Sofy Cotes nos cuenta la historia de «El Ballet Vallenato»

Félix Carrillo Hinojosa

Los recuerdos se reúnen en fila India y empiezan en su voz, a contar esas historias de tantos pasos andados. Con una suave melodía llega el verso «Pero Manaure es el sitio/de mayor recordación/allí entre cantos y amor/nacieron los tres monitos», hecha por su padre, el mismo que se enamoró en otro lugar y se fue en busca de su felicidad, dejándola de siete años, mientras su madre cerraba las puertas del amor con un no rotundo, ante el regreso de quien había sido el todo para ella.

Atrás quedaron las guitarras y voces que le dieron la bienvenida, a tantos músicos y amigos que construyeron una fraterna tertulia de desconocidos, que luego se volvieron amigos, para terminar cobijados por la inmensa sabana de la hermandad.Su madre, sin sobreponerse al duro golpe amoroso, decidió enviar a sus hijos a estudiar a Cartagena, donde la danza y el mar para ella, coparon todos sus sueños.

Su anhelo era estudiar ballet clásico, pero tener catorce años se levantó como un muro, al ver tantas niñas de cuatro y seis años deslizar sus cuerpos como unas mariposas.Con una voluntad férrea cambió de gusto y se inclinó por el ballet español, que inició en la Escuela de Danza del Teatro Heredia, donde su pasión se desbordó de tal manera, que descuidó sus estudios.

Ante este hecho, su madre decidió llevárselos para Barranquilla y los matriculó en el Colegio Lourdes, donde hecha ya toda una señorita con quince años, la llevaron a aplomarse y responder con juicio sus tareas y las clases de lo que le gustaba, en la Escuela de Bailes de Rosario de la Cava y Trianero, una pareja de españoles, que la guiaron por el camino que era.

Con esa formación, al llegar a Valledupar se convirtió en el centro de las fiestas, donde montaba su show que entre taconeos y castañuelas, demostraba algo diferente para un pueblo grande con amagos de ciudad.Un día conoció a Adalberto Acosta, un cienaguero, director de danzas de la Universidad del Magdalena, quien con mucha sabiduría, acogió su idea, de crear un grupo de danzas.

Así fue como nació el 27 de mayo de 1968, el ballet vallenato, que significó para la comunidad una manera diferente de conocer otra expresión del arte.Los primeros ensayos del grupo conformado por Eunice Monsalvo, Leonor Monsalvo, Autora Aponte, Adelita Castro, Hilva Morón, Dolly Montero, Ana Delia Uhía, Jenny Pineda, Aurita Aponte, María Cristina Cotes Medina, Pablo Uribe, Orlando Matiz, José Antonio Baute, Jaime Hinojosa Daza, Jorge Baute, José Manuel Baute, Jaime Barranco, Jaime Montero, José Fernández, Hernando Pineda, Emiro Rodríguez, Rafael Zequeira y los músicos Florentino Montero, Alfredo Calderón, Juan Calderón, Genisberto Avendaño, Efrain Salas, Francisco Baute, Emiro Rodríguez y Guillermo Baute, se hicieron en la cafetería de la gobernación, autorizados por el entonces gobernador Alfonso López Michelsen, quien por varios meses acolitó esa propuesta, que se volvió una muestra itinerante en sus ensayos, en donde llegaron hasta las puertas de la casa de Lola Bolaños, en el barrio El Carmen, lugar no bien visto para unas jovencitas de esa época.

Igual el aporte de Rodrigo Oñate, quien regaló el vestuario para representar el baile del paseo y la contratación de un taxi, para llevar a las jóvenes bailarinas a sus lugares de residencia. Durante seis meses trabajó en la gobernación, para llegar a las siete de la noche y dedicarse a ensayar en la casa de Consuelo Araujo y Hernando Molina, durante varios días, que luego trasladó al patio de la casa de Blanca Cabello, para terminar en la Casa de la Cultura, que se convirtió en la sede permanente del ballet, por decisión del gobernador Alfonso Araujo Cotes.

El Ballet Vallenato en el Encuentro de saberes del Bolívar (2017) / Foto: Samny Sarabia

Con ciertos amagos de división al interior del ballet vallenato, productos del afán de apoderarse de la dirección, la llevó a darle un vuelvo en sus componentes, que generó una nueva generación de bailarines, encabezados por María Isabel Núñez, Graciela Márquez, Yomaira Pineda, Nelly Adarraga, Glinis Baleta, Alexa Baleta, Rosenda Romero, Nicolás Maestre Martínez, Nohema Márquez Contreras y Maira Cotes Medina, donde de su poco tiempo sacaba lo necesario, para ensayar en la tarde y noche en ese lugar emblemático de la cultura Valduparense.

Los vestidos fueron diseñados por Sonia Osorio en Barranquilla, con los que se presentaron en el segundo Festival de la Leyenda Vallenata, donde montaron los cuatro ritmos como lo son El Paseo, El Son, El Merengue y La Puya, agregándole la danza del Pilón y La Cumbia, presentándose con un vestuario de gala, que los llevó a ser reconocidos, como una de las mejores muestras culturales dentro de ese concurso. Con algunos cambios en sus vestidos y mayor preparación en sus bailes, aceptaron ir a Santo Domingo, donde participaron junto a catorce naciones, que les permitió representar a Colombia con unas expresiones locales y alzarse con el primer lugar y ganar el Premio ALBATROS, nombre en honor a las aves de los mares.

Esos diez días vividos por fuera de su tierra, les dio una madurez. Así como se fueron, llegaron en un avión de la FAC, y ser recibidos por el pueblo, el alcalde, gobernador y secretarios, que bajo la dirección de Consuelo Araujo Noguera, se pasearon triunfantes desde el aeropuerto, una avenida atiborrada de entusiastas seguidores, hasta llegar a la Plaza Alfonso López. Fue una fiesta donde los cogió el amanecer.

Estas más de cinco décadas que tiene el ballet vallenato, hoy bajo la dirección de Carlos Calderón, quien junto a sus integrantes, sufren los embates del olvido y poco interés de los entes, a quienes les corresponde no dejar morir un bien cultural, que vale la pena mantener, sumado a las pocas las personas que se acercan a proteger un patrimonio cultural de la región, en donde solo la mano amiga de Giovanni Lanzoni se ha hecho presente, en sus recurrentes dificultades.

Urge una cruzada para salvar al ballet vallenato, quien con unas políticas públicas culturales bien construidas, puede salir avante al igual que otras muestras del arte Cesarense».

Fercahino(Sofía Cotes Núñez, nació en Manaure, Cesar, el 17 de julio de 1943. Padres Carmen Núñez y Alfonso Cotes Queruz) #RelatosFercahino

Félix Carrillo Hinojosa

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