De su origen y transformación
Por Donaldo Mendoza*
Vimos en la anterior entrega la primera huella de música en la pintura de una gruta en Francia, cuarenta mil años atrás. Y andando el tiempo, nuevas significaciones de «música» en su condición de arte: su rol utilitario (los diferentes usos que le da el jefe de la tribu), y su función social al servicio de reyes o instituciones (Iglesia…). Estamos en la Edad Media, con príncipes y señores feudales. Manuel Valls identifica en este momento el ‘pecado original’ de la música, bajo el ‘lastre utilitario’, que se avizora en el «canto gregoriano» (‘célula de la futura música de Occidente’), adoptado para «servir» a la liturgia romana.
Entrados en el Renacimiento, siglo XV, un acontecimiento viene a sacudir el canon de la música reinante en la Edad Media: el «pentagrama». Su importancia es comparable a la gramática en la lengua. Ahora la organización sonora se estructura “en torno a una célula elemental, una escala formada por siete sonidos que llamamos notas (indicadoras de la altura de cada sonido), a las cuales damos distintos nombres, según su situación en el pentagrama: do, re, mi, fa, sol, la, sí”. Allí se asentará en adelante el nuevo precepto musical de la cultura occidental.
Pero como el XV fue un siglo de grandes descubrimientos, en particular el encuentro de Occidente con otros mundos, el arte de la música tendrá necesariamente que abrirse a otras posibilidades. Tenemos el caso revelador de la África negra, en donde el ritmo de la percusión es la piedra angular de la ordenación sonora. Con un valor agregado, en esa geografía la música está estrechamente ligada al orden social: “…en las fiestas religiosas, ceremonias guerreras, festejos populares … la música anima y conduce la danza”.
A propósito de este ensanchamiento de la geografía y el canto, vale la pena mencionar un hecho trágico para la historia y la cultura. En efecto, cuando historiadores, sociólogos, antropólogos… hicieron el balance de lo perdido en el imperio Inca, por cuenta del conquistador español, se pudo establecer que los incas sí conocían la música y los instrumentos que la producían. Pero bajo el prejuicio de que todo lo ‘pagano’ era incómodo para el cristianismo, también la cultura era un enemigo pernicioso; y bajo ese criterio, la música y los instrumentos desaparecieron para siempre. Expresión del saber humano, eso es cultura; la experiencia acumulada en innúmeras formas, eso es cultura… Y cuando eso se pierde, no es poca la tragedia.
En la música de la África negra, más que en la occidental, ‘echamos de menos’ una figura que en el futuro tendrá una importancia esencial en el arte musical: el «compositor». En el mundo afro esta figura “es suplantada por la de un depositario del saber musical de cada comunidad”. Lo cual, de contera, nos habla de las múltiples formas de entender el fenómeno musical. En razón de la importancia de este ‘jinete’ de la música, nos ocuparemos de él en la próxima entrega.
LA MÚSICA (I)
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BLOG DEL AUTOR: *Donaldo Mendoza
