Tokio, 13 feb (PL) La industria y el comercio del chocolate en Japón comenzaron desde hoy a recibir el beneficio de una tradición de apenas seis décadas con una oleada de compras de golosinas por el día de San Valentín.
Las mujeres abarrotan los expendios del distrito capitalino de Takashimaya para adquirir regalos que mañana, jueves, destinarán a todos los hombres de su vida, sean sus esposos o compañeros, mientras a éstos últimos tocará su turno un mes después, es decir, el 14 de marzo, al que se denomina aquí Día Blanco.
Se dice que en 1797 los holandeses introdujeron los dulces de cacao en este país asiático, pues con esas golosinas pagaban los servicios de las prostitutas.
En esa época la dinastía regente en Japón solo permitía la entrada al país y el comercio a los representantes de Países Bajos y el resto podía pagar hasta con pena de muerte si eran descubiertos en la aventura de visitar la nación del Sol Naciente.
El Día de San Valentín tomó fuerza en territorio nipón a partir de la década de 1950, cuando la economía comenzó a levantar boga y los locales a disfrutar de una serie de servicios hasta de lujo, tras la depresión y crisis por la II Guerra Mundial.
De tal suerte que el negocio chocolatero se ha convertido en uno de los más redituables con un movimiento total de unos 11 mil millones de dólares al año, la mitad de los cuales se realiza en el corriente febrero por obra y gracia de la maquinaria propagandística.
Así las mujeres sienten la obligación de regalar a los hombres golosinas de chocolate y en esa misión gastan hasta el equivalente a 100 dólares.
Los del sexo masculino, por otra parte, no reciben con tanta fuerza esa compulsión, aunque cumplen su compromiso en la jornada destinada al Amor.
El compromiso de mayor peso lo enfrentan el 14 de marzo, pues la tradición marca el homenaje al sexo femenino con presentes en los cuales debe predominar el color blanco.
En la temporada pasada, la depresión comercial caracterizó a las dos fechas como resultado del terremoto y tsunami de marzo de 2011 y el accidente nuclear de Fukushima, pero este año, según Takayuki Miyai, gerente de ventas de Takashimaya, se respira un ambiente más prometedor.
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