alberto-rada‘Beto’ Rada sigue siendo el emblema vivo del trovador, a pesar de que muchos prediquen que los juglares se extinguieron, tesis que mantiene enfrentados a defensores y opositores de esta figura que tiene en este acordeonero del viejo Magdalena, el fiel exponente de los embrujos trasmitidos por un acordeón que con su pulso ‘gime’ las notas que acompañan su musa.

De su abuelo no sólo heredó el amor por el acordeón sino su propio nombre, él es Alberto Rada Ospino, un músico de ribetes, fiel estampa de su padre ‘Pacho’ Rada Batista.

Esa figura genealógica también se hizo llamar ‘Francisco El Hombre’, y siempre refutó la leyenda que le endilgó al guajiro Francisco Moscote este rótulo que bajo la influencia mediática terminó sepultando las pretensiones del ‘Viejo Pacho’.

La vida de Alberto Rada no ha sido nada fácil, su lucha va desde las largas faenas desde niño al lado de su padre de quien aprendió los secretos y ejecución del Son, el aire que ha hecho de esta dinastía la más pura conservadora del ritmo, hasta la terca perseverancia para ser Rey Vallenato,lo que le costó 15 años de insistencia.

A pesar de que el Son comercialmente no es tenido en cuenta ni por artistas ni por disqueros, para Alberto Rada, esta expresión tiene la misma valía y niega que haya perdido importancia por eso con su acento parsimonioso asegura que “la música no decae nunca porque llegan otras generaciones y hay que aceptarles sus propios gustos”.

Del parrandero de eternas faenas sólo queda el recuerdo en aquellos amigos que en las tertulias muchas veces fueron ‘arropados’ por el amanecer de diversos lugares a los que iba sin brújula y sin fecha de retorno, con ese acordeón que acolitaba y sentía el hálito de tragos y viandas, y al que luego soltaba para abrazar los amores furtivos que se derretían ante su estampa morena y graciosa.

Hoy la cosa es distinta, los años que lo subieron al séptimo piso de la vida, le sacaron la tarjeta roja del entorno bohemio, aunque su nota siga provocando la misma sed para sus contertulios, pero él sólo puede saborear los tragos de la nostalgia.

‘El Gallo Negro’ como le dicen sus amigos ha vivido todo el tiempo de la música, un arte que comenzó a explorar a la edad de los 10 años, cuando se dedicó a la ejecución, y a abrir su mente con el abono fértil para las canciones, de las que dice haber compuesto unas 80 aproximadamente, grabadas por él y otros artistas como Diomedes Díaz y Farid Ortiz.

La familia va en la quinta generación: “tengo un nieto que toca acordeón, tengo varios hijos que tocan pero el más aventajado ha sido Eliécer, quien toca y canta, y con el que he grabado seis producciones musicales”.

La música de Rada aparte de ser de impronta parroquial en la ribera del Magdalena y las sabanas de Córdoba, Sucre y Bolívar donde se ha ganado interminable lista de festivales, también ha traspasado fronteras y es en México en donde dejó cautivo un público hace dos años y que ahora pretende visitar de nuevo en una gira que inicia la próxima semana.

“Voy para Monterrey, llevo parte de mi conjunto y allá me ponen otros músicos, además voy a darme cuenta de una producción musical que grabé por allá en donde metimos música nuestra y cumbias de ellos”, sostiene ‘Beto’, quien realizó este trabajo en companía de José Pino Manco.

Hijo de tigre

En los actuales momentos Alberto ‘Beto’ Rada está concluyendo un nuevo trabajo musical al lado de su hijo ‘Cheche’ Rada para sentirse vigente y de paso dice, para demostrar que los años no son impedimentos para demostrar que cuando se tiene raza debe haber cría tal como se lo inculcó su padre, el autor de la Lira Plateña y a quién llamaban ‘El tigre de la Montaña, nombre que fue adoptado por el festival de El Difícil.

Cuatro canciones famosas de ‘Beto’ Rada

1 Levántate María
2 La Inconforme
3 Acércate a mí
4 El Gallo Negro

Publicada por WILLIAM ROSADO RINCONES/VANGUARDIA