*Félix Carrillo Hinojosa

Ante la emergencia artística que vivimos, en la que las agremiaciones del derecho de autor y conexos tienen la obligación de construir con la comunidad de autores, compositores, intérpretes, editores y productores, unas estrategias que saquen a flote esos sueños que se tienen. En busca de encontrar un disenso que nos permita hablar mirándonos a los ojos, les hago llegar varios aspectos de una visión que  tengo y que aspiro, cumpla el verdadero objetivo para el cual están planteados.

Comenzaría por decir, que la familia artística, en donde los autores, compositores e intérpretes, son la base para la generación de derechos, primigenios y conexos, ha visto relegado su protagonismo por varios factores: primero, por su pérdida de liderazgo, segundo, por la poca defensa de sus derechos, los cuales terminan siendo cercenados por pobres conquistas, tercero, porque sus reales decisiones terminaron siendo delegadas en malos portadores compromisarios, que no logran las conquistas que merece esa familia, que le ha hecho tanto bien a la Patria y cuarto, la desunión que ha desarrollado el artista que es la síntesis de un gremio que espera de rodillas sus conquistas.

Las agremiaciones artísticas en Colombia, pese a su avance y a cierto reconocimiento en el contexto nacional e internacional, han caído en la trampa de mirar más hacia la construcción y consolidación de una agencia del cobro y pago del derecho de autor y conexos y no, en una sociedad de propietarios, lo que ha permitido que sus agremiados miren más la forma que el contenido, es decir, se inclinen ante la compra de edificios, sedes regionales y no en las verdaderas conquistas que deben darse en toda agremiación. De que sirve hacerle culto a un edificio, si cuando uno se va de cualquiera de esas agremiaciones, ya sea por muerte o renuncia, lo que le queda es, una tragedia que no han podido recomponer los directivos frente a los herederos, que nunca han podido entender de qué valió construir una obra, si la misma no permite vivir dignamente de ella. Si decide coger su carpeta con sus obras, los malos comentarios rodean su partida, ni siquiera unas gracias por lo que le aportó a esa agremiación. Es importante que las agremiaciones dejen de ser bancos y no tomen el dinero que ingresa de los autores y compositores y lo pongan en los bancos a generar unos rendimientos. En lo correspondiente a SAYCO y ACINPRO, abundan los casos y hasta la fecha, no hay una estrategia que replantee esos dolorosos casos.

En el caso de SAYCO, todos sus agremiados pensamos que la llegada de LAS EDITORAS debía ser el mecanismo necesario y transparente para que la relación Autor-Editor fuera menos traumática, pero para nuestro infortunio, los ingresos que han recibido desde 1996 hasta la fecha, es alrededor de diez mil millones y los autores y compositores qué. No hay hasta la presente un borrador que le ayude a recobrar la esperanza de encontrar una mejor suerte en esa relación que ha dejado mejores dividendos a los EDITORES y no a los creadores de la obra, que al firmarla deja de ser el autor y compositor. Es urgente que haya un tiempo mínimo y máximo frente al manejo de la obra, definir la territorialidad donde circula la obra, clausulas definidas para la continuidad o cancelación de ese contrato y el anticipo de acuerdo a la dimensión del intérprete, entre otras. Pero si por ese sector los logros no han sido los mejores, uno no se explica como siendo SAYCO y ACINPRO los entes que tiene de manera monopólica el control de los Autores, Compositores e Intérpretes musicales, no han logrado con ASOMEDIOS corregir el rumbo de graves problemas que en la Radio Musical Colombiana se da: “la payola” que condenó al oyente a escuchar tanta mala mercancía musical, en donde están comprometidos directores, programadores, asistentes y artistas que cobran y pagan para escucharse o que no se escuchen otros, práctica que tiene al borde del colapso a nuestra otrora gran radio musical nacional. Es por ello que el Ministerio de Comunicaciones debe meter en cintura esa horrorosa práctica, al igual que debe buscar ante el legislativo, que por una (1) obra extranjera se escuchen tres (3) obras nacionales, ese hecho evitaría que en la actualidad SAYCO pague más derechos hacia afuera que los recibidos. No estamos en contra de los nuevos formatos que circulan en la actualidad, porque el talento nacional ha podido sortear con su capacidad creadora los mismos y podemos decir con certeza que Colombia, tiene su ranchera, rock, pop, hit hop y salsa con mucho sabor nacional, pero es urgente que las agremiaciones se preocupen más por las músicas locales de la Patria, ya que sin temor puedo decir que, la música andina está en vías de extinción, la llanera se mantiene, la pacifica hace grandes esfuerzos para decirnos que existe, la del Caribe vive del recuerdo y el vallenato hace todos los esfuerzos necesarios, para no caer ante las maromas que le preparan las estrategias colonialistas que imponen los grupos extranjeros que se apoderaron de los medios en Colombia. A ellos no les interesa la suerte de la música colombiana y qué hacemos nosotros frente a esas acciones. Poco, por no decir, nada.

Pero como podemos salir adelante ante estos problemas. Este interrogante tiene una salida y es, la unión. Está demostrado que solo no podemos. Por eso invito a todos los Autores, Compositores, Intérpretes, Editores, Productores, se llenen de humildad y miremos de manera colectiva los problemas y la solución a los mismos. No hay otra alternativa, unidos somos la gran fuerza del arte, por separado somos frágiles y fáciles de vencer.

*Autor y Compositor Colombiano

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