Por Donaldo Mendoza*

Quizá no sea una decisión autónoma de los escritores que publican libros de ‘superación’ poner títulos ampulosos a sus obras, o añadirle algún tipo de dignidad (cargo/profesión) al autor. Creo más bien que es un señuelo comercial de las editoriales para llegar a una audiencia lectora que está a la espera de esos libros que “cambiarán sus vidas”. Uno de estos libros llegó a mis manos el día de mi santo, titulado «Tus tres super poderes» (Espasa, 2024). Su autor, Dr. Mario Alonso Puig, un médico español.

Leer el libro es la mejor manera de decir ¡gracias! a la persona que nos lo regala, un ser querido. Me puse, pues, en la labor de leerlo, en sus 220 páginas. La obra “aspira a ser una guía, para mejorar los niveles de salud, bienestar y felicidad”; sin duda, lo que cualquier mortal quisiera en este mundo donde las amenazas o los peligros cunden; donde en vez de respirar oxígeno se inhala estrés; ¿cómo no va a fungir de ‘tabla salvadora’ un libro que te dice que “aprenderás la manera en que puedes experimentar mayor serenidad, alegría y paz interior”?

En general, lo que sugiere el autor son cosas de sentido común que la mayoría de las personas conocen y que, por pereza o porque “no tengo tiempo”, no hacen; mas sí les gusta que alguien con algún poder se lo recuerde. Eso lo tiene claro Espasa y otras editoriales que saben cómo sacarle jugo a la ‘autoayuda”. Y el autor lo refrenda con una frase de Rockefeller, ‘para pensar’: «En la vida hay dos tipos de personas que nunca llegarían a triunfar: las que no hacen nada de lo que se les dice, y las que solo hacen lo que se les dice».

Por ejemplo, ¿quién no sabe que hacer ejercicio es bueno y saludable?; ¿quién no sabe que el ejercicio sana la mente y el cuerpo? El Dr. Mario Alonso Puig sabe que lo que falta es decirlo en todas sus palabras: «La práctica regular de ejercicio reduce la posibilidad de padecer de alzhéimer»; «…hacer ejercicio físico potencia la inteligencia, la memoria, la capacidad de aprendizaje, la atención, la sensación interna de bienestar y las relaciones que tenemos con los demás». Puig se presenta como una persona que ha viajado mucho. En uno de esos viajes dio con el país imaginario que todos soñamos, la Arcadia: “donde reinan la felicidad y la paz, en un ambiente idílico, habitado por población de pastores”. Pues Puig halló esa Arcadia en un país de Asia donde el 80% de sus habitantes son campesinos. Ese país es Bután, al sur de Asia, entre la India y el Tíbet. De religión budista. Su industria es artesanal y lo que se produce es casi todo para el consumo. Es un Estado independiente desde 1971. Ingresó a la ONU. Su capital es Timbu; no tiene Constitución escrita. El bienestar y la felicidad está descritos en estos nueve elementos:

En economía, los butaneses tienen sus necesidades fundamentales cubiertas (no hay mendicidad ni miseria); en educación, no solo importa que el alumno aprenda, sino también que se sienta querido, valorado y apoyado; tienen una profunda interconexión con la naturaleza («madre»); en Bután es difícil que alguien se sienta solo, el ser humano es un ser de encuentro; si tienes un problema médico (salud) no vas a estar solo, eso te da sosiego y confianza; el sentido de gratitud es sagrado, ‘la persona agradecida es normalmente amable y positiva’; celebran y cuidan todo aquello en que se ha cimentado su cultura, ‘allí subyacen la sabiduría y la compasión’; procuran un adecuado balance entre el trabajo y el tiempo libre, ‘para estar con la familia, los amigos y realizar alguna actividad lúdica’; y sobre la buena gobernanza, esta pregunta: “¿Nos imaginamos lo que sería que ciertos Gobiernos se enfocaran más a servir a la población que en servirse de la población para sus propios fines?” Bután es gobernada por una monarquía hereditaria, que ya va en su cuarto rey.

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