La familia fue y es el núcleo primigenio de toda sociedad; sobre él se construyen los valores morales y éticos, la formación de ciudadanos y la garantía de la continuidad de la especie.«La familia fue y es el núcleo primigenio de toda sociedad; sobre él se construyen los valores morales y éticos, la formación de ciudadanos y la garantía de la continuidad de la especie.»

Luis Eduardo Páez García
Presidente Academia de Historia de Ocaña

En una decisión polémica, la Corte Constitucional aprobó la adopción por parte de parejas homosexuales el pasado miércoles. De inmediato de produjeron pronunciamiento en pro y contra de la determinación y aún se mantiene viva la controversia que, sin lugar a dudas, constituye una mortal herida para el núcleo familiar en Colombia.

Quienes apoyan el fallo de la Corte, señalan que dicha adopción no tiene ningún problema, que es un «triunfo de la democracia», que es igual criar a los niños en hogares constituidos por un hombre y una mujer, que en un núcleo de homosexuales. Clara López, incluso, afirmó que hay «varias clases de familia», y que una de ellas era el de ¡las madres cabeza de hogar! No se sabe a qué tipo de investigación sociológica recurre esta dirigente política para afirmar tal desatino.

La familia fue y es el núcleo primigenio de toda sociedad; sobre él se construyen los valores morales y éticos, la formación de ciudadanos y la garantía de la continuidad de la especie. Por ello, las declaraciones hechas por ilustres representantes de la Iglesia colombiana nos parecen muy acertadas. Se está poniendo en riesgo el futuro de los niños y se les está violando el derecho a decidir sobre su propia identidad.

Eso de que «es mejor que a los niños los adopte una pareja homosexual a que tengan un futuro incierto en las calles o en el ICBF», es una forma abominable para justificar el atentado que la Corte Constitucional acaba de cometer contra la familia, contra el pueblo colombiano ya de por sí bien agobiado con la violencia, la inseguridad y la miseria.

No es posible que en Colombia la rama judicial pase por encima del Congreso de la República y del mismo elector primario. Es necesario que decisiones como esta sean sometidas a referendo, o al menos se debatan en el Congreso de la República, al igual que debe acontecer con lo que acuerde en La Habana frente a los diálogos de paz.

Qué le puede suceder a un país donde la politización de la justicia y el menosprecio por la rama legislativa se han vuelto pan de cada día?

Hacemos un llamado a todos los colombianos para que se pronuncien enérgicamente a través de las redes sociales sobre este desatino de la Corte Constitucional, especialmente a los católicos y cristianos que constituyen la mayoría del pueblo colombiano.