Resuenan amenazas, canticos de muerte,
se escuchan los silbantes mensajeros de la destrucción,
guiados por el ruin actuar de la venganza sangrienta,
Principios humanos destrozados sin compasión,
invasores, de hierro su corazón,
infantes, ancianas, ancianos, gentes sencillas,
víctimas de su sin razón.
Invasor de cinismo criminal,
señor de la tortura y la muerte,
que sus actos convalida sin justicia ni piedad,
conocedor que su tarea destructora
respaldo del imperio obtendrá.
Oriente medio, cuna de civilización,
del petróleo su perdición;
el capital inclemente, arrasador de culturas,
su apropiación determina;
propicia guerras e incertidumbre,
abonado terreno de la ignominia.
Los pueblos del mundo sufren perplejos,
contemplando temerosos y plenos de incertidumbre,
del genocida sus acciones.
Sometidos al designio de poderosos intereses,
que un futuro incierto le determinan,
los humildes del planeta, impotentes observan,
con angustia, de la tierra su destrucción.
Natura herida se revuelca en su agonía,
fuegos incontrolables por doquier,
tempestades poderosas desuelan el planeta,
inundaciones nunca vistas,
extinción de especies tradicionales.
Capital que corrompes el alma humana,
dinero manchado de sangre y destrucción.
Es la hora de los pueblos,
es la hora de la revolución mundial,
es la hora del rescate de la dignidad,
es la hora de la defensa de la vida,
es la hora de la verdad,
no hay más tiempo que perder,
es el principio del fin.

Alberto Lacouture

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BLOG DEL AUTOR: Alberto Lacouture

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