carbonoAbelardo Carbonó interpreta el tema ‘Quiero a mi gente’, en La Cueva.Por: José Torres

A sus 67 años, los discos del guitarrista cienaguero son buscados por coleccionistas en España, Alemania y Japón.
La fama a algunos les llega tarde y este es el caso del guitarrista cienaguero Abelardo Carbonó, quien a sus 67 años de edad, aún se sorprende del éxito internacional que ha tenido su música después de varias décadas de haber sido compuesta.

“Yo no entendía cómo ese poco de alemanes se acercaban a mí para besarme las manos y abrazarme. Era como una cosa de locos”, dice Abelardo recordando una de sus últimas giras a Europa.

Y es que los olvidados discos que grabó el músico y su conjunto de 1978 a 1994, entre los que se destacan, A otro perro con ese hueso, Guana Tangula y el reconocido éxito Carolina, son temas buscados por coleccionistas musicales de países como Alemania, España, Francia y Japón. “La verdad es que no sé cómo llegó mí música allá tan lejos, lo que sí sé es que tengo a varios ángeles que ponen las cosas en su lugar”, apunta el guitarrista.

Una de estas ayudas “extras” ha venido de parte del investigador musical Lucas Silva quien decidió en 2010 volver a grabar, bajo su sello musical, Palenque Records, algunos éxitos de este singular guitarrista del Caribe, cuyo tiraje de dos mil Cds e igual número de acetatos, están agotados en España, Francia y Alemania. “La música de Abelardo es muy especial porque aquí en Colombia hace parte de los archivos del recuerdo, mientras que en Europa suena en los principales círculos de la llamada música del mundo”, explica Silva.

Buscando a Abelardo Carbonó. Este menudo hombre, cuya vida había estado oculta entre las brumas del misterio, nace en Ciénaga en 1948.

Su padre y su abuelo fueron consagrados guitarristas de la región. A sus 18 años se muda a Barranquilla tras el sueño de ser médico pero termina enrolado casi dos décadas en el cuerpo de la policía. “Un día partí el bolillo de policía por la mitad y se lo entregué a mí sargento, quien me expulsó de la academia y así me pude ir a tocar a un baile”, recuerda Carbonó.

En la década de los 80 el guitarrista graba junto a Rafael Machuca el éxito A otro perro con ese hueso, que estuvo en los primeros lugares de las emisoras locales y a partir de allí lo contratan en disqueras como Codiscos y Sonolux para que grabe sus discos en varios estudios en Medellín.

Después le siguen los temas Quiero a mi gente y Schallcarri. “La letra de Quiero a mi gente la saqué del idioma wayuu porque yo quería que mis temas pegaran en La Guajira y ahora suenan hasta en Japón”, cuenta el músico.

De aquella floreciente época musical en el Caribe, Carbonó recuerda que para “pegar” en la radio un tema como Carolina tenía que ir y hablar con cada uno de los locutores para que no le cobraran la payola. “Yo no tenía plata en esa época para nada y ni para pagar las botellas de whisky que les daban a los locutores y uno de ellos me dijo que él me ponía el disco si le daba un toque gratis y acepté”.

Abelardo cuenta que aquella presentación fue en La Troja y que allí le ocurrió una de las anécdotas que más recuerda de su carrera musical. “Yo llegué hasta la tarima y había un tipo grande con una camisa rara de cuero y me preguntó: ¿Cuándo viene Abelardo Carbonó? Y yo le dije: Yo soy Abelardo Carbónó y me respondió: ¿Cómo va a ser usted Abelardo Carbonó? Me dijo un poco de vainas y me remató diciendo: usted no puede ser Abelardo Carbonó, porque él es negro”, apunta en medio de risas.

Finalmente, luego de más de cien temas grabados, la falta de apoyo de las disqueras obligó a que el músico decidiera “tirar la toalla” y abandonara su carrera musical como solista, pero continuó tocando en las agrupaciones de Aníbal Velásquez y para Los Diablitos del Vallenato.

Con una familia compuesta por seis hijos (Lourdes, Josep Carlos, Claudia, Carolina, Diana y Karina) y una esposa que sacar adelante, Abelardo regresa de nuevo a la Policía a la que sirve por otros nueve años. Evita el alcohol y se dedica al oficio de serenatero en el Parque de los Músicos en Barranquilla. “Siempre esperaba allí en aquellas noches interminables por algo que ha de venir y yo no sabía que era, pero allí esperaba”.

Hoy en día es un tranquilo abuelo que prefiere seguir oculto tras su guitarra y escuchar, en silencio, los sonidos del atardecer en el barrio Villa del Carmen.

Una guitarra afrolatina. Varios investigadores musicales como el francés Etienne Sevet, periodista de la revista Sound Magazine de París y quien viajó especialmente a Colombia para conocer al guitarrista, han intentado describir el particular sonido de Carbonó. “Su música es un  “viaje” en el sentido propio de la palabra. Es psicodélica, eléctrica y sabrosa al mismo tiempo”, describe Sevet.

Otros aseguran que Carbonó es el precursor de la champeta criolla, pero el músico niega tajantemente esta referencia. “A mí me dicen pionero de la champeta y yo no soy nada de eso. Lo extraño que tengo es eso, que yo no soy un guitarrista como los de vallenato ni como Noel Petro. Lo que tengo es otra cosa, que cuando me acompaña la percusión y los cueros creo la melodía”, recalca.

Abelardo asegura que lo único que ha recibido de África es una carta especial del reconocido guitarrista congolés Lokassa Ya Mbongo, quien escuchó su trabajo en Francia. “En la carta me escribe que todo lo de mi música está  bien y que lo malo que veía era que yo grababa con máquina, que es con una caja rítmica, y a él no le gustaba eso”, afirmó.

El investigador Lucas Silva señala que a pesar de que Carbonó niegue cualquier influencia africana, algunas de ellas están implícitas en su música. “Abelardo no buscó estas influencias, pero quizás en algún momento de su vida llegaron a su guitarra”, sostiene. Lo que Carbonó desea aclarar es que “mi música y mi guitarra tienen una esencia afrolatina y eso es todo”.

Este oculto Sixto Rodríguez del Caribe se prepara en 2015 para una gira por España en donde promocionará un compilado doble de sus éxitos en acetato, del cual se imprimirán dos mil copias. Además  tocará en el escenario del teatro Amira de la Rosa como invitado al Carnaval de las Artes el 31 de enero, mientras todavía no sale de su conmoción: “en qué momento me metí en este lío”.

POR: LINA ROBLES LUJÁN/EL HERALDO