Santiago de Chile, 12 mar (PL) El observatorio más potente del mundo será inaugurado mañana en la norteña región chilena de Antofagasta, a cinco mil metros de altura, para explorar en un universo frío, considerado la cuna de las estrellas, los planetas y las galaxias.
La instalación se comenzó a construir en 2005, e inició sus operaciones científicas hace casi dos años, con un diseño que incluirá 66 gigantescas antenas parabólicas, aunque son 50 las hasta ahora puestas en funcionamiento.
Su ubicación es variable, y pueden ser dispersas hasta en un diámetro de 16 kilómetros.
«Sabemos dónde vivimos y cómo es nuestro sistema solar, pero no sabemos cómo se formó», expresó en recientes declaraciones a Prensa Latina el astrónomo italiano Gianni Marconi, uno de los directivos del proyecto ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array, por su sigla en inglés), como se denomina el observatorio.
En opinión de Marconi, esa es una primera respuesta que puede arrojar ALMA, que en idioma español significa Gran Conjunto Milimétrico y Submilimétrico de Atacama.
Cuando el proyecto esté concluido, contará de 54 antenas de 12 metros de diámetro y 12 de siete metros.
El gran campo de receptores está ubicado en el llano de Chajnantar, que en la lengua de los antiguos atacameños significa «lugar de despegue», una planicie del hemisferio sur, lo suficientemente cerca de la línea del Ecuador para poder observar el 73 por ciento del cielo del norte, y el 87 por ciento del cielo en general.
En la zona, existe una oscilación térmica en el año de 40 grados (20 grados sobre cero y 20 grados bajo cero), de manera que se debe lograr que el funcionamiento de los equipos no varíe a pesar de esos cambios de temperatura.
Por tal razón, hay que enfriar los instrumentos para que la señal llegue a la antena, rebote hacia el punto focal, y luego la reoriente a un dispositivo ubicado en la parte posterior de la parábola, donde están los receptores.
Para poder leer las señales no puede haber ruido alguno, ni de movimiento atómico-molecular, de ahí que se enfríen a 273 grados bajo cero.
Otro factor clave es el nivel de sequedad que debe existir, ya que la humedad distorsiona las señales.
Las antenas no trabajan de forma individual, sino que cada una recibe su señal y luego se unifican en una mucho mayor, procedimiento que se denomina interferometría.
Los registros se sincronizan, y son enviados a una supercomputadora, que también está a cinco mil metros de altura, capaz de hacer miles de millones de operaciones por segundo, equivalentes a los procedimientos matemáticos que pueden realizar tres millones de laptop al unísono, según los expertos.
El equipo de astrónomos trabaja en una base de operaciones a tres mil metros de altitud, donde reciben las señales, las analizan y las convierten en datos que tengan sentido científico.
El costo del proyecto total se estima en mil 500 millones de dólares, y en el mismo participan instituciones de los 14 países que integran el Observatorio Europeo Austral, Brasil, Estados Unidos, Canadá, Japón, Taiwán, y Chile como país anfitrión.
