«Una cosa buena acerca de la música, cuando te golpea, no sientes ningún dolor».: Bob Marley (músico, cantante y compositor jamaiquino).
Por: Ramiro Elías Álvarez Mercado
Hay quienes piensan que la música los traslada a lugares y pensamientos inigualables e inimaginables, les hace sentir que hay vida después de la la vida y más.
La música es uno de los medios fundamentales que el hombre tiene para expresar sus sentimientos y su estado de ánimo, representar alguna situación concreta o, sin más, para recrearse en la belleza de la propia música. Soy de los que piensa que ser músico es todo un privilegio, es una dicha, porque es algo tan apasionante como hacer lo que a uno le gusta basado en su talento y capacidad, para alegrar los corazones y sacarle sonrisas a la humanidad; es decir, la música es como un bálsamo que nos ayuda a sobrellevar los momentos difíciles. Uno de esas personas que vinieron al mundo para sacarnos sonrisas con su arte es el maestro Rodrigo Rafael Rodríguez Lora, quien le abrió los ojos a este mundo terrenal el miércoles 19 de septiembre del año 1951 en un caluroso y radiante día en San Jacinto (Bolivar) en el hogar conformado por el señor José Cerveleón Rodríguez Sehuanes y la señora Luisa Isabel Lora Ortega, siendo el menor de seis hermanos.
Su padre, un campesino que labraba la tierra de donde obtenía los frutos para el sustento de su familia. Su parcela era una despensa cultivada de ahuyama, ñame, yuca, plátano, tomate, pepino, melón, patilla, productos que hacen parte de la gastronomía de la región sabanera del Caribe colombiano; también se dedicó a la caza de animales silvestres que era una actividad muy común en esos tiempos en ese territorio: conejos, venados, armadillos, guartinajas, lo que conocemos como «comida de monte», hicieron las delicias de su mesa, motivo por el cual nunca faltaron los alimentos en su casa. Su madre, una artesana tejedora de hamacas de esas que son unas verdaderas artistas y que con su arte nos conecta con nuestros sentimientos y pensamientos más profundos, a quien por su destreza y profesionalismo le llamaban «La Reina de La Hilaza». Haber nacido en San Jacinto, un pueblo anclado en el corazón de los Montes de María, lugar este que le sirvió para nutrirse con la frescura bucólica de estos bellísimos paisajes, sumado a que es un pueblo puramente musical, donde sólo el pensar es una fiesta que transpira alegría y folclor en cada uno de sus habitantes, fue fundamental para que se despertaran en Rodrigo Rodríguez una gran pasión por la música. Su vena artística es heredada de parte de ambas familias: la paterna y la materna. Su progenitora era tía de Eduardo Lora, ese famoso personaje que fue guacharaquero y cantate, quien quedó inmortalizado por el maestro Andrés Landero en su clásico canto elegiaco titulado ‘La Muerte de Eduardo Lora’. El apellido Lora es muy reconocido por lo musical en su tierra en donde podemos identificar a Eduardo y Juan Carlos: ‘Los Hermanos Lora’; Néstor Lora, acordeonista; un homónimo de Eduardo Lora, también acordeonista; ‘El Mono’ Lora, compositor y decimero; es decir, los Lora son una dinastía musical muy representativa en esa tierra. Su padre, quien era oriundo del Carmen de Bolívar era un cantante de zafra y decimero. La «Zafra Mortuoria» o «Cantos de la Muerte» pertenecen a los cantos empleados por comunidades negras que llegaron a América en tiempos de la colonización española, esa costumbre ancestral-cultural se quedó radicada en algunos pueblos de la Costa Atlántica colombiana. eran cantos recitados por una o varias voces en los entierros que servían para evocar los recuerdos del que murió.
Se podría decir que el Maestro Rodrigo estaba predestinado para la música, porque a parte de su herencia, su terruño es una fuente inagotable de artistas como: Miguel Antonio «Toño» Fernández Vásquez «El Gaitero Mayor», Adolfo Rafael Pacheco Anillo, Andrés Gregorio Guerra Landero, Luis Ramón «Monche» Vargas Tapia, Los Gaiteros de San Jacinto y una estela de talentos que han dejado en alto el nombre no solo de la región sino del país. Su inquietud musical le empezó desde que era un infante, esos sonidos de tambor y gaita con los que abrió los ojos siempre retumbaban en su mente. Pero como en la vida no siempre todo es color de rosa y alegría, a la edad de cinco años tiene una tristeza que lo marcaría para siempre y es el fallecimiento prematuro e inesperado de su papá, de ahí que la economía familiar empezó a depender únicamente de su madre, quien con mucho esfuerzo, trabajo y ahínco se dedicó a terminar la crianza de sus hijos, a quienes siempre les inculcó, la responsabilidad, el amor y sanas costumbres. Esa ardua tarea que se convirtió en sacarlo adelante a él y a sus cinco hermanos limitó mucho sus recursos económicos y por ende, le fue muy difícil en esa etapa cumplir el sueño de su hijo menor: el regalo soñado que era un acordeón, pero esto no fue un impedimento para que el siguiera su sueño de ser músico, razón por la cual se deleitaba con una violina que le regaló su padrino Rafael «Rafita» Lora para uno de sus cumpleaños: diminuto instrumento al que comenzó a sacarle melodías que estaban de moda para la época. La afición y amor por la música de este naciente e inquieto artista llegó hasta tal punto que no sólo se inclinaba por aprender a ejecutar un instrumento, sino que comenzó a fabricarlos de manera artesanal, tan es así que aprendió a elaborar maracas y güiros con totumos, guacharacas con el tallo de la mata de corozo (mata e’lata), tambor de madera de banco con cuñas, cabuya y cuero de chivo, al igual que flautas con el tallo de las hojas de la papaya; era tan hábil en ese arte que a sus instrumentos les extraía bellísimas y celestiales melodías. Ya entrada su adolescencia se convirtió en un eximio intérprete de tambor, caja, guacharaca, güiro, tumbadora y violina, instrumentos que acompañaba con su voz, donde ya empezaba a componer sus propias melodías y canciones . Pero como dice el viejo y sabio adagio «el tiempo de Dios es perfecto» por esa razón no hay que precipitarse y Rodríguez Lora supo tener la paciencia necesaria y al igual que el maestro Alejandro Durán Díaz tuvo su primer contacto con el instrumento arrugado en la mayoría de edad, fruto del esfuerzo hecho por su madre Doña Luisa Isabel que le regala un acordeón de dos teclados, que estaba bastante averiado, pero que no fue un impedimento para que este músico empírico pudiera sacarle bellas melodías. Inicialmente comenzó a ensayar con dos canciones muy escuchadas, porque eran éxitos rotundos en toda la región en el año 1969; esos temas musicales eran «Así soy yo» coautoría de Rafael Zuleta y Julián García en la voz y acordeón del maestro Aniceto Molina conocido popularmente como «el tigre sabanero» y «Los sabanales» del maestro Calixto Antonio Ochoa Campo, canciones que el aprendiz de acordeonista escuchó por primera vez en un circo que llegó a su pueblo y que por coincidencias de la vida armó su carpa en una plazoleta a una cuadra de su humilde morada; esos éxitos musicales hicieron parte fundamental en su aprendizaje como intérprete del acordeón. Luego de un año de mucha dedicación y estudio de su instrumento bendito tiene un acercamiento con el maestro Ramón Vargas, conocido como «El Compadre Ramón» bautizado así por el maestro Adolfo Pacheco Anillo, a quien le propone entregar su acordeón de dos teclados en parte de pago por otro de tres, a lo que el «Compadre Ramón» accedió, pero con la condición de que se quedara trabajando con él como ayudante de su taller de reparación de acordeones, labor que le sirvió de mucho en razón a que así aprendió mucho más sobre los secretos del instrumento, no sólo en la parte melódica y musical sino también en la parte interna, como repararlos y hacerles los respectivos mantenimientos que a la postre lo convirtieron en un «Técnico de acordeones» labor que ha ejercido paralelamente con la musical. Su ascenso artístico continúa y empieza a darse a conocer en la región, siguiendo los pasos de sus grandes maestros y paisanos en este difícil y competido mundo musical como Andrés Landero quien era su ídolo, el cual se convirtió en su mentor y fue así que en abril del año 1975 lo llevó y recomendó en sello discográfico «Disco Tropical» y realiza su primera grabación: un sencillo que tenía dos temas, un paseo de su autoría titulado «Mi recompensa» y un merengue de Praxíteles Agamenón Rodríguez Martínez titulado «A mi madre» que al ser lanzado a finales de abril y próximo al mes de mayo, donde se celebra el día de la madre, la canción empezó a sonar con mucha fuerza en Radio Libertad y Emisoras Unidas y eso le sirvió para que le completaran el LP y le firmaran un contrato de exclusividad con «Disco Tropical». El músico percusionista paisa Humberto Pavón, quien hizo parte de la mítica agrupación «Los Corraleros de Majagual» y luego se radica en México donde funda su propia agrupación llamada «Grupo Cañaveral», le dice que su nombre Rodrigo Rodríguez se escuchaba muy enredado y que parecía un trabalenguas y es cuando decide bautizarlo con el nombre artístico de «Roy Rodriguez», este apelativo caló muy bien entre sus seguidores y los contratos para presentaciones no se hicieron esperar; en 1977 graba dos cumbias tituladas «Cumbia cartagenera» y «La negra cumbiambera» que sin saberlo empezaron a escucharse en tierras mexicanas. Roy continúa alternando su carrera artística con la de técnico de acordeones y en el año 1979 donde coincide en una parranda con su amigo y colega musical Gilberto Torres al saber de sus habilidades arreglando el instrumento arrugado le recomienda que intente abrir un taller, en la Perla de la Sabana, la ciudad de Sincelejo, ya que los hermanos Molina: Aniceto, Anastasio y William, quienes ejercían esa profesión se habían radicado en México. El maestro Gilberto le brindó hospedaje mientras se ubicaba y se diera a conocer, entonces mediante una propaganda publicitaria en la emisora Radio Sincelejo por medio de un programa que se llamaba «Canto Sabanero», cuña que comenzó a escucharse un viernes, y el lunes siguiente ya tenía cinco acordeones para arreglar. El trabajo comenzó a dar su frutos lo que lo motivó a trasladarse al mes con su esposa y sus dos pequeñas hijas que tenían en esa época. Allí arrendó un apartamento en el barrio San Vicente en donde perfeccionó este arte que aún hoy en día sigue ejerciendo.
Su nueva profesión continúa pero sin dejar de lado su pasión por el arte musical y ese mismo año le sale una propuesta para acompañar al maestro Andrés Landero a México a un evento que se conoció como «Primer Festival Internacional de la cumbia», ese acontecimiento inaugural quería contar con la presencia de Landero quien era reconocido en esa tierra como «El Rey de la cumbia»: un ícono que se paseó por distintos escenarios del país azteca. La delegación colombiana iba integrada por una estela de músicos exitosos: Alfredo de Jesús Gutiérrez Vital, Miguel Ignacio Núñez Paredes «Nacho Paredes», Policarpo Calle y Luis Carlos «Lucho» Campillo Hernández; por Venezuela, José Rodríguez y su Combo Latino y Tulio Enrique León, al igual que representantes de Argentina, Paraguay y Perú. Una gira que se alargó por tres meses debido a las ofertas para contratos que le llovieron. Fue tanta su aceptación en tierras mexicanas que ese mismo año grabó en ese país un trabajo discográfico titulado «Roy Rodriguez y Sus Éxitos de Oro» canciones que hoy en día siguen siendo muy escuchadas y se convirtieron en clásicos, pero en especial una cumbia titulada «Virgen de Guadalupe» la cual se convirtió en un himno dada la devoción y veneración que sienten por ella; tiene muchas versiones entre música popular y grupera como comúnmente se conoce entre «los manitos». Esta es una de las razones por la cual el maestro Roy Rodríguez es invitado casi todos los años a México, donde también ha sido homenajeado en Monterrey en el Festival Internacional Vallenato de Santa Lucía y El Festival Vallenato de Nuevo León, donde además de música vallenata se interpreta cumbia, porro y música popular. Este juglar y músico completo, que además de cantar, componer e interpretar varios instrumentos, técnico de acordeones también es director y productor musical dueño de su propio sello discográfico «Producciones Damar» con el que grabó el trabajo discográfico titulado «Juan Piña le canta a San Jacinto con el acordeón de Roy Rodríguez» con el cual obtuvo un Grammy Latino a mejor álbum en la categoría Cumbia/Vallenato en noviembre de 2012, disco en el cual además de acordeonista, participó como compositor, productor fonográfico y productor general.
En su amplio trasegar por los caminos de la música tiene más de 78 producciones musicales en Colombia y México, ha grabado en distintos sellos discográficos tales como: Codiscos, Sonolux, CBS hoy conocida como Sony Music, Tropical, Fuentes y INS (Industria Nacional del Sonido) en diferentes géneros y ritmos: vallenato, porro, tropical, pero sobre todo de cumbia, por lo que fue bautizado como «El Cumbiambero de América», quien con mucho respeto y profesionalismo siguió los pasos de su gran maestro Andrés Gregorio Landero. Ha grabado al lado de cantantes como Álvaro Carrasco, el maestro Julio Fontalvo Caro con una agrupación llamada «Los auténticos de mi pueblo» de donde se desprendió el porro cantado y tocado por él titulado «El Balay» que fue todo un suceso musical en Colombia, hizo otras grabaciones al lado de Miguel Cabrera, Adolfo Pacheco. En el año 1994 se radica en la Fantástica ciudad de Cartagena y se consolida de lleno en otra de sus facetas la de productor musical y le realiza trabajos discográficos a Manuel «Mañe» Bustillo, Lizardo Bustillo, Otto Serge, Oswaldo Olivera, Boris García, Rasta y también participó en una grabación con Carlos Vives y Totó la Momposina. Como técnico de acordeones acompañó por más de 27 años a artistas como: Alfredo Gutiérrez, Lisandro Meza, Otto Serge y Rafael Ricardo, Los Betos del vallenato, Emiliano Zuleta, labor que se vio obligado a suspender por quebrantos de salud relacionados con la columna, que por recomendaciones médicas le exigían más reposo. Tuvo un paso relativamente fugaz en los festivales, pero donde también dejó plasmada su huella como gran intérprete del acordeón, al salir vencedor en dos ocasiones en el Festival Bolivarense del Acordeón en Arjona años 1976 y 1977 , en la ciudad de Sincelejo ganó en 1976 en la categoría semiprofesional y en 1982 se alzó con la corona en profesional. Hace algunos años fundó la agrupación «Acorbanda de Colombia» con la participación del cantante Oswaldo Olivera, en un formato donde fusiona bandas pelayeras con acordeón en la que remplaza algunos instrumentos de dicha banda por el acordeón y le mete bombardino, trombón, clarinete, platillos, de las cuales lleva seis producciones que han tenido mucha acogida.
Al lado del cantante Manuel «Mañe» Bustillo ha realizado tres álbumes de colección donde además de acordeonista es productor titulado «Entre El Valle y La Sabana» haciendo un homenaje de fraternidad, para estrechar los lazos de hermandad y unir los pueblos de la región vallenata y sabanera donde rescata clásicos de maestros en la composición de ambas regiones. Actualmente está produciendo dos trabajos discográficos para los artistas mexicanos radicados en EEUU Francisco Ledesma y Aracely González Rodríguez conocida artísticamente como «Alfa Celys», Roy Rodríguez este año está participando nuevamente en los premios Grammy Latino en dos categorías: En la de cumbia vallenato, con el Álbum «El Cumbiambero de América Roy Rodriguez, La Madre Cumbia Con Su Invitada Alfa Celys» En la tradicional y folclórica, con un álbum de Gaita del maestro y médico de San Juan de Nepomuceno Nando Coba Barrios. La versatilidad musical de Roy ha traspasado las fronteras y su talento ha sido más valorado en el exterior que en su propia tierra, próximamente se estrenará una película húngara en homenaje a nuestro premio Nobel Gabriel García Márquez que lleva por título «La Parranda» donde la banda sonora será una canción del Cumbiambero de América titulada «Con un acordeón en el alma».
El músico genial alemán Ludwig Van Beethoven dijo: «La música es la mediadora entre el mundo espiritual y de los sentidos». Concepto que fue muy bien interpretado por este ícono de la música del Caribe colombiano. Con más de 45 años de vida artística cuyo talento está demostrado en sus distintas facetas musicales. Hoy con casi 70 años de edad vive en «El Corralito de piedra», la ciudad de Cartagena, al lado de su esposa Marlen Beltrán Yepes, su fiel compañera y musa inspiradora de algunos de sus cantos, quien ha sido su bastón y apoyo incondicional, rodeado del cariño y el amor de sus seis hijos y diez nietos, pero sin dejar de hacer lo que más le gusta en la vida «Música».
Cumbia Cartagenera – Roy Rodríguez y su Conjunto
Los Sabaneros del Sucre La Negra Cumbiambera
VIRGEN DE GUADALUPE = ((EXCLUSIVO)) – ROY RODRIGUEZ «El Cumbiambero De America»
Roy Rodríguez y su Acorbanda de Colombia IMÁGENES
Mi Acordeon Ribereño….Manuel Mañe Bustillo y Rodrigo Rodriguez
Penita–Manuel Mañe Bustillo y Rodrigo Rodriguez–Autor:Leandro Diaz
El martes primero de diciembre del año 2015 fue un día histórico para la música, el folclor y la cultura colombiana porque el género musical más importante de nuestro país, la “Música Vallenata”, fue declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Este reconocimiento representó la oportunidad, para que en el mundo se promoviera el aporte del vallenato al fortalecimiento del diálogo intergeneracional y el respeto por las matrices melódicas de una expresión musical que se ha construido a partir de la realidad, cotidianidad y la magia que encierra la región del Caribe colombiano.
Hace pocos días escuché tres trabajos discográficos que reunían todas esas características: las que tuvo en cuenta la Unesco para designar nuestra música vallenata como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, los cuales fueron muy bien logrados desde el punto de vista melódico, contenido literario, poético e interpretativo. Dichos trabajos se titulan: “Con Sentimiento Provinciano», “El Sentir De Un Poeta” y “Mi Vallenato Por Siempre”, con la voces de Ivo Luis Díaz Ramos: “La Voz Auténtica del Vallenato” y Jimmy Murgas, otro cantante raizal de esos que, al igual que Ivo, mantienen la esencia vallenata criolla; contó con el respaldo de grandes acordeonistas, tales como: Almes Granados (Rey 2011), Wilber Mendoza (Rey 2013), Orángel “El Pangue” Maestre (Rey 1984) y otros dos acordeonistas también profesionales: Omar “El Zorro” Hernández y Hadiel Vega.
La grata sorpresa que me llevé fue que todas las canciones estaban compuestas con versos y melodías fieles a los cánones del vallenato clásico: paseos, merengues y sones que narran situaciones vivenciales de un compositor raizal; pero como si fuera poco, todas pertenecían al mismo autor de nombre Ignacio Cantillo Vázquez quien era desconocido para mí en ese momento.
Este varón vino al mundo en el municipio de La Paz (Cesar), el domingo 10 de enero del año 1954, en el hogar conformado por el señor Ignacio Cantillo Araújo y la señora Francisca Vázquez: él un agricultor y ella ama de casa, una pareja de sanas y buenas costumbres, virtudes que le fueron heredadas a su primogénito.
La Paz, un bello y pintoresco pueblo de nuestro Caribe, terruño de grandes exponentes de la música vallenata: los integrantes de La Dinastía López, Jorge Oñate, Emiro Zuleta Calderón, entre muchos más, fue el escenario preciso y pieza fundamental para que el pequeño Ignacio, quien residía a pocas calles de la de Los hermanos López (una de las familias más representativas del folclor vallenato por generaciones), fuera seducido por esta música embrujadora que como un tatuaje indeleble se quedó por siempre en su alma.
Cuando contaba con tan sólo 7 años de edad sus padres se trasladan a la “Bahía más linda de América”, la ciudad de Santa Marta, donde empieza sus estudios primarios en el Liceo Caribe. Ese escenario paradisíaco a orillas del mar, la Sierra Nevada, el inmenso cielo azul despierta en Cantillo el gusto por escribir versos y poesías elementales como deseo de expresar lo que sentía y plasmarlo en algunas hojas que después desaparecieron.
A la edad de 13 años recién comienza a hacer sus estudios secundarios en el histórico colegio Liceo Celedón, fuente de inspiración del maestro Rafael Calixto Escalona Martínez donde plasmó la letra de su conocido canto “El Hambre del Liceo” le sucede algo providencial, un pequeño detalle que le marcaría la vida y la pasión por la música vallenata para siempre y fue que el acompañar a su padre a visitar un paisano pacífico (natural de la Paz), también radicado en Santa Marta, nada menos y nada más que el cantautor Dagoberto López Mieles, conocido como “El Clarín de La Paz”. Al llegar a su casa lo encontraron algo ocupado y por ello, al percatarse de la presencia de los visitantes, les dijo que en ese momento no los podía atender porque estaba haciendo una composición y sí los atendía se le iba la inspiración, algo que Ignacio no entendía a su corta edad y que después con el pasar del tiempo entendería muy bien: y es que cuando la inspiración llega no se puede suspender. El Maestro Dagoberto siguió componiendo la canción bajo las miradas atentas del inquieto niño y su padre: un paseo que a la postre se convertiría en un clásico vallenato titulado “Costumbres Perdidas” en la interpretación de los Hermanos Zuleta Díaz (Poncho y Emiliano). Al notar ese ahínco con el que “El Clarín de La Paz” hilvanaba cada verso de su naciente canción, pensó que esa sería una de sus pasiones: hacer cantos vallenatos.
Luego empezó a hacer algo que denominó como “descomponer canciones” y era simplemente ponerle sus versos a melodías ya reconocidas grabadas por los artistas de moda: Calixto Ochoa, Alfredo Gutiérrez, Alejandro Durán, Luis Enrique Martínez, Abel Antonio Villa, etc. y después de ese ensayo empieza a hacer sus propias melodías.
Se gradúa de bachiller, y en el año 1974 llega a la fría capital colombiana, Bogotá, a hacer sus estudios superiores en la Universidad Libre donde se graduó como Abogado y Especialista en Sociedades Comerciales. La nostalgia y tristeza causada por la falta de su terruño, el mar, la playa, su entorno provinciano se convierten en una aliada para componer, con lo que suplía esa sensación de soledad y nostalgia. Es así como nace su primera composición titulada “Sentimiento Provinciano” con una letra muy diciente y nostálgica, donde añora sus días de niñez y adolescencia en su amada tierra, con un sentimiento donde ya se percibe el vallenato de verdad y se puede aplicar perfectamente la frase: “el vallenato se cuenta y se canta”.
El Dr. Cantillo se describe como “un hombre Caribe con todo lo que ello implica”: el amor a su tierra, costumbres, gastronomía, historias y leyendas, las cuales conserva intactas en su mente a pesar de vivir por más de cuatro décadas lejos de ella y en un contexto muy distinto como lo es Bogotá. Precisamente ese arraigo por su pasado se convierte en un detonante y empiezan a fluir cantos y melodías de corte clásico, donde narra vivencias propias y otras de personas allegadas o historias que conoce en el trasegar de su vida: canciones narrativas, costumbristas, poéticas, sociales, románticas, espirituales y amorosas; el manejo de las figuras literarias es exquisito, el contenido literario de alto nivel y una métrica precisa. Sus melodías son alegres, arrulladoras y nostálgicas acordes con la letra de las canciones enmarcadas dentro de los cánones del vallenato clásico, raizal y auténtico que tanto nos gusta, ese mismo que la Unesco pide a gritos que debemos preservar.
Casado con la también abogada María Esperanza Mojica, oriunda del departamento de Boyacá, su verdadero amor y musa inspiradora de varios de sus cantos como: “Contigo lo tengo todo», “Mis recuerdos y tú”, “María Esperanza”.
Cantillo Vázquez hizo canciones desde hace muchos años y las tenía archivadas en el baúl de los recuerdos, porque como bien lo dije al principio es la pasión que lleva en su corazón desde niño, pero nunca se había preocupado para que se las grabaran, solo las compartía con un grupo cerrado de amigos en parrandas y tertulias privadas, muchas veces con la compañía del acordeón de Hadiel Vega, la guitarra de Carlos Maldonado y las voces de Hernán Cuesta y Alejandro Tuidman, quienes se convirtieron en sus escuderos y colaboradores musicales.
En una de esas parrandas su amigo, colega y notario Leovedis Martínez, asombrado y encantado con sus canciones le propone en una visita a Valledupar hacer algunos acercamientos con cantantes y acordeonistas para cristalizar la grabación de algunos de sus temas y es así como surge este proyecto musical que nos viene mostrando hace algunos años: 30 canciones grabadas que nos hace rememorar las grandes épocas de la música de “Francisco El Hombre”.
En el año 2018 animado por sus amigos de parrandas, tertulias y seguidores de sus canciones se presentó en el festival de Nobsa (Boyacá) en la modalidad de canción inédita con un merengue en homenaje al rey vallenato de ese mismo año en Valledupar: el boyacense Julián Mojica, titulado “Ay Hombe Sumercé”, donde ocupó un honroso segundo lugar, tema que tuvo mucha aceptación y se metió en el corazón de los habitantes del altiplano cundiboyacense.
Algunas de las canciones de “este hombre de leyes”, que con sus composiciones defiende la autenticidad de la música vallenata, son: – Recuerdos del Festival – Añoranzas – Alma herida – Nace un querer – No te dejes – El sentir de un poeta – Recuerdos y vivencias – Así era mi pueblo – Inspiración y sentimiento – La peleadera.
A todos los lectores, muy amablemente, los invito a escuchar las canciones del Dr. Ignacio Guillermo Cantillo Vázquez, porque seguramente más de uno, al igual que yo, sentirá y pensará que el vallenato aún respira, aunque se encuentra en cuidados intensivos.
Últimamente hemos sido testigos de un fenómeno que se está presentando en la música vallenata y es la aparición de muchas mujeres talentosas tales como: acordeonistas, compositoras, guacharaqueras, cajeras y por supuesto cantantes, que con sus bellezas y talentos le están dando un toque mágico, celestial, sublime, angelical y maravilloso a esta expresión musical, cultural y folclórica.
En esta difícil época que hemos vivido por el aislamiento, producto de la pandemia producida por el Covid-19, me llegó un vídeo de una bellísima y talentosa mujer interpretando un clásico de la música vallenata titulado «No sé pedir perdón» de la autoría del gran Maestro Gustavo Enrique Gutiérrez Cabello grabada por la agrupación El Binomio de Oro (Rafael Orozco e Israel Romero). Fue tanta mi emoción y admiración por la voz de esta dama que lo repetí una y otra vez extasiado por su exquisita interpretación; entonces se despertó en mi ese afán por la investigación y conocer más sobre esta carismática mujer.
En seguida me puse a la tarea e hice algunos contactos y averiguaciones hasta llegar a ella. Su nombre es Brenda Karina Bohórquez Díaz, nacida el día viernes 5 de enero del año 1990 en una esplendorosa tarde en el municipio de Puerto Libertador (Córdoba), también conocido como «Bijao», ubicado en la parte alta del Río San Jorge, nació precisamente 5 días después de las fiestas decembrinas que son un eco bullicioso y alegre de estos pueblos del Caribe colombiano, llegó para llenar de amor, ternura y alegría el hogar conformado por sus padres, Sol María Díaz González y Fredy Santiago Bohórquez: ella una ama de casa y él un músico dedicado al canto vallenato y otros géneros musicales del nuestra Región Caribe de donde claramente Brenda heredó su vena musical.
Siendo aún una bebé de tan solo dos años sus padres se separan y su madre toma las riendas del hogar y con mucho esfuerzo, amor y dedicación sigue la difícil tarea de la crianza de su pequeña hija inculcándole valores cristianos, respeto y responsabilidad.
Tiempo después el amor vuelve a tocar las puertas del corazón de Doña Sol María y decide hacer una nueva vida marital con el señor Farly Eliécer Velázquez Patiño, quien se convirtió en parte fundamental de la educación, formación y apoyo en la naciente carrera musical de esta talentosa artista.
Sus estudios de básica primaria los realizó en la Escuela Nueva Mina El Alacrán de la vereda del mismo nombre jurisdicción de Puerto Libertador. A la edad de 7 años recién ingresó a sus primeras clases empezó su pasión y sueño de ser cantante. Con el apoyo de sus primeros profesores de esa bella época estudiantil: Yenny Charris, Albeiro Osorio y Yinis Guevara quiénes le apostaban a la educación y formación integral de sus alumnos, vieron en ella un potencial musical y la apoyaron desde el primer momento. Era común escuchar su melodiosa e infantil voz a orillas del Río San Pedro, afluente del majestuoso e imponente Río San Jorge, mientras su señora madre y vecinas se dedicaban a la ardua labor del lavado de ropa, en las cristalinas, frescas y muchas veces apacibles y otras turbulentas corrientes de esa vertiente hídrica que ha sido fuente de sustento y también de inspiración de su pintoresco y alegre terruño. En ese escenario rodeado de los más exóticos, puros y esplendorosos paisajes donde el bellísimo río es el complemento del trabajo realizado por la madre naturaleza, la pequeña niña cantaba canciones de moda que sonaban en la radio, sobre todo de una de sus cantantes favoritas a quien le profesaba una gran admiración, la siempre recordada Patricia Teherán «La Diosa del Vallenato»; también de Jorge Celedón, Jean Carlos Centeno, Los Chiches del Vallenato, Los Diablitos. Admiradora de compositores como Rosendo Romero Ospino, Wilfran Castillo Utria, Omar Antonio Geles Suárez, Iván Antonio Ovalle Poveda, entre otros artistas de esa línea romántica que calaron con mucha fuerza en la década del 90 en la música vallenata.
Bajo la mirada atenta de sus amigos, familiares y vecinos se fue dando a conocer poco a poco donde con el apoyo incondicional de sus profesores era elegida para representar a su escuela en el marco de las semanas culturales que se llevaban a cabo en la región con otras instituciones.
Al apoyo de sus profesores se suma el de su madre y padre de crianza quienes la acompañaban a cuanto evento cultural, musical y folclórico hubiera en la región del Alto San Jorge en los que en muchos salió vencedora, aplaudida y ovacionada.
La Alondra o Calandria es un ave que emite un canto largo continuado, con trinos dulces, finos y encadenados, así mismo es Brenda Karina: «La Alondra Cantarina del San Jorge», con un talento natural, silvestre, voz angelical, nítida, afinada, con un excelente fraseo modular, dicción y vocalización, se fue abriendo paso con gran aceptación entre sus coterráneos.
Comienza sus estudios secundarios en la ‘Institución Educativa Germán González Peláez’ de su pueblo donde realizó sexto y séptimo grados, luego se traslada a la capital de la montaña: la ciudad de Medellín, a continuar su bachillerato en la ‘Institución Educativa Javier Londoño’ donde culminó sus estudios y se graduó como bachiller con media técnica en comercio en el año 2008; después de graduarse regresa a su amada tierra y empieza a trabajar en una empresa como asistente administrativa, labor que alterna con la música. Luego se enamora y se casa con Andrés Miranda quien desde el primer momento ha sido su bastón, apoyo y guía que le ayuda en el impulso de su carrera artística, siendo su compañero inseparable. Fruto de esa unión nacen sus dos hijos que son su razón de ser: Juan Sebastián de 11 años y Manuel Andrés de 3. Ahora con este mundo virtual y más universal por los avances tecnológicos la voz de Brenda se escucha con mucho más fuerza en Colombia y el exterior a través de su página de Facebook » Brenda Music » y canal de YouTube » Brenda Karina Bohórquez donde tiene casi 10.000 seguidores que la apoyan. Con ella podemos aplicar el viejo adagio «al mal tiempo buena cara » y es precisamente porque nuestra naciente estrella le ha sacado más provecho a su prodigiosa voz, porque por motivos del aislamiento social por culpa del Covid-19 es donde se ha masificado y visto sus vídeos en las redes sociales y le han salido innumerables propuestas para futuras grabaciones y presentaciones dentro y fuera del país.
Con un carisma arrollador, acompañado de su sencillez, don de gente, temple de mujer visionaria, con mucha fe en Dios y energía positiva, le auguramos un futuro exitoso en su carrera artística y musical. Así como los diamantes se van puliendo de la misma manera «La Alondra Cantarina del San Jorge» lo va haciendo sin afán, pero con optimismo. DIAMANTE, palabra que proviene del griego ADAMAS que significa «inalterable, indomable, indestructible», eso mismo queremos los seguidores de «Brenda Music» que siga fiel a su estilo romántico y soñador, que su voz no se altere y que cante de manera inmarcesible por muchísimos años para que su nombre haga parte del firmamento vallenato y su estrella quede plantada entre los grandes exponentes de esta expresión musical, folclórica y cultural conocida como MÚSICA VALLENATA.
LEOPOLDO DURÁN QUIROZ, más conocido en el mundo artístico vallenato como » Leo Durán » nació en Tamalameque ( Cesar) el 3 de febrero de 1962 hijo de Armando Durán Castilla y Dionisia Quiroz Crespo . Hablar de Leo Durán, es hablar de esos compositores invisibles pero invencibles que hay en la música vallenata. » invisibles » por que muchas veces a pesar de lo buena y lo exitosa de sus obras musicales son poco reconocidos e » invencibles » por que le tocó una vida muy difícil ya que tuvo que levantarse sin sus padres quines infortunadamente fallecieron siendo él un infante de escasos 4 años de edad y fue criado por su abuela materna Doña Margarita Crespo en el corregimiento de Santa Teresa ( Bolívar) , fue su abuela la que le inculcó buenos valores y lo convirtió en un hombre de bien.
Este humilde varón a pesar de la falta de sus padres fue un niño que se volvió fuerte y creció con un caparazón que lo protegió y lo convirtió en un hombre batallador. Sabía que tanto sufrimiento sería recompensado en la vida y fue así como se enamoró de la música vallenata, escuchando y cantando todas esas canciones clásicas por las polvorientas calles del pueblo , esas canciones repletas de poesía y costumbrismo borraban de su rostro la tristeza y la melancolía de su sufrida infancia.
Fue así como inclinandose por las canciones del gran Hernando Marín Lacouture , maestro al que siguió y admiró pensó que plasmar versos y melodías que le llegaban a su imaginación era una forma de desahogarse y darle rienda suelta a ese sentimiento que llevaba por dentro, hilvanando versos aquí y allá compuso su primera canción con la suerte que el dos veces rey vallenato de San Juan de Nepomuceno ( Bolivar) Julio César Rojas Buendía con la voz de Miguel Herrera le grabaran la canción titulada » Que Mal Me Pagas» año 1988 en trabajo discográfico titulado » La Pareja Ideal » .
LEOPOLDO DURÁN QUIROZ
Ya radicado en Barranquilla ciudad que lo acogió como su tierra adoptiva por más de 30 años conoce al amor de su vida y musa inspiradora de varias de sus canciones NATALY GAMARRA VILLAREAL , de Pivijay ( Magdalena) de cuya unión nacen tres hermosas hijas , REINA MARGARITA, RINA ISABEL Y ROSA MARIANA , a las que Leo Durán llama como » Mis Mariposas» cuyo nombre sirvió de titulo para una de sus canciones grabada por Joaco Pertúz donde muestra el amor que siente hacia sus » Muchachitas» como diría Hernando Marín. La carrera de Leo Durán siguió en ascenso y los éxitos no se hicieron esperar y cantantes consagrados empezaron a grabarle sus obras como: Beto zabaleta y Goyo Oviedo le graban, LA FORMULITA, COMO ANILLO AL DEDO y DEJANDO HUELLA.
Farid Ortiz le graba, NO SE QUE HACER y EL REY DE LOS PUEBLOS, canciones que se convirtieron en éxitos en las sabanas del gran Bolívar ( Bolívar, Córdoba y Sucre) y el Urabá Antioqueño donde Farid tiene una fanaticada impresionante.
Uno de los cantantes jóvenes con más seguidores en la actualidad Silvestre Dangond con el acordeón de Juancho de La Espriella le grabaron BAILA VALLENATO.
Otto Serge y Rafael Ricardo le graban QUE VIVA EL AMOR, Silvio Brito le graba QUE VIVA MI SUEGRA. Otra satisfacción para Leo Durán fue cuando su compositor preferido Hernando Marín con el acordeón de Jhony Gámez le grabaron una canción titulada » Oh Dios » en fin ya son más de 70 canciones grabadas a Leo Durán un compositor que sufrió mucho en su niñez pero que la vida le dio un talento que lo posicionó como compositor en este competido mundo vallenato.
Con La Canción La Protagonista Héctor Zuleta y Coco Zuleta hijos de Poncho y Emiliano ganó en el festival Francisco el hombre en Rioacha
>Nació en San Diego (Cesar) un 15 de Mayo de 1964. Hijo del gran Compositor Leandro Díaz, gloria y leyenda de nuestro folclor. Su fraseo modular, sus inflexiones y tiempo, su cadencia, afinación, voz fuerte, melodiosa y nítida, son cualidades que hoy por hoy, se le reconocen en el ámbito artístico y musical, que lo considera como uno de los más grandes intérpretes que posee el canto vallenato.
El tercer hijo de Leandro Díaz y Helena Clementina Ramos, considera que ha sido un varón bendecido, pues desde muy temprana edad, tuvo el privilegio de estar rodeado por los grandes Juglares de la época, allegados a su Padre Leandro, tales como: Nicolás «Colacho» Mendoza, Emiliano Zuleta Baquero, Luis Enrique Martínez, Lorenzo Morales, Rafael Escalona, José María » Chema» Ramos , Nafer Durán etc.
Desde sus inicios estuvo muy bien acompañado por una gama de acordeonistas de primer nivel, como Rafael Salas con quien hizo su primera producción musical titulada » Mil Caricias» en 1983, con el cual compartió escenarios por espacio de 5 años. Posteriormente se une durante un tiempo corto con el Maestro Calixto Ochoa Campo.
Su carrera ascendente continúa con el Primer Rey de Reyes, Nicolás “Colacho» Mendoza, con quien grabó varios trabajos discográficos y mantuvieron una unión musical de más de 13 años hasta que la muerte los separó.
LA BOLA E’ CANDELA (Paseo) – Autor: Hernando Marín L. Acordeón: “Colacho” Mendoza – Canta: Ivo Luís Díaz Ramos
Si existe una voz representativa del Vallenato clásico, sin lugar para pensarlo, es y ha sido la de IVO DÍAZ, forjada en medio del calor costumbrista de las auténticas parrandas, la fuente donde se nutre esa auténtica tradición, de la cual es ÉL uno de sus mayores exponentes. Dada la condición de discapacidad (ceguera) que afrontaba su Padre Leandro, IVO se convirtió “en la luz de sus ojos”, y por doquiera que Leandro era llamado para que cantase y/o acompañase a algunos de sus amigos, bien fuese en galleras, fiestas, ferias o parrandas, allí estaba presente el apoyo de su hijo, quien se fue impregnando paulatinamente del canto y comenzando a forjar su propio camino. Aquí lo podemos observar haciendo las veces de Guacharaquero y Corista de su Padre.
A MI NO ME CONSUELA NADIE (Paseo) – Autor: Leandro Díaz Interpreta: Conjunto Típico Vallenato – Canta: Leandro Díaz Acordeón: Álvaro Cabas; Caja: Pablo López; Guacharaca: Ivo Díaz
Más tarde se une a Raúl «Chiche» Martínez, con quien graba dos trabajos discográficos y esa unión dura un poco más de 2 años, pero es llamado para formar una llave exitosa con otro Rey de Reyes: Hugo Carlos Granados, con quien hizo una exitosa producción musical titulada «Auténticamente Vallenato».
Esta dupla maravillosa sirve de plataforma para que IVO se continúe proyectando en el firmamento musical, dado que su Voz combina y encaja perfectamente, con las notas de este otro Rey. Esta llave del Vallenato clásico da mucho que hablar, en sus diversas y variadas presentaciones, tanto dentro como fuera del territorio nacional. Escuchemos esa calidad interpretativa de Acordeón y Voz, en este tema de la autoría de Emiliano Zuleta Baquero, “el Viejo Mile”.
EL GALLO VIEJO (Paseo Rápido) – Autor: Emiliano Zuleta B. Acordeón: Hugo Carlos Granados – Canta: Ivo Luís Díaz
También ha sido compañero de otro Rey de Reyes: Gonzalo Arturo «Cocha» Molina, en innumerables presentaciones. En la actualidad ha conformado una nueva pareja musical con otro gran Acordeonista, creativo y tradicionalista, perteneciente a una de las mejores Dinastías del folclor del Valle de Upar: Los Granados.
Al lado de Almes Granados, viene cosechando muchos éxitos con trabajos discográficos de la talla de «Homenaje a Los Zuleta» y a » Rafael Manjarrés Mendoza”. Quien sepa de la música clásica y costumbrista Vallenata, no puede ignorar a la voz de Ivo Díaz, auténtica «prenda de garantía” para salir avante en cualesquier lugar.
TRES GUITARRAS (Paseo) – Autor: Leandro Díaz Acordeón: Almes Granados – Canta: Ivo Luís Díaz
Ivo Díaz también ha sido coronado como Rey del Festival Vallenato en dos modalidades, a saber: 1) Rey de la Piqueria (1986) 2) Rey de la Canción inédita (1993) • Canción titulada » Dame Tu Alma», dedicada a su Padre 3) Rey de Reyes de la Canción inédita (2017) • Con un merengue en homenaje al legendario cajero Pablo López Gutiérrez titulado «El Rey de Los Cajeros».
Ivo Díaz es toda una institución musical que ha llevado el Vallenato por selectos lugares y escenarios del país. Cuando realiza nuevas versiones de cantos tradicionales y clásicos, los hace con respeto y admiración a la versión original, nunca dañando o modificando su esencia, más bien es todo un museo restaurador, donde el pasado no parece lejano, cuando es atrapado en su voz.
Todo lo que IVO realiza, es para un estrato elevadísimo de vallenatía y siempre que va a hacer un nuevo trabajo de grabación, siempre incluye canciones inéditas, con lo cual logra mantener viva esa esencia y sentir del vallenato.
Para la muestra este tema con Almes Granados titulado: CON EL VIENTO A MI FAVOR (Paseo rápido) Acordeón: Almes Granados – Canta: Ivo Luís Díaz Ramos
IVO LUÍS DÍAZ RAMOS
Su preocupación por mantener viva la música Vallenata auténtica es tan marcada, que de forma natural se ha convertido en un soldado defensor del folclor y guarda la esperanza de que otros sigan sus pasos, para que no se pierda el vallenato clásico y tradicional, ese que reclama a gritos la UNESCO, al declararlo «Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad». Por esto y por su gran talento considero a Ivo Luis Díaz Ramos «La Voz Auténtica del Vallenato»