En las instalaciones de la Cámara de Comercio de la ciudad de Valledupar, la Agencia de Desarrollo Rural, realizó el conversatorio “Realidades, Retos y oportunidades del sector agropecuario y Rural en la Región” el cual tiene como objetivo brindar su apoyo y escuchar las necesidades que tienen los campesinos de la región Caribe y del departamento del Cesar.
Muy joven se fue Cirino Castilla Martínez de su natal Valledupar y tras una vida de trashumancia por el litoral Caribe y los pueblos del rio magdalena solo más de 20 años después regresó a su patria chica.
Inicialmente se quedo en la zona bananera aprovechando la bonanza del oro verde y después de merodear por Barranquilla llegó hasta el hoy nostálgico Puerto Colombia en su época de mayor ebullición turística y naviera. Allí en el muelle combinaba su trabajo diario de Guinchero con la actividad musical que a través de su vida le dio fama y distinción. Por las noches en el puerto la normalidad era el jolgorio y Cirino tocaba el marconte (Tuba) en la banda del pueblo, instrumento que allá en el valle le enseño a insuflar el veterano Juan Villero.
Cada cerro tiene su mamu, el cual posee un lugar sagrado para hacer pagamentos y adivinación, que recibe el nombre de Kadukua, y afirman que en este primer cerro de Hurtado o Misangüi vivió el Cacique Upar.
Es creencia de los indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta que esta es una gran escalera cuyo eslabón más alto es el pico la Horqueta, formado por los cerros Simón Bolívar y Cristóbal Colón, con una altura de 5.775 metros sobre el nivel del mar.
Este nevado es para ellos el lugar adonde van las almas de los indígenas cuando mueren, es decir, este es el cielo para ellos; muy diferente al cielo de los civilizados, que está entre las nubes; en cambio el cielo de ellos está aquí mismo sobre la tierra.
También creen que para que el alma llegue pura y sea digna de entrar al nevado debe hacer antes ejercicios de pagamento o pago a los diferentes cerros que están antes de llegar a la nevada, a la cual ellos llaman ‘Chundua’, o sea el cielo; así las cosas ellos deben hacer pagamento en el primer peldaño de esa gran escalera y hacer en él un pago para limpiar el alma y cargarse de energía positiva; ese cerro más bajo que constituiría el primer escalón de esa gran escalera ascendente, sería según ellos el cerro que llamamos cerro de Hurtado, pero que en idioma kogui se llama Misangüi, que significa primer peldaño que está antes para llegar a Chundua, o sea, el cielo.
Cada cerro tiene su mamu, el cual posee un lugar sagrado para hacer pagamentos y adivinación, que recibe el nombre de Kadukua, y afirman que en este primer cerro de Hurtado o Misangüi, vivió el Cacique Upar, donde contaba con un ayudante, ya que la parte plana donde hoy está edificada la ciudad de Valledupar era en esa época una gran laguna que se fue secando con el tiempo, y en la cual una vez seca, el cacique Upar hizo edificar el pueblo indígena de Upar, por eso la palabra Upar significa ‘Agua que se secó’ o ‘Agua seca’.
Me contaron, además, que en la cúspide del cerro de Hurtado hay un cementerio donde enterraban a los mamus de todas las etnias, es pues, un lugar totalmente sagrado. Los pagamentos o pagos que hacían y hacen consistían en piedras preciosas, entre ellas el cuarzo que utilizan para alejar o traer la lluvia entre sus trabajos tradicionales; también la cornalina, para traer la buena suerte y otras más.
Este cerro recibe otros nombres, entre ellos Ati Filomina o Ati Cejerónima, o cerro Kakamina o Kakamoro, según los mamus Rubiel Zalabata, lingüista de la Universidad de los Andes, con maestría y doctorado en lingüística en Francia, abogado recién egresado de la Universidad Popular del Cesar; el mamu tradicional Jeremías Torres, excelentísimo sabio, y el mamu Juan Izquierdo, de los más sabios de la Nevada.
Chundua es el último peldaño para llegar al cielo. Pero cuando se va ascendiendo a ese cielo se va cambiando de altura y esto produce una descompensación al ir de la parte plana a la parte alta, ya que todo cambio produce una desestabilización, por ello hay que pedir permiso y hacer pagamento a la madre de cada cerro a medida que se avanza y así se evitan problemas o traumas con este acto de obediencia; me cuentan que lo anterior fue observado en aquellos que subieron de manera directa al cielo o Chundua, sin pedir el debido permiso a las madres y sin hacer el pagamento.
El más evidente impacto ambiental negativo, aunque no el único, que ya causa ese esperpento bautizado como la “Casa en el aire” y que causarán las viviendas que se construirán en su base es la degradación paisajística.
Sin duda dichas construcciones contaminan y deterioran el paisaje, pero además legitimarán el progresivo proceso de invasión de todo el cerro de Hurtado. Una vez destruida su integridad primigenia, perdido el pudor, no habrá nada que sacie el apetito de los urbanizadores.
No es cualquier cosa lo que está ocurriendo en Valledupar en el inicio de este segundo año de pandemia. Los vallenatos crecimos con la certeza, una especie de tabú, de que el cerro de Hurtado era intocable. Lo hemos visto como un ícono y referente natural de la ciudad. No lo imaginamos sin los cañaguates florecidos en su falda. Sabemos también, desde niños, el carácter sagrado que le otorgan las comunidades indígenas de la Sierra Nevada.
Qué necesidad hay de profanarlo cuando existe tanto suelo urbanizable en Valledupar? Para que destruir su base? Para qué afectar su integridad? Gana la ciudad con esta agresión insensata? Se enriquece o se empobrece Valledupar? Son las preguntas que hoy debemos hacernos todos.
Si de verdad se logra aclarar la dudosa legitimidad de los títulos privados de esos predios, el municipio de Valledupar debería recuperarlos apelando a la función ecológica de la propiedad o , en su defecto, proceder a comprarlos para preservar el entorno de nuestro cerro tutelar acosado hoy por la audacia de los bárbaros.
Nadie que ame a esta ciudad puede ser indiferente ante semejante despropósito. El interés particular no puede prevalecer sobre el interés de la sociedad. El patrimonio natural de Valledupar nos pertenece a todos!
Con el pasar de los años la gastronomía local ha sufrido algunos cambios sin dejar de lado las recetas locales enseñadas por nuestros abuelos.
Hablar de la comida tradicional vallenata es evocar el chivo guisado, la carne molida y la arepa de queso asada en horno tradicional o a la brasa en hojas de árboles de almendros o corazón fino. Sin embargo, con el pasar de los años estas delicias gastronómicas han tenido una notable evolución, sin dejar de lado las recetas originales de las personas que hicieron parte del ‘Viejo Valledupar’.
Hace cinco años en Valledupar se realizó un concurso para definir el plato típico representativo de la ciudad, el ganador fue el integrado por el arroz de fideo, carne desmechada, plátano amarillo asado y agua de panela; cocineros como Julio Mario Celedón difieren de esta decisión al considerar que el plato tiene dos ingredientes que no hacen parte de la gastronomía vallenata: la carne desmechada y el arroz de fideo.
“Aunque son elementos de nuestra cocina no son vallenatos porque el arroz de fideo es delicioso y se incluye en nuestra dieta diaria, pero no es vallenato porque Valledupar tiene 471 años, lo cual quiere decir que los vallenatos hace casi 500 años estábamos reconocidos como personas de esta región y creo que en esa época teníamos una definición gastronómica y en el panorama gastronómico el arroz de fideo aparece apenas en la década de los 60. La familia Cesana de Italia lo trae y crea en Colombia la primera fábrica de pastas en los años 50 y empezaron a comercializarlo a finales de la década de los 60”, explicó Celedón.
Dijo también que, pese a que no es originario de nuestra tierra, suele usarlo siempre como acompañante en sus preparaciones donde le agrega mantequilla y queso antes de servir, poniéndole así su ‘toque personal’. Sobre la carne desmechada comentó que era originaria de Venezuela, Panamá y países centroamericanos como Cuba donde es conocida como ropa vieja, “plato acompañado de moros y cristianos, es decir, fríjol y arroz”.
Chef vallenato, Julio Mario Celedón. FOTO/CORTESÍA.
En cuanto a la evolución de los platos típicos vallenatos refirió que tiene un emprendimiento en el que presenta la arepa de queso en una versión renovada rellena con dulces típicos de nuestra región Caribe.
“Yo tengo un emprendimiento que es la arepa de queso rellena con dulce de leche, piña, coco, ñame, arracacha y coco con piña, le llamaré la arepa dona o dona vallenata y ese es mi aporte para mantener nuestras raíces innovando un poquito. Esa mezcla del dulce con la sal que es exquisito”, dijo Julio Celedón.
En cuanto a la evolución de los platos típicos vallenatos refirió que tiene un emprendimiento en el que presenta la arepa de queso en una versión renovada rellena con dulces típicos de nuestra región Caribe.
“Yo tengo un emprendimiento que es la arepa de queso rellena con dulce de leche, piña, coco, ñame, arracacha y coco con piña, le llamaré la arepa dona o dona vallenata y ese es mi aporte para mantener nuestras raíces innovando un poquito. Esa mezcla del dulce con la sal que es exquisito”, dijo Julio Celedón.
El chef finalizó diciendo que otras de las evoluciones de la comida tradicional es la inclusión del coco en las preparaciones, ya que es usual ver recetas de la lengua y el chivo guisado con coco. Así como otros productos como la canela y la cerveza que son usados para cocinar carne de res o cerdo.
“Nosotros comemos animales de monte que tienen un marisco y una manera de quitarle ese sabor es cocinándolo con coco, por eso hemos incluido ese producto en nuestras recetas”, puntualizó.
La comida criolla hace parte del menú de los eventos sociales de la región. FOTO/REFERENCIA.
DE LO TRADICIONAL A GOURMET
María Mercedes Medina, conocida como ‘La Majoma’ tiene más de 30 años preparando platos típicos de la región. Mercedes habló sobre la incursión de la cocina tradicional en los eventos sociales: matrimonios, cumpleaños, graduaciones, entre otros.
“Ahora para los matrimonios y las fiestas de la sociedad piden comidas criollas como el arroz de fideo, carne desmechada, plátano amarillo asado, arroz de cerdo y la gallina guisada”, dijo. Añadió que para darle un toque diferente al arroz de fideo lo cocina con pimentón rojo licuado y de esa manera toma un color rosado “porque no me gusta que quede blanco”.
Habló también acerca del ‘toque secreto’ en la sazón a la hora de cocinar. Según ella, si una persona no “sabe ponerle el punto de sal a las comidas, le puede agregar lo que quiera que no queda sabroso”.
La experimentada cocinera contó que al día hace alrededor de 250 carimañolas, empanadas, arepas de queso rellenas con carne molida y chicharrón, entre otras delicias gastronómicas que vende en su restaurante casero en Valledupar.
Los dulces de toronja y maduro son los representativos de Valledupar. IMAGEN DE REFERENCIA.
LOS DULCES
Piedad Consuelo Vega, hija de Fidelina Redondo, una de las guardianas de la culinaria raizal, quien falleció en el 2020, relató a EL PILÓN que su madre siempre le recalcó que no debía cambiar las recetas de los dulces, ya que ese era su secreto para que siempre conservaran el mismo sabor.
“Mi mamá me decía que no le modificara nada a las recetas porque ‘se tiraba la fórmula de los dulces’”, expresó.
Mencionó también que aunque conserva la receta original de su mamá, con sus estudios en culinaria han incursionado en otros productos de la gastronomía como lo son las tortas y ponqué. “Hemos introducido la elaboración de la cocina caliente, salada, fría y le metimos también el servicio de banquetes, catering, alquiler de menajes para eventos sociales y empresariales”.
Por último, mencionó que los dulces tradicionales de Valledupar son los de toronja y maduro, incluyó también en la lista el de leche y coco con leche.
La Fundación Festival de la Leyenda Vallenata al celebrarse los 471 años de la fundación de Valledupar, destacó el avance de la capital del departamento del Cesar en distintos campos, especialmente en materia del folclor vallenato.
En el conversatorio ‘Valledupar, la historia de un canto’ llevado a cabo en la Casa de la Cultura, ‘Cecilia Caballero de López’, la Fundación de la Leyenda Vallenata a través de su vicepresidente Efraín Quintero Molina, hizo entrega al alcalde de Valledupar, Mello Castro González, del Acuerdo No. 001 del 5 de enero de 2021, donde se hace reconocimientos a todos los que han sido artífices del desarrollo social, cultural y folclórico.
Al respecto el vicepresidente de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata Efraín Quintero Molina, hizo altos reconocimientos a las autoridades, encabezadas por el alcalde Mello Castro y a todos los que han contribuido al desarrollo de la Capital Mundial del Vallenato.
El alcalde de Valledupar Mello Castro, recibió del vicepresidente de la Fundación FLV Efraín Quintero Molina, el acuerdo No. 001 del 5 de nero de 2021
“La Fundación Festival de la Leyenda Vallenata hace una serie de reconocimientos en cabeza del alcalde Mello Castro, y además manifiesta que ha sido artífice en todo momento para que hoy la música vallenata llegara al sitial que actualmente ostenta en el concierto mundial. Nos sentimos orgullosos de nuestra ciudad y contribuiremos permanentemente a su crecimiento y siempre trabajando por la cultura y el folclor a través del Festival de la Leyenda Vallenata que el año pasado de manera virtual contó con el apoyo del alcalde de Valledupar, Mello Castro”, expresó Efraín Quintero Molina.
A su vez el alcalde de Valledupar Mello Castro, al hacerle entrega del acuerdo indicó. “Con mucho regocijo recibo este reconocimiento por parte de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata que comparto con los gestores culturales y con todo el pueblo vallenato, que ha demostrado gran capacidad para reinventarse en medio de la situación que se está viviendo. Puedo señalar que Valledupar a través de su cultura sigue siendo eje de progreso y desarrollo. Gracias a la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata por su inmenso aporte a la cultura y el folclor”.
El Acuerdo No. 001 del 5 de enero de 2021 es el siguiente:
POR MEDIO DEL CUAL SE EXALTA EL ANIVERSARIO 471 AÑOS DE LA CIUDAD DE VALLEDUPAR El Presidente Ejecutivo y la Junta Directiva de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, respondiendo a sus deberes estatutarios y,
CONSIDERANDO
1.- Que Valledupar, ciudad de los Santos Reyes del Valle de Upar, fundada por Hernando de Santana el seis de enero de 1550, celebra 471 años de su fundación.
2.- Que la ciudad se ha destacado por tener el mayor sentido de pertenencia, amor a sus costumbres y por la música vallenata.
3.- Que el romance con los versos, los cantos, los acordeones, las cajas y las guacharacas, permitieron trascender fronteras y tener como protagonistas a grandes héroes del folclor vallenato.
4.- Que gracias a la iniciativa de la exministra de Cultura Consuelo Araujonoguera, del expresidente Alfonso López Michelsen y del maestro Rafael Escalona, nació en esta querida tierra en el año 1968, el Festival de la Leyenda Vallenata, siendo el motor para mostrar las tradiciones, las leyendas y los cantos raizales.
5.- Que hoy Valledupar es conocida como la Capital Mundial del Vallenato, folclor que es Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad y que ha permanecido en el tiempo gracias a todos los que promueven esta expresión tradicional.
Por lo anterior,
RESUELVEN:
Artículo 1º.- Rendirle el más alto reconocimiento a sus autoridades, encabezada por su alcalde Mello Castro, a sus habitantes que han contribuido a que Valledupar siga creciendo y siendo esa ciudad amable, querida y que se proyecta a nivel nacional.
Artículo 2º.- Destacar que el lenguaje cotidiano está inmerso en las canciones vallenatas en las que se encuentran los más bellos versos para expresar opiniones y sentimientos de gratitud a la idílica tierra y al cariño por nuestros antepasados.
Artículo 3º.- Es motivo de orgullo para la Junta Directiva y Miembros de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata manifestar que seguimos amando a Valledupar y trabajando por su cultura.
COMUNÍQUESE Y CÚMPLASE
El alcalde de Valledupar Mello Castro destacó la labor a favor de la cultura y el folclor de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata