
Quizá para muchos el nombre de Elio Francisco Ramos Guerra no recoja todo el significado de su aporte cultural, pero si se habla de ‘Pitosolo’ el referente cambia, pues fue un ícono de la cultura y la música cordobesa.
Los que veían su figura, parecida a la de un ermitaño, caminar por las calles de su natal Lorica de inmediato relacionan su vida con una flauta infantil, haciendo honor a su apodo inmortal ‘Pitosolo’.
Este personaje, nacido en el corregimiento de La Madera, en San Pelayo, el 5 de noviembre de 1922, entonaba melodías por las calles de Lorica, la tierra que lo acogió en 1953.
Hizo parte de la banda Aires de la Madera y fue uno de los mayores exponentes del folclor ante el país y el mundo, recorriéndolo conjuntamente con Delia Zapata Olivella y los Gaiteros de San Jacinto.
El juglar del bajo Sinú decidió hacer sus propias giras, pero sin bombardinos, platillos, ni redoblantes. En las tardes solía tomar su flauta y entonaba melodías por las calles de Lorica.
Por temporadas salía de su casa y se perdía por días, semanas y meses como si estuviera de gira artística.
En un decreto de honores firmado por el alcalde de Lorica, Francisco Jattin, se exalta su vida indicando que fue un referente para muchas generaciones del municipio y todo el departamento.
Su legado está justamente en la fuerza transformadora de la música y la cultura de este personaje que acumuló sabiduría y que trabajó con sencillez y sin ningún tipo de ostentaciones en su tierra cordobesa.
