostiene Juan B. Fernández “las regiones son entidades territoriales perpetuas; tienen base geográfica y fundamento geopolítico; cientificamente se puede demostrar su existencia, delimitarlas y mostrarlas sobre un mapa”.
La región es la sociedad territorialmente organizada; como lo sostiene el ex director del DNP y actual codirector del B de la R Cesar Vallejo, “se entiende la región como un proyecto colectivo de largo plazo de una comunidad situada espacialmente en un territorio”. De allí que el concepto de región no se pueda reducir a lo meramente territorial, como lo hizo el Congreso de la República al expedir la LOOT. En consecuencia el anhelo y la búsqueda de la integración y la autonomía regional tampoco son ni capricho ni un embeleco, es porque entendemos que este es el camino para dejar de ser alfil sin albedrío del centralismo y superar su rezago económico y social.
Un país no puede llegar a ser competitivo si sus regiones no lo son y sólo a través de la integración y la autonomía de las regiones estas podrán desplegar todo su potencial. Como lo afirma el ex constituyente y ahora Gobernador del Atlántico Eduardo Verano, “no habrá desarrollo si no hay una institucionalidad regional adecuada que lo soporte”. Nada más cierto que este aserto.
