NUEVO LIBRO DE MARY DAZA OROZCO, ESCRITORA VALLENATA.

Por José Atuesta Mindiola

El cuento es algo así como un temblor de agua dentro de un cristal, una fugacidad en una permanencia. Julio Cortázar

Los cuentos de Mary Daza Orozco no están escritos en páginas borrables ni con palabras de poca duración que se adensan en el abismo de la abulia; su narrativa amena, elegante y pincelada en atmosfera poética, sumerge al lector desde las primeras frases en fascinante motivación y expectativa para adentrarse en el texto que transciende más allá a esa sombra sin sombra, a esa oscuridad sin lugar ni tiempo.

Parafraseando a José Lezama Lima, el escritor de cuento es como el alquimista que buscando una esencia de oro se afana en crear un cuerpo estético entre las metáforas y la totalidad de las imágenes. Y agrega Julio Cortázar: “Sólo con imágenes se puede trasmitir esa alquimia secreta que explica la profunda resonancia que un gran cuento tiene entre nosotros, y que explica también por qué hay muchos cuentos verdaderamente grandes”.
Mary Daza Orozco es eterna enamorada de la literatura y el periodismo. Su padre José Francisco Daza, el ilustre maestro de historia y geografía (también fue mi profesor en la Escuela Industrial de Valledupar), le enseñó el amor por la lectura y a viajar con la ilimitada fantasía de la memoria por la cultura y los lugares famosos de las ciudades antiguas del mundo. De su madre, Beatriz Orozco, heredó la serenidad y la paciencia que le ayudaron a fortalecer la disciplina en la soledad de la lectura y el arte de la escritura. Su primer título académico es de maestra, Normalista Superior, y después se gradúa de periodista.

Ella confiesa que, a los siete años de edad, fue su primer intento, inconsciente tal vez, de hacer literatura, a su padre mostraba con asombro unos versos; a los diecisiete escribió una novela que nunca se publicó, Mujeres pueblerinas; después el periodismo la atrapó y se dio una mixtura interesante: la periodista escritora o la escritora periodista. En 1986, con el cuento ‘Si lo hubieras dejado vivir’, es la ganadora del primer concurso departamental de cuentos del Instituto de Cultura del Cesar.

Pero el reconocimiento nacional como escritora empieza en 1991, Cuando después de publicar varias crónicas de violencia en Urabá como corresponsal de El Espectador, regresa a Valledupar con el dolor en la piel y revive los sucesos del imperio de la violencia, y escribe la novela ¡Los muertos no se cuentan así!, finalista en el Premio de Novela de Plaza y Janés (1991). Dijo María Teresa Herrán en su columna de la época; “¡Los muertos no se cuentan así! Es el desmenuzado relato del dolor humano (en este caso por las masacres de Urabá) que nunca figura en las inexpresivas estadísticas y es el grito de angustia que se merecen las víctimas todos los días”.

Tres años después publica ‘Cuando cante el cuervo azul’ (1994), para algunos críticos su mejor novela, es una prosa poética de profundidad humana y con el halo trágico como una tragedia griega. Dice la autora: “La historia de los actos violentos es mi propuesta estética desde cuando comencé a escribir mis novelas, pero tenía que matizarlos con metáforas y párrafos de profundo lirismo para que no se me convirtieran en unas novelas de horror”.

Después vienen otras novelas, y hoy presenta este libro ‘Cuentos en consignación y crónicas de viajes’. Para Pedro Calderón de la Barca, la vida es sueño. Para Maria Olvido, uno de los personajes de la novela ‘Cuando cante el cuervo azul’, la vida misma es un cuento. Fiel al pensamiento Jorge Luis Borges, Mary Daza Orozco, sabe: “Quien lee un cuento espera leer algo que lo distraiga de su vida cotidiana, que lo haga entrar en un mundo, ligeramente distinto del mundo de las expectativas comunes”. La primera parte, contiene nueve cuentos, donde la narrativa y la sensibilidad se entrelazan en la pasión imaginante y la fineza lírica. Es variada la temática de los textos, y es muy oportuna esta reflexión de José Emilio Pacheco: “El cuento es el género narrativo más antiguo y más nuevo. En él todo se ha hecho y todo está por hacerse”.

De algunos de los cuentos estos breves comentarios. El primero, ‘Las manos del acordeonero’, una hermosa mujer con silueta de bailarina, llega de su tierra lejana al festival vallenato, y el 30 de abril se sitúa al lado de la tarima y cuando ve las manos mágicas de un acordeonero en pleno concurso queda hechizada, y al finalizar el concurso, ese estado permanece como una estatua por varios días y la gente se sorprende al verla. Luego desaparece y algunos dicen que la ven todos los de 30 de abril en la tarima. ‘Una blusa roja para Tania’, una alegoría a los bailadores de salsa y a la pasión del color rojo, que es símbolo de vigor, armonía y sortilegio. ‘El orador nocturno’, un orate, borracho y solitario que con fina oratoria alteraba el silencio de la noche, y una joven adolescente atraída por su voz, disfruta de sus discursos. Cuando éste muere, llora porque se había enamorado de su voz.

‘El artificiero’ un texto didáctico que pone manifiesto esa añeja costumbre de la pólvora. La niña Margarita, la libélula traviesa de vaga ilusión, toma en su inocencia un tote en su jardín y cree ese confite azuloso, se lo lleva a la boca y se lo traga. ‘Mi novia pinta arreboles’, es una metáfora para revelarse contra el holocausto del palacio de Justica, donde tantas personas inocentes fueron desaparecidas. ‘Fulgurantes’, una riqueza creativa, un anillo de rubí se pierde en la casa de una Gran Dama, y ésta salvamente castiga a una de sus empleadas; meses después, en una trampa de ratones ven que un joven ratón deforme y su cintura está dentro del anillo.
La segunda parte del libro son las crónicas de viajes. Son testimonio de sus recientes viajes con sus tres hijos, Clarisa, Silvana y Ciro José.

Ella, a quien su padre le enseñó la fantasía de viajar a través de los libros, viajó con un mapa en blanco, fue tomando notas y al regreso los pinceles de la memoria empezaron a llenar de letras y colores las páginas blancas. Mary evoca a la escritora cubana Zoé Valdés, y el título de uno de sus libros: ‘La eternidad del instante’. En el regreso, siente que fue instante en que demoró allí, Pero se volvió eterno en los recuerdos, Es en esencia la segunda parte del libro.

Finalizo, con estas palabras de la autora: “Este lugar, Valledupar y sus alrededores, es mi base, además yo escribo por necesidad espiritual e intelectual, yo soy escritora, de esas que no piensan hasta donde van a ir a parar sus libros, sino de las que desean descargar todo un peso emocional en el papel, lo que si no te puedo negar es que me gusta que me lean y si me dicen algo bueno de mis libros está bien y si es algo malo, también, lo importante es que los lean”.

BLOG DEL AUTOR: José Atuesta Mindiola

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