Andrés “El Turco” Gil lleva más de 30 años enseñando a tocar acordeón a niños y jóvenes de toda Colombia.
Andrés “El Turco” Gil lleva más de 30 años enseñando a tocar acordeón a niños y jóvenes de toda Colombia.

El sonido puede llegar a ser estridente, sobre todo cuando son muchos los acordeones que suenan al mismo tiempo y cuando quienes se pasean por los pasillos del lugar, llevan consigo el sueño de ser Rey Vallenato.
El rey de este lugar es un hombre de voz pausada, de un caminar preciso y firme, y de un conocimiento musical vallenato amplio. Enseña a tocar acordeón con una pasión desbordante y su sola presencia suscita respeto y cariño y agradecimiento. Es el padre de Los Niños del Vallenato con los que ha llegado a latitudes nunca antes pensadas, a escenarios soñados y lugares memorables.
Nunca le llamó la atención ser Rey Vallenato, pero si lleva a cuestas muchas coronas que sus “hijos” han ganado con honor a través de todos estos años en los que no ha descanso para verlos triunfar. Este es un lado más humano del maestro que cumple los sueños de quienes quieren ser Reyes Vallenatos, y que no le trasnocha una corona, porque siempre ha sido rey.
El Pilón: ¿Maestro, que música escucha cuando se levanta?
Turco Gil: Escucho música clásica, todo género de música bien interpretad como el vals y el jazz. También escucho vallenatos, sobre todo si son merengues. Me gustan Los Zuleta, Jorge Oñate y Diomedes. Valoro mucho a Enrique Díaz, a Aníbal Velásquez, a Alfredo Gutiérrez.
EP: Siempre se ha hablado del por qué usted nunca quiso participar en un festival vallenato ¿Cuáles fueron los motivos?
TG: Yo creo que se debe a que mi estilo siempre fue más avanzado porque yo estudié música en conservatorio y fui músico de instrumentos de vientos. A los siete años yo ya tocaba trompeta, luego estudié cinco años saxofón, clarinete y estudiaba armonía, entonces tocar el vallenato autóctono y puro no me llamó la atención porque sentía que debía regresar un poco y el vallenato es algo muy rutinario que hay que tocar sencillo. A mí me gustó siempre la diferencia, y creo que es por eso nunca me llamó la atención la competencia.

“El vallenato es mi vida, es mi alegría. Yo quiero mucho el acordeón, la gente no puede llegar a imaginar cuanto amo ese instrumento”.

EP: ¿Para usted que es el vallenato?
TG: El vallenato es mi vida, es mi alegría. Yo quiero mucho el acordeón, la gente no puede llegar a imaginar cuanto amo el acordeón porque de verdad es un instrumento que llevo en mí.
EP: Usted es un hombre tranquilo y habla pausado ¿cómo goza una parranda?
TG: Me gozo las parrandas y hasta amanezco, pero nunca en la vida he probado un trago. No me he tomado ni una gotica de licor, ni he fumado tampoco, pero me contagio cuando hay una parranda. La gente hasta llega pensar que estoy tomado, pero lo que estoy es contagiado con la alegría de todos. No sé si me guste el trago, es que no lo he probado nunca, y ya ni lo probaré.
EP: ¿Sé que muchos lo saben, pero por qué le llaman el “Turco”?
TG: Estamos en una tierra que tiene la magia de macondo. Yo nací en Villanueva La Guajira y cuando nací, me cuentan mis papás que mi abuelito me fue a ver, me vio gordito y colorado, entonces exclamó ¡este pelao parece un turco! Al día siguiente las personas llegaron preguntando por el turco y así me quedé toda la vida. Esa es la magia de macondo.
EP: ¿Cuál es la canción vallenata de sus amores?
TG: Hay muchas canciones, pero le podría decir que Honda Herida de Escalona, Matilde Lina y La Diosa Coronada de Leandro Díaz, pero en realidad son muchas.
EP: ¿Tiene a un acordeonero que musicalmente le guste ver y escuchar?
TG: Son muchos, entre ellos Alfredo Gutiérrez y Luís Enrique Martínez, y de los nuevos mis hijos: Sergio Luís Rodríguez, Gustavo García, Fernando Rangel, Manuel Julián Martínez, Cristian Camilo Peña y todos los que han sido mis hijos.
EP: ¿Cuál es el secreto para hacer a un Rey Vallenato?
TG: Esa pregunta habría que hacérsela a los Reyes que se han formado aquí, yo solo trato de trasmitirles lo poquito que Dios me dio, principalmente que conozcan el instrumento y todas las posiciones, las notas, trabajar las escalas, porque a mí siempre me ha gustado que sean originales. El gran valor artístico está en la originalidad y la creatividad, el hecho que se destaquen, que tengan un sello como lo hacía Alejo Durán, Alfredo Gutiérrez o Aníbal Velásquez.
EP: ¿Cuántos Reyes lleva a cuestas?
TG: He perdido la cuenta, eso es casi que infinito. He tenido Reyes en todas las categorías. Hay festivales donde la academia ha ocupado todos los podios, es decir que es primero, segundo y tercero en todas las categorías.
EP: Usted forma a jóvenes que hoy en día hacen un vallenato diferente al que le tocó usted. ¿Cómo ve el vallenato actual hecho por las nuevas generaciones?
TG: Hay que aceptar que en esta vida todo debe evolucionar o si no se estanca. El vallenato toda la vida ha evolucionado. Si tú dejas el agua quieta y estancada, se pudre, hay que oxigenarla siempre.
EP: ¿Que le falta por hacer en la escuela?
TG: Tengo un auditorio con tarima, pero nos falta el piso, la cubierta y acondicionarlo, porque ahí quiero presentar mensualmente a los alumnos más avanzados para que vayan perdiendo el temor al público y vayan superando los nervios en los escenarios. Siempre quiero prepararlos más, porque no solamente me gusta preparar artistas y músicos, sino que además hombres de bien.
EP: Sé que ha cumplido muchos sueños ¿tiene un sueño que le falte por cumplir?
TG: Yo vivo muy satisfecho y así vivo con lo que Dios me da cada día. Soy el hombre más feliz del mundo, no envidio al que tenga más plata, porque no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita y por eso soy feliz con la labor que llevo.

Por Antonio Peralta/EL PILÓN