Por: Alejandro Gutiérrez De Piñeres y Grimaldi
En esta oportunidad, quiero rendir un homenaje a mi terruño natal, rememorando aquellos años de infancia y adolescencia que viví en mi Ocaña señorial. Grandes recuerdos conservo de esos tiempos maravillosos (1950 a 1970) y, por tal motivo, he querido traer a colación, algunas memorias, acerca de la Historia de la Música en Ocaña durante ese período en especial.
Yo no puedo afirmar categóricamente que la influencia musical en el alma ocañera, se haya impregnado solo de la música andina, por el hecho de formar parte geográficamente de esta región, pues no debemos olvidar que, durante en transcurso de la historia, Ocaña ha tenido vínculos geográficos, políticos, económicos, culturales y hasta religiosos, con la Región Caribe, en especial con los Estados del Magdalena y de Bolívar. Sería bueno refrescar la memoria, y decir que, cuando no existía la figura de Departamentos, sino la de los Estados, el Estado del Magdalena, abarcaba lo que hoy constituyen los Departamentos del Magdalena, Guajira y Cesar, que también incluía a la denominada Provincia de Ocaña, eso hasta el año de 1910.
Considero que debido a dicho factor, se debe atribuir, en gran medida, que los ocañeros hayamos siempre tenido una especial simpatía y nexos de integración con los aires musicales de la Región Caribe colombiana, sin dejar nuestra condición andina. Ello se ha visto reflejado durante décadas en nuestras costumbres musicales, en el baile, en la gastronomía, y hasta en la forma de su humor y vestir.
Entrando en materia, para poder hacer reminiscencias de la Ocaña musical de mi época, debo empezar por decir que Ocaña siempre ha sido campo de cultivo para las más diversas expresiones, sin que ninguna de ellas prevalezca sobre la otra. Aún conservo en mi mente y en mi corazón, aquellos bellos recuerdos, cuando mi padre madrugaba y nos llamaba, para que llegáramos temprano a la Escuela (Adolfo Milanés) y al Colegio Caro, los mayores. Antes de partir para clases, yo solía prender la radio y sintonizar la Emisora ‘Ecos de Ocaña’, la cual iniciaba su programación con el Himno Nacional y enseguida un programa musical con temas exclusivos de la región andina colombiana. Escuchar a Don Saúl Conde Berti, el hombre del corbatín y locutor de cabecera, era una maravilla. Al compás de bambucos, pasillos, valses, torbellinos, guabinas, dábamos inicio a la mañana. Salíamos de casa entonando Las Acacias, El Guatecano, Hurí, Pueblito Viejo, Señora María Rosa, y muchas más.
GARZÓN Y COLLAZOS: PUEBLITO VIEJO (Vals)
Cuán hermoso era asistir los domingos por la mañana al Radio Teatro de la Emisora Ecos de Ocaña, donde los niños ensayabamos previamente, acompañados de guitarras, canciones andinas, llaneras, costeñas y hasta rancheras. El programa infantil dominical se llamaba «Pica – Pica», y allí hacíamos gala de nuestras voces, y se nos premiaba con tubitos de Café Dego o San Roque, con paquetes de velas El Alba, más billeticos de cincuenta centavos, con los cuales podíamos ir en horas de la tarde, a cualquiera de los teatros (salas de cine) existentes: El Granada, Morales Berti y el Avenida. Antes que se comenzasen a rodar las películas, escuchábamos música colombiana, pero de igual modo a Tony Aguilar, Jorge Negrete, Pedro Infante, Dueto Miseria, Javier Solís, Miguel Aceves Mejía, Olimpo Cárdenas, Julio Jaramillo, Los Panchos, etcétera. Nuestros oídos se fueron acostumbrando a ello.
JORGE NEGRETE: MÉXICO LINDO Y QUERIDO (Ranchera)
En la Emisora, los sábados en la noche, se presentaban mayores o adultos, y de allí surgieron grandes exponentes de los aires populares de ese entonces. Los domingos los niños cantaban de todo: temas andinos, llaneros, rancheros, pasodobles, y un grupo infantil con dulzaina, caja, guacharaca, cencerro, maracas y timbales, ejecutaba guarachas, tuqui-tuqui, paseitos, cumbias, porros y otros aires más, al estilo del gran acordeonista de moda: Aníbal Velásquez.
ANÍBAL VELÁSQUEZ: ALICIA LA FLACA (Guaracha)
Para esa misma época, eran frecuentes los bailes ante todo en los barrios populares de Ocaña y en familias de clase media. La política sectaria se veía reflejada cuando los hijos de los liberales, tenían sus fiestas en el Centro «Benjamín Herrera» (donde hoy en día funciona El Bodegón eléctrico), bajo la dirección de Don Bernardo Silva Gómez, quien solía contratar a la Orquesta de «Rocho», llamada ritmo tropical, mientras los hijos de los hermanos godos, se iban de fiesta a casa de Don Juan Luna y su señora Rosario (ubicada frente a la antigua Cárcel del Circuito, hoy en día sede del Sena).
Oh época linda la de ese tiempo, donde los enamorados hacían de las suyas, llevando serenatas hermosas, a encantadoras damitas, que felizmente se trasnochaban escuchando las melodiosas notas de un violín, una guitarra, un tiple, una bandola, interpretadas por grandes intérpretes y trovadores, como Leonel López Picón, Luis Páez Caicedo, Miguel Ángel Pino, Guillermo Lemus Sepúlveda, Carlos Julio Melo, Cheo Paba, Otoniel Osorio Pinto y, ante todo, el Maestro Rafael Contreras Navarro, quien en su grata morada, ubicada en el barrio La Costa, o en casa de Doña Leticia Patiño de Contreras (en San Francisco), se llevaban a cabo grandes jornadas musicales, improvisando tonadas, y alegrando los corazones de todos aquellos que por allí se acercaban.
Ah tiempos aquellos, en que los hermanos Carrascal Claro (Alfonso, Carlos y Orlando), se reunían con sus amigos para evocar con poemas y canciones, el amor imperecedero por su tierra hacaritama. Que aportes tan bellos que esta familia produjo, esencia propia del arte ocañero.

ALFONSO CARRASCAL CLARO: LA MUGRE (Bambuco)
Con la llegada a Ocaña de Don Miguel Duque Gutiérrez De Piñeres, procedente de Mompox, con un piano importado de Alemania, hacia 1860, se dio inicio en nuestra patria chica a un «boom» de música culta, donde surgieron grandes talentos, no solo de varones sino también damas, intérpretes de ritmos variados (polkas, valses, mazurkas, etcétera), con pianos, arpas, violines, tanto así que a principios del siglo XX, en el ámbito nacional, se consideraba a Ocaña, una de las ciudades más cultas en materia musical. Muchas veces pasé por casa de Doña María Elena Morales de Prince, y me emocionaba verla tocar el piano con melodías de nuestra entraña popular. Esta tradición hoy en día se refleja con la cantidad de valores que ha dado la Provincia, y que se pasean por diversos escenarios.
Vale recordar como la música de Bandas han sido toda una tradición en la Provincia de Ocaña (Ocaña, Convención, Río de Oro, La Loma de González, El Carmen, La Playa, etc), las cuales no solo han ejecutado los aires musicales del interior, sino de toda Colombia y aún del exterior. Por ejemplo, nada tienen que envidiarles, en su sabor y ejecución, a las del caribe colombiano, tocando Porros, Cumbias, Merengues, etc. Desde la familia Noguera, pasando por los Clavijo, los Paba, Lemus, Melo, Pino, etcétera, han sido muchas las glorias y los ratos agradables que han dado a todos sus oyentes. Cuál ocañero de esa época, no recuerda las llamadas retretas, que se hacían en la Plaza 29 de Mayo los jueves y los domingos, donde el maestro Rafael Contreras, con ese talento y dominio, dirigía a los integrantes de la Banda, para deleitar a la perfección, con bambucos, valses, pasillos, rumbas, porros, merecumbés, gaitas, joropos, pasajes, y hasta música clásica, porque había mucho talento en sus filas.
BANDA MUNICIPAL DE OCAÑA: ‘SINCELEJANA’ (Porro)
Jamás podríamos ignorar la influencia tan marcada de la radio en el corazón de los ocañeros, solo bastaba encender el radio y sintonizar, con absoluta claridad, las radiodifusoras en boga, no solo a nivel nacional, sino también internacionalmente: Radio Rumbos de Venezuela, al igual que Ecos del Torbe, donde la música llanera llegaba gustosa a nuestros oídos; la Billos Caracas Boys, la mejor orquesta de música tropical del mundo; los Melódicos, Orlando y su Combo, Los Blanco; de República Dominicana llegaban las ondas hertzianas con el merengue típico del Cibao y su máximo exponente: Ángel Viloria, con temas como ‘A lo oscuro’ y ‘La Empalizá’; de Cubita la bella, a través de Radio Progreso de La Habana, se alegraba nuestra vida con las voces inolvidables de Daniel Santos, Celia Cruz, Bienvenido Granda, Alberto Beltrán, la Sonora Matancera, Bobby Capó, Trío Matamoros, el gran Benny Moré, Celina y Reutilio; de Curramba la bella, Barranquilla entraba Radio Libertad con Marcos Pérez y las agrupaciones musicales de moda: Pacho Galán, el rey del merecumbé, Aníbal Velásquez y su acordeón embrujador, Lucho Bermúdez con Matilde Díaz, y sus porros inolvidables, Pedro Laza y sus Pelayeros, Rufo Garrido, La Sonora Cordobesa, Antolín Lenes y Lucy González, Guillermo Buitrago, Bovea y sus Vallenatos, La Sonora del caribe, Clímaco Sarmiento, Los Corraleros de Majagual, Alfredo Gutiérrez, etcétera. De Santa Marta no me perdía a ‘Ondas del Caribe’, quien de lunes a viernes, a las 8 pm, nos ponía a los jóvenes de ese entonces a escuchar a los grandes juglares de la música de acordeón, con el programa: ‘Así canta el Magdalena’, con esa música bella, costumbrista y raizal, interpretada por músicos de la talla de Alejandro Durán, Colacho Mendoza, Andrés Landero, César Castro, Julio De la Ossa, Luis Enrique Martínez. De Bogotá se podía sintonizar Radio Santa Fe, con su nocturnal colombiano y el maestro pamplonés Oriol Rangel y sus conciertos de música andina colombiana. En medio de toda esa corriente, que absorbía a los ocañeros, nunca hizo falta el bolero y la ranchera, de gran arraigo popular, como Javier Solís, Los Panchos, Johny Albino, etcétera. Toda esa amalgama musical, fue nutriendo paulatinamente el alma de todos los ocañeros.
ÁNGEL VILORIA Y SU CONJUNTO: A LO OSCURO (Merengue Dominicano)
En Ocaña surgieron grandes voces como Blanquita Sierra, una dulce y cotizada voz; al lado del famoso Trío Los isleños (Gastón Guerrero y Santander Díaz), quienes al lado del ocañero Oscar Fajardo obtuvieron grandes triunfos a nivel nacional e internacional. Posteriormente surgieron grupos como el Cuarteto Camaná y el Trío Piraligua con Carlos Navarro Torrado, Gustavo Arévalo y Héctor Sánchez, reemplazado luego por Efraím Jácome. Imposible dejar de mencionar a las Hermanitas Pérez (Ayda y Yolima), dueto que se tornó muy popular con sus canciones típicas colombianas.
BLANCA SIERRA TRIGOS: ‘TE NECESITO’ (Bolero)

Cuán importante es mencionar aquellas Orquestas como la de Rocho (Ritmo Tropical) y la de Cheo Paba (La Sonora del Norte), quienes durante muchos años llevaron alegría a los habitantes de Ocaña y la Provincia en general. Lugares como el Club Tarigua, el Centro Benjamín Herrera, el Hotel Timaná y la pista del Hacaritama, ubicada al interior del Palacio Municipal, sirvieron de escenario a muchas veladas bailables, matizadas con las los éxitos tropicales de ese entonces, en particular los aires del caribe colombiano, al estilo de Francisco ‘Pacho’ Galán, Lucho Bermúdez, Pedro Laza, Peyo Torres, el Ñato Montes, José Nuncira Machado, Clímaco Sarmiento, la Sonora del Caribe de Barranquilla, la Orquesta Santa Marta, que llegaba a Ocaña para amenizar los bailes a partir del 14 de Diciembre hasta el 6 de Enero (Navidad y Carnavales), Reyes Torres de Villanueva (Guajira) y las canciones de Rafael Escalona, Los Corraleros de Majagual y Aníbal Velásquez, Alfredo Gutiérrez, Noel Petro y muchos más.
PEDRO LAZA Y SUS PELAYEROS: BARANOA (Jalaito)
Entre los Conjuntos de Acordeón de ese entonces, se destacaron entre otros el de Gustavo Mantilla, Los Playoneros, que más adelante fueron la base para el surgimiento del Combo Nuevo, con el acordeón de un gran maestro como era Ismael Rudas y su cantante Álvaro Troncoso, quienes amenizaban fiestas privadas y parrandas, por diversos barrios de Ocaña, como en La Popa, Las Llanadas, El Carretero, El Llano, El Tamaco, La Piñuela, El Palomar. Vale recordar la gran presentación que tuvo el Combo Nuevo, en un concurso nacional organizado por la Cadena Radial Caracol, denominado «Orquídea de plata Phillips», en el radio teatro de Nuevo Mundo.

ISMAEL RUDAS: ‘EL VIEJO BAÚL’ (Pasebol)
En diversos barrios de Ocaña era común escuchar los famosos «picots», los cuales retumbaban por doquier, en particular los fines de semana, desde el Barrio El Carretero con Don Jesús Sanjuan, o en la casa de Martín Villafañe; también en El Palomar o El Garrapatero, se escuchaban los equipos de sonido (radiolas), con la música bailable de esos años, como La Pollerá Colorá, La Negra Celina, Festival en Guararé, La Paloma Guarumera, Rosa María, etcétera. Ni que hablar de los bailes organizados por los alumnos del Colegio Caro, la Normal de varones o el Industrial, o en los Clubes sociales, como el Tarigua, Comercio, Ocaña , en la pista del popular bailadero Los Pisingos, donde era común encontrar agrupaciones musicales de gran talla, como la Orquesta Santa Marta, que desde el 14 de diciembre arrancaba hasta el 6 de enero, y se alojaba en el Hotel Sevilla, en la esquina de la Plaza; Peyo Torres y sus Diablos del Ritmo de Sincelejo, excelente orquesta; la Sonora del Caribe de Barranquilla de Los Hermanos Pompeyo: Reyes Torres de la Guajira, José Nuncira Machado de Barranquilla. También se sacaban los equipos de sonido a la calle, se cerraban con lazos y los del barrio bailaban, como era el caso de Memo Picón en el barrio El Tamaco.
CRISTÓBAL PÉREZ Y SU CONJUNTO: LA NEGRA CELINA (Cumbia)
A todo lo anterior podemos agregar la presencia masiva de estudiantes costeños, procedentes de municipios como San Juan del Cesar, Villanueva (Guajira), de Valledupar, La Paz, Manaure, San Diego, Codazzi, Becerril, Chimichagua, Tamalameque (Cesar), de El Banco, Mompox, Barranquilla, y muchos más, que nos contagiaron con su música y alegría, como el caso de acordeoneros de la talla de Willer Daza, Álvaro Cabas, Óscar Queruz; cajeros como Pedro Alfaro, guacharaqueros y cantantes como Lucho Correa, compositores como los hermanos Meneses (Fernando y Alfonso), que escribieron y dedicaron una canción en ritmo de paseo al Colegio Caro.
La generación «A go-go» y «A ye-ye», que tuvo su fuerte con el llamado Club del Clan de Lizarazo, tuvo en Ocaña dignos exponentes también, como Luis Portillo, Jesús Neira Quintero, Mauricio Uribe, Toño Jácome, Gustavo Quin, Héctor Quintero, Hernán Paez Mozo, los hermanos Baene – Ferez y la máxima exponente de este género: Yolandita Pérez quien se posicionó a nivel nacional e internacional con su canción «Granito de arena» y muchos éxitos más.
YOLANDA PÉREZ MANZANO: ‘GRANITO DE ARENA’
También coexistieron otras corrientes de música ranchera, que posteriormente vinieron a conformar mariachis como el de Cristo Navarro. Sobre éste último hay que anotar, que casi todos sus hermanos, tuvieron un gusto musical, que se expresó con Cristo tocando música tropical y rancheras, Volmar cantante de la Sonora del Norte, Mirmar un gran timbalero (qepd), Alirio conguero y Nadin acordeonero (qepd). Tampoco debemos pasar por alto a los hermanos Restrepo de El Palomar: Mario y Nando, excelentes músicos de toda clase de ritmos. No podemos olvidarnos de Rito Velásquez, el rey de los boleros, de Jesús Clavijo y Reynel Navarro, grandes ejecutantes del Violín.
Aún tengo en mi mente grabados los conciertos que el guitarrista Henry Rivas (uno de los mejores de Colombia), quien fungía como profesor de la Escuela de Bellas Artes (1968), e hizo que en nuestra tierra se amase la música clásica, y que de allí salieron grandes talentos, conocidos hoy en día, que no voy a enumerar, para no caer en omisiones. Definitivamente Ocaña, cuna de grandes exponentes musicales, no puede quedarse anclada en el recuerdo y volver por esos antiguos senderos y no dejarse apabullar por ritmos degradantes y ajenos.
BLOG DEL AUTOR: Alejandro Gutiérrez De Piñeres y Grimaldi
Que gran placer, leer y ver a Alejandro Gutiérrez de Piñeres, muchos, muchísimos años han pasado desde nuestra vecindad, pero tengo gratos e imborrables recuerdos de él y toda su fmla. Siempre estarán en mi ❤️, recuerdo a sus padres, hnos y el afecto será imperecedero. Un saludo Alejandro y agradezco Arminio el hacerme llegar esta magnífica crónica de la música Ocañera.
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Excelentes remembranzas. Esto nos conmueve el alma al pensar que todavía hay personas que nos recuerdan la importancia de la música en nuestro desarrollo cultural. La imperiosa necesidad de rescatar y revivir tantas melodías, ritmos, ejecuciones para evitar que nuestra música desaparezca y caiga en los mal llamados nuevos géneros que no tienen sentido en sus ritmos donde prevalece la violencia, la falta de valores, la vulgaridad, La ofensa a la mujer y el sinsentido de la vida, que conduce a la juventud a un mundo irreal y peligroso donde se en salsa el poder del dinero por encima de la lealtad, la razón, la honestidad. Buena esa y felicitaciones a quienes aún tratamos de mantener vivo este legado.
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Excelente escrito salidos
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Que gran artículo. Gracias por hacernos recordar y aprender más de nuestro folcror.
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