De su origen y transformación
Por Donaldo Mendoza
De esa pandora de sorpresas que es la colección de Salvat, «Biblioteca Básica», 1970, deriva esta reseña. El libro en cuestión es «Aproximación a la música» (163 pp.), del compositor y escritor español Manuel Valls Gorina (1920-1984). La obra es un viaje por el tiempo y la geografía del planeta, desde una datación de cuarenta mil años atrás. Allí, en la gruta ‘Los Tres Hermanos’, en Ariège (Francia), probablemente empezó la historia de la música; y andando, andando… hasta el pop, cuyo rey vino a ser Michael Jackson (1958-2009), en Estados Unidos.

El propósito de esa investigación –sobre el objeto música– es una reflexión alrededor de varios tópicos, que describen el origen y transformación de la música, a fin de comprender: el hecho sonoro en abstracto, el porqué de su presencia, el por qué y para qué, su función social, y su poder evocador (el recuerdo de tiempos y escenarios lejanos). Todo ello desde el prodigio de “dar cohesión y sentido a unos sonidos (inconexos) potenciales en el ambiente”.
Los sonidos del bosque, del mar, del viento, las voces de animales salvajes… son básicas y simples vibraciones. Ahora bien, convertir toda esa vorágine de sonidos inconexos, o dispersión vibratoria en el ambiente, en algo organizado, y crear un universo sonoro dotado de nuevo sentido, no es otra cosa que «música», un verdadero milagro de la capacidad creativa del ser humano. Y la tarea para alcanzarlo es asaz compleja. En efecto, el hábil artesano del sonido debe armar un todo con piezas en principio sueltas: timbre (distinguir el instrumento o voz que lo produce), intensidad (determinada por la fuerza de la vibración), y duración (de la que depende el nacimiento del ritmo). Todo ello para crear el universo inmaterial de la «música».
En suma, el sonido organizado, y dotado de una carga significativa, es la estructura sonora que conocemos como «música». Bajo esos parámetros se interpretó como música lo representado en una milenaria pintura, en la gruta que se conoce con el nombre de «Los Tres hermanos», que “muestra a un hombre enmascarado, que con un arco musical conduce a una manada de renos”; de eso, como antes dije, hace unos 40.000 años. Ese primer ‘canto’ es explicado en estos términos: “una cantilena apenas susurrada adormece los sentidos, a la par que la reiteración de determinada figura rítmica produce una excitación que puede transformarse…”
Ese ‘canto’ es, pues, el primer eslabón para las posteriores estructuras sonoras, avanzando en el tiempo… Consecuencia de ello, se puede agregar, es “la música que el chamán tribal pone al servicio de la comunidad para conjurar maleficios, implorar la lluvia, lograr la fecundidad, curar enfermedades…” Dos cosas suceden, en efecto, en este estadio histórico: la música en un rol utilitario y una función social específica. Desde ese estado, de incipiente evolución, la música se ha convertido en un arte, el arte de la música. Aquí, con este momento musical, hacemos una pausa en la reseña.
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