Por: Alejandro Gutiérrez De Piñeres y Grimaldi

LISANDRO MEZA a quien yo considero sin duda alguna el ‘GLADIADOR SABANERO’, todo un señor y un músico carismático, el cual ha sido, no solo un defensor a capa y espada de esos benditos aires o ritmos musicales, nacidos en todas las entrañas del Caribe colombiano, sino también un Embajador, que en cumplimiento de su labor, ha recorrido un número grande de pueblos y naciones, poniendo muy en alto esas canciones surgidas en el seno de músicos, poetas, compositores o folcloristas, los cuales han retratado a lo largo de los años la idiosincrasia propia de las poblaciones ubicadas a lo largo y ancho del litoral, de ríos, personajes, amigos, artistas, eventos y toda una gama de inspiraciones, fiel reflejo de una aculturación, que al integrar razas, costumbres y condiciones diversas, con su sabor picante y alegre consustancial, que lleva adherida a su sangre y piel, dando a luz maravillosas versiones, que han calado en el alma de pueblos enteros.

Quienes de una u otra forma, hemos seguido la trayectoria de este Maestro, podemos dar fe de la inmensa acogida que sus interpretaciones han tenido, no solo en la Región Caribe, sino el fervor con el cual siempre es recibido en pueblos, ciudades, departamentos y naciones, en particular todos los de habla hispana, en Europa y, hasta el África, donde corean sus tonadas, aplauden y mueven sus caderas, cuando Lisandro abre su fuelle y digita pitos y bajos, extrayendo notas melódicas acompañada de su voz sonora, con el respaldo de músicos calificados y bajo diferentes formatos.

Desde los años 60′ del siglo pasado, solía escuchar sus canciones, con ritmos variados, como suele suceder con los aires sabaneros. En ese entonces sus interpretaciones competían con las de Aníbal Velásquez y con Alfredo Gutiérrez, dando la vuelta por numerosos escenarios y por las radiodifusoras, los bailadores de la época recordamos con cierta nostalgia, como en casas de familia, fiestas privadas o casetas, los porros, cumbias y guarachas, se imponían por doquiera. Lisandro con su estilo bien marcado, abría su acordeón como una campana llamando a misa, y solo bastaba escuchar las primeras notas, para que esa alegría que emana de un fuelle bien ejecutado, condujese a ponernos de pie y, con pareja en mano, a disfrutar de las delicias de temas como los siguientes:

ACORDEÓN PITADOR

Corría el año de 1969 y en la capital del Cesar, se llevaba a cabo la segunda edición del Festival de la Leyenda Vallenata. En dicha ocasión Lisandro optó por concursar frente a músicos de la talla de Colacho Mendoza, el cual resultó ganador y, en virtud de ello se presentaron enfrentamientos, entre los seguidores de uno y otro contendor. Es de anotar que, Lisandro ejecutó una Puya titulada UPA JA, de su autoría, con lo cual dejó una impronta hacía el futuro, pues le introdujo mayor celeridad, a diferencia de la ejecutada por Alejandro Durán con su ‘Pedazo de acordeón’. Meses después Israel Romero también la grabó con el Binomio de Oro, y con ese antecedente, los acordeoneros vallenatos optaron por darle continuidad al estilo de la citada Puya, tal como se puede constatar en todos los festivales, que de allí en adelante se organizaron.
A partir de entonces observamos a compositores, como Sergio Moya Molina le entrega a Alberto Pacheco, el ganador del 4° Festival vallenato (1971), una Puya titulada ‘La Sierrita’, la cual fue determinante para que el barranquillero se alzara con el triunfo, tras vencer en franca lid al favorito del público, Luis Enrique Martínez, quien ejecutó la Puya ‘Francisco el hombre’, de su autoría. Posteriormente Alfredo Gutiérrez se presentó con la Puya ‘La fiesta de los pájaros’, con lo cual quedó prácticamente institucionalizada esa modificación.

UPA JA

Un hecho que quedó registrado en el alma de quienes estuvieron presentes en la disputa final de ese segundo concurso, fue el que se suscitó con la reacción de gran parte del público, que levantaron en hombros al que consideraban había sido el ganador del festival. Fue entonces cuando le fue dado el título honorífico de ‘El Rey sin corona’, que dio motivo, para que Lisandro compusiera y grabara el tema, con el mismo nombre que le fue asignado por el público.

EL REY SIN CORONA

Los diversos biógrafos de Lisandro coinciden en anotar que, los inicios musicales del gran artista sabanero, se produjeron como Cajero del Negro grande Alejandro Durán. La influencia del 1° Rey vallenato en Lisandro, ha hecho que entre sus grabaciones incluya temas de su padrino musical, conservando ese estilo original y pintoresco de cantar.

LOS PRIMEROS DÍAS

LA CACHUCHA BACANA

Lisandro conocedor del gran afecto y estimación que le tiene gran parte del pueblo valduparense, regresa al año siguiente (1971) a la capital del Cesar, no para concursar de nuevo, sino contratado con su Combo Bravo para amenizar los bailes en la Caseta Broadway, incluyendo en su repertorio canciones de corte antillano, de moda en esos momentos, como CHE CHE COLÉ (cuya grabación original era de Willie Colón).

Debido a su versatilidad para amoldarse a mucha clase de ritmos, es convocado para integrar la más famosa agrupación musical que ha existido en Colombia: Los Corraleros de Majagual. Lisandro acepta ese llamado, consciente del gran compromiso que adquiere, pues debe ocupar el puesto de Alfredo Gutiérrez, quien se había separado para conformar Los Caporales del Magdalena. Al estar incorporado de lleno en Los Corraleros Lisandro viene a darle un estilo novedoso, en asocio de músicos como Tony Zúñiga quien popularizó el ritmo del Pompo.

EL POMPO DEL 66

Dándole continuidad a su exitosa trayectoria musical, más adelante organiza un nuevo grupo, al que denomina ‘Los Hijos de la Niña Luz’ (su esposa) e inicia toda una cadena de triunfos, por doquiera, dada su capacidad de adaptación, acorde con el lugar o la Región donde habría de presentarse. Es cuando entran en escena temas como El Polvorete, Las Tapas, El Guayabo de la Ye, La Matica, etcétera. Paralelamente con el auge de la música de acordeón, en Cali se producía un fenómeno musical, con la adopción de gran parte de la población de los ritmos afro-antillanos, a los cuales se les comenzó a llamar con el apelativo general de SALSA.

Infortunadamente en la época de la Feria de Cali, los empresarios de la música solamente contratan las agrupaciones de moda, relacionadas con los géneros antillanos. Esa situación me condujo a tener un diálogo con la Directora de la Feria de Cali, Doña Luz Stella Rey de Romero, a quien manifesté cuán inconcebible era que, durante la Feria no se tuvieran en cuenta las agrupaciones colombianas y, en particular las de música de acordeón. Ella, tras darme la razón, me solicitó que le diera los nombres de tres agrupaciones. De inmediato le manifesté los nombres de tres agrupaciones, a saber: Lisandro Meza, Alfredo Gutiérrez y el Binomio de Oro.

Dicho y hecho. Doña Stella habló con los empresarios, para que incluyeran cada uno, las citadas agrupaciones lo cual se cumplió a cabalidad. Lisandro y Alfredo obtuvieron triunfos rotundos. En el caso del Binomio, hubo un error de su parte. Estaban tocando en la Caseta Matecaña, y cuando la gente tenía la pista inundada y se deleitaba con la voz de Rafael Orozco y el acordeón de Israel Romero, les dió por introducir una Puya, lo que causó desconcierto, pues nadie bailaba ese ritmo. Hasta esa noche terminó el contrato. A diferencia de lo sucedido al Binomio Alfredo y Lisandro continuaron asistiendo y cumpliendo contratos en Cali, luego en el Valle, Cauca y Nariño.

EL GUAYABO DE LA YE

LA MATICA

Las presentaciones de Lisandro en la Feria de Cali, todas ellas exitosas, le abrieron puertas que quizás nunca imaginó, pues no solo fue en la capital del Valle, sino también por todo el suroccidente colombiano y, de allí para abajo por todos los países suramericanos.

La disciplina, la constancia y creatividad de Lisandro, quien además de interpretar muy bien el acordeón, ejecuta también otros instrumentos con propiedad, compone, es arreglista y, para completar, con un estilo peculiar ha ganado admiración en muchos sectores sociales, dado que Lisandro ha ido más allá del gusto de los seguidores del caribe colombiano, para extraer sonido ancestrales como los ecuatorianos, peruanos, mexicanos y otros más, quienes se deleitan con sus acomodaciones a los de los países citados. Finalmente digamos: El Porro y la Cumbia, en manos de Lisandro Meza, adquieren una sazón, con alegres sabores que nos deleitan a todos.

SAL SI PUEDES

LA CUMBIA DEL AMOR – LAS TAPAS

MI CARRITO

ALEJANDRO GUTIÉRREZ DE PIÑERES Y GRIMALDI

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