
El suicidio del actor estadounidense Robin Williams motivado, aparentemente, por una fuerte depresión, vuelve a poner en primera línea esta enfermedad silenciosa.
Según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud, OMS, este padecimiento, que se suele confundir con un estado de ánimo, afecta a más de 350 millones de personas en el mundo. La misma entidad reconoció en 2012 que lo más preocupante es que “en 20 años, la depresión será la enfermedad que más padecerán los seres humanos, superando el cáncer y los trastornos cardiovasculares”.

La organización adscrita a la ONU define a la depresión como “un trastorno mental frecuente”, que se caracteriza por la presencia “de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración”.
Un estudio publicado en noviembre de 2013 por la revista PLoS Medicine y replicado por The Washington Post mostró un mapa de la incidencia de la depresión en distintos países del mundo.

La investigación realizada por la Universidad de Queensland en Australia, arrojó como resultado que en el Medio Oriente y en África se encuentran los territorios con mayor desánimo, con una tasa superior al 7% de la población.
En Latinoamérica, Colombia se ubica en el rango superior al 6%, acompañado de Paraguay y Guyana. Solo son superados por Honduras, el más alto de la región, en un nivel superior al 7%.
Más que un mal día. “Hay que saber diferenciar la tristeza que causan los problemas de la vida cotidiana de una depresión clínica”, aclara Isabel Prado, psicóloga especialista en psicoanálisis.
Explica que “este trastorno se caracteriza por un desapego a la vida, por la pérdida de la ilusión y por un desinterés total por el resto del mundo”, que se padece durante un período largo, mientras que la tristeza o la pena son “transitorias y después de un tiempo se pasan”.
En cuánto a la naturaleza de esta enfermedad, la psicoanalista nacida en el Chocó, asegura que “un dolor muy profundo causado, generalmente, por una perdida, unido a una fragilidad del sujeto” es lo que aumenta las posibilidades de sufrir este trastorno emocional.

Esta situación puede llevar a las personas a recurrir a las drogas, como un paliativo para superar su pena.
Claves para superarlo. El diagnóstico a tiempo es lo más importante a la hora de enfrentar a la depresión, porque evita que el paciente pase de un nivel leve, a moderado o grave. “Esta enfermedad es curable pero no por medio de pastillas”, asegura Isabel Prado, quien agrega que “la clave está en realizar un acompañamiento constante para que la persona vaya superando la crisis”.
“Todos estamos expuestos a una perdida, ya sea familiar, amorosa, laboral o de otras índoles” pero lo que necesitan entender las personas es que “hay que hablar de los problemas y confrontarse uno mismo, para sanar las heridas”, finaliza la psicoanalista radicada en Barranquilla.
Consecuencias
El desinterés por lo que sucede en el mundo y la imposibilidad de lidiar con la realidad pueden hacer que el paciente se aisle de su familia, deje de trabajar o estudiar y, en algunas casos, pierda el deseo de vivir.
Algunas personas que están bajo una fuerte depresión buscan drogas psicoactivas “para olvidarse de su dolor y ser por unos instantes felices”.
Sin embargo “cuando pasa el efecto del fármaco, regresan a la realidad y el efecto puede ser más devastador”, explica Isabel Prado, “lo que genera un círculo vicioso”.
Tratamiento
Dependiendo del número y de la intensidad de los síntomas, los episodios depresivos pueden clasificarse como leves, moderados o graves.
Teniendo en cuenta el diagnóstico de un especialista, en el nivel leve lo recomendable es hacer un acompañamiento para que el paciente salga del lance.
En los casos moderados o graves, el experto puede recetar medicamentos mientras el sujeto supera la crisis, apoyado por su familia.
POR: ÁLVARO PIÓN SALAS @ALVAROPIONSALAS/EL HERALDO
