Por: Alejandro Gutiérrez De Piñeres y Grimaldi

Todo lo que se conoce como música vallenata, obedece a un proceso el cual abarcó varias décadas, comenzando por la leyenda del llamado ‘Francisco el hombre’ hasta llegar a los llamados Festivales, en los cuales se reúnen diversidad de acordeoneros, procedentes no solo de la Región Caribe, sino también de otros departamentos colombianos y, aún de aquellos países de habla hispana y de otros idiomas, que han acogido sus aires musicales y se divierten con ellos, bien sea tras escucharlos en diferentes medios de comunicación, o directamente por medio de conciertos o presentaciones públicas o privadas, dada la multiplicidad de agrupaciones surgidas especialmente, a partir de la puesta en marcha, del denominado Festival de la Leyenda Vallenata, creado por iniciativa de la conocida ‘Cacica’ Consuelo Araújo-Noguera, el compositor Rafael Escalona Martínez y el expresidente de Colombia Alfonso López Michelsen, dando inicio al primer Festival en el mes de abril de 1.967 y, a través del mismo, se ha venido procurando que esta tradición musical perdure y continúe vigente en el alma, no solo de toda Colombia, sino también de miles de nacionales de otras naciones, particularmente desde México hasta Chile y Argentina.

El vallenato es una herramienta que ha fortalece el tejido social de la región Caribe colombiana y ha permitido por muchos años divulgar a través de sus letras, las noticias y los mensajes de sus pobladores, al igual que las bellas canciones llenas de amor e historias comunes, en un espacio muy bien logrado, lo que fue motivo para que la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), le otorgase el título de ‘Patrimonio Cultural e inmaterial de la humanidad’, con lo cual se está rindiendo honor, a juglares y trovadores del siglo anterior, de una gran talla musical, que hoy en día aún resuenan sus acordeones, como el ‘Pollo Vallenato’ Luis Enrique Martínez Argote, el inolvidable maestro Nicolas ‘Colacho’ Mendoza Daza y el ‘Negro grande’ Alejandro Durán Díaz, cuya trilogía estampó huellas profundas, en los corazones de un pueblo que, a pesar del tiempo, mantiene vigentes sus canciones.

01. EL JARDÍN DE FUNDACIÓN

Interpreta: Luis Enrique Martínez

02. INTERESADA

Interpreta: Nicolás ‘Colacho’ Mendoza

03. SIELVA MARÍA

Interpreta: Alejandro Durán

Con esta estructura débil al principio, pero con la ilusión que la tradición musical no fuese a desaparecer con el pasar del tiempo y las generaciones, se creó un espacio para reunir toda la magia de la tierra vallenata que nutre cada una de las melodías de este género. Es así como desde hace 56 años esta celebración ha puesto a bailar y suspirar con sus encantos a propios y visitantes, coronando anualmente a un Rey de la leyenda vallenata. Mención especial como un reconocimiento al legado original que nos dejaron, son los nombres de estos tres Reyes, que se erigieron con méritos sobrados, como ganadores en los concursos en los cuales intervinieron.

Aunque ninguno de los tres Reyes citados (Luis Enrique, ‘Colacho’ y Alejo) eran oriundos de la llamada Capital Mundial del vallenato (Valledupar) y manejaron distintos estilos, fueron sin duda alguna, verdaderos gestores de una corriente tradición musical y fuente de inspiración, por su originalidad, puesto que, eran reflejo de aquellos lugares donde nacieron, crecieron y cantaron, creando melodías maravillosas en medio de parrandas, poesía campesina, cuentos, leyendas, mitos, tradición oral, expresiones literarias, socioculturales y artísticas asociadas al medio en el cual nacieron y departieron, específicamente en territorios del antiguo Estado del Magdalena, hoy en día conformado por tres departamentos, a saber: Magdalena, Guajira y Cesar.

04. EL GALLO JABAO

Interpreta: Luis Enrique Martínez

05. EL ERRANTE

Interpreta: ‘Colacho’ Mendoza

06. COMPAE CHEMO

Interpreta: Alejandro Durán

En el antiguo Magdalena florecieron juglares, cuyas composiciones nostálgicas, alegres, sarcásticas y humorísticas, interpretaban el mundo a través de relatos que combinan el realismo y la imaginación. Al investigar el origen de los cuatro aires, encontramos que ellos no tienen un estilo marcado y definido, sino que al seguir unos compases rítmicos elementales, los juglares llevaban todo el peso de las parrandas o fiestas populares, dado que ellos mismos componían sus canciones, en forma de relatos, las cantaban e interpretaban con su Acordeón, como en el caso de Juan Muñoz, Lorenzo Morales, Juancho Polo Valencia, Pacho Rada, Abel Antonio Villa, quienes bajo la compañía de sus instrumentos tradicionales como la caja, la guacharaca y el acordeón, basados en cuatro aires con esquemas rítmicos propios, crearon de este modo, una identidad regional común. No obstante, los participantes en concursos continúan ejecutando pases y bajos muy diferentes, a los que solían ejecutar músicos de la talla de Alejo, nacido en El Paso (Cesar), ‘Colacho’, guajiro de pura cepa y Luis Enrique, el cual habiendo nacido en el Corregimiento del Hatico (Fonseca – Guajira), al radicarse en Fundación (Magdalena), creó un estilo muy particular, del cual grandes compositores e intérpretes, siguen introduciendo en sus canciones.

Aunque en la ya conocida sabana que atraviesa departamentos como Atlántico, Bolívar, Sucre y Córdoba, también se ha hecho uso del Acordeón, siguiendo algunos patrones similares a los de los vallenatos, pero se fueron desarrollando con estilos propios y aires que lograron escalar y llegar a prevalecer en bailes y cumbiambas, acompañados también de instrumentos de viento, crearon y fortalecieron sus propios aires como la Cumbia y el Porro; infortunadamente un nuevo tipo de vallenato está marginando al género musical tradicional, atenuando el papel que éste desempeña en la cohesión social. Para ser más claro, respecto a esto último, basta escuchar las llamadas canciones vallenatas, cuya melodía está lejana del sentido original, puesto que no cuadran dentro del marco original, es decir, no suenan realmente como sones, paseos, merengues o puyas.

No sobra entonces decir que, están apareciendo nuevos aires, ejecutados con los instrumentos usuales del vallenato, pero que son ajenas a lo típico o regional. En virtud de lo anterior, es deber nuestro, los defensores de ese dejo y la chispa interpretativa, y evitar que le den un trato similar a un balanato, un vallejarto o un rancherato (como los llaman en algunas partes de Colombia), y cuyas letras se asocian en muchas ocasiones, con cursilerías, machismo o bajezas propias de cantinas o de establecimientos de poca monta.

07. LA TIJERA

Interpreta: Luis Enrique Martínez

08. NI GUAYABITO ME DA

Interpreta: ‘Colacho’ Mendoza

09. EVANGELINA

Interpreta: Alejandro Durán

La música vallenata, a pesar de los años no se ha agotado para el público en general, antes por el contrario, al fusionarse con la tradición oral, ha logrado posicionarse, aún luchando contra la intromisión de las casas discográficas, que a punta de maniobras, solamente se ha dedicado a promocionar músicos al gusto de ellos, apartándose de los cánones que se han manejado, tanto en el canto como en la ejecución de los instrumentos y, ni se diga, de las composiciones, ya no como producto de una inspiración, sino por encargos hechos por patrocinadores.

El vallenato, al sumarle Acordeón, guacharaca y caja se convirtió en una expresión folclórica reconocida por sus intérpretes, y luego inició un proceso de mutación hasta transformarse en una expresión cultural muy fuerte, la cual transmite mucho de lo que representa el caribe colombiano en particular e igualmente cómo y quiénes somos, lo que fuimos y todo lo que buscamos ser. Esta expresión representa una parte importante dentro de nuestro argot popular, por sus historias y tradiciones, lo cual nos ha permitido darlo a conocer en un número elevado de naciones, dándole una alta y merecida categoría y ser embajadores de nuestra música y folclor.

10. EL POBRE TOÑO

Interpreta: Luis Enrique Martínez

11. CAMINITO VERDE

Interpreta: ‘Colacho’ Mendoza

12. RON CON LIMÓN

Interpreta: Alejandro Durán

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BLOG DEL AUTOR: Alejandro Gutiérrez De Piñeres y Grimaldi