Un alumno de Ovidio Granados montó una fábrica de acordeones en Barranquilla cuya calidad obligó la vista de unos delegados de la Hohner de Alemania quienes se fueron gratamente impresionados.(Foto: Tomada de internet/VANGUARDIA)

Desde que el acordeón hizo su aparición en este medio, los humildes campesinos que se dedicaron a la ejecución empírica del raro instrumento no solo desafiaron un pentagrama del cual no tenían ni idea, sino que se aventuraron a escudriñarlo mecánicamente para ver porqué producían esos sonidos.

Eso dio origen a los técnicos pioneros quienes arreglaban las lengüetas que se partían y en algunos casos, otros fueron más allá desarmando los pitos y bajos originales para insertarles unos criollos que agudizaban mejor el sonido según ellos.

En ese trasegar se fueron forjando nombres que quedaron en la historia hasta las calendas de hoy, donde existen iconos de este oficio en muchas regiones de la costa en donde los nombres de Calixto Ochoa, Alcides Moreno, Miguel Ahumada, Ramón Vargas, Luis Campillo y Ovidio Granado ente otros fueron y son referentes de cómo es que debe sonar un acordeón.

De esta pléyade de técnicos, ‘hay que quitarse el sombrero’ ante Ovidio Granados por cuyas manos han pasado el 90 por ciento de los acordeones que se tocan en Colombia, un oficio que le da la garantía a un ejecutor para que sus notas se expandan sin temor a un desafine.

Ovidio ha sido por demás profesor en este arte no sólo de sus hijos si no de muchas personas que han pasado por su taller y que hoy son alumnos aventajados y con un relieve a nivel mundial.

Tal es el caso de Domingo Vega Ramírez un veterano técnico que sorprendió a la propia empresa alemana Hohner cuyos dueños llegaron a su casa en el barrio El Santuario de Barranquilla en donde Vega y su familia montaron una fábrica de acordeones más resistente que los europeos.

Domingo Vega aprendió el oficio del ‘viejo Villo’ como se le conoce a Ovidio Granados en familia, fue por allá en los años 60 en su natal Mariangola, este alumno quiso llegar más lejos y en el año 1992 se animó a fabricar el primer instrumento, intención que fue apoyada por sus hijos todos conocedores de este arte y quienes conforman la empresa familiar que realiza hasta los propios estuches.

Publicada porWilliam Rosado Rincones/VANGUARDIA