Por: Alejandro Gutiérrez De Piñeres y Grimaldi

Uno de los grandes vacíos notorios en los festivales o concursos relacionados con la música de acordeón (vallenatas y sabaneras), tiene que ver con el escaso reconocimiento que se otorga a los autores de las canciones que allí son ejecutadas, cuando es debido a sus inspiraciones que se reconocen también las virtudes de acordeoneros y cantantes. El hecho de otorgar crédito a cada compositor, no consiste solo en mencionar sus nombres, sino en ponerlos a la altura de los intérpretes de sus canciones.

Hoy en día toda la honra y el honor le es concedido a los intérpretes, pero los organizadores de dichos eventos han relegado la figura del compositor que está detrás de cada canción, pues solamente los animadores, se atreven a mencionar el nombre de los autores de ellas. Si hacemos remembranza de los orígenes de estos temas musicales, a los cuales se les ha dado el apelativo de vallenatos o sabaneros, es posible caer en cuenta que, durante los inicios de la música de acordeón en Colombia, prácticamente toda la labor relacionada con la composición, el canto y la ejecución del instrumento, estaba centrada de forma integral en los personajes conocidos como juglares, quienes dieron vida a esta variante del folclor caribe.

Infortunadamente, los organizadores de estos eventos, han ignorado, con escasas excepciones, a esos arquitectos de coplas, poemas, historias, cuentos o leyendas, elementos básicos en los cuales se basa todo compositor que, en momentos de inspiración, afloran de su mente al igual que de lo más profundo de su alma. Todas esas canciones, que se han alojado en los corazones de millares de melómanos, en gran medida son el reflejo de las letras, que los oyentes escuchan y relacionan con algún hecho en particular. A diferencia, por ejemplo, de los aires interpretados por las llamadas ‘Bandas de vientos’, cuya fuerza motriz se concentra en la melodía, puesto que la inmensa mayoría de los temas por ellas ejecutados son instrumentales exclusivamente.

¿Sería posible que los directivos de cada festival o concurso, dieran cabida en forma similar a los inspiradores de cada tema o aire musical, de todos aquellos que sean interpretados en dicha ocasión?

A través de este documento, pretendo exaltar la figura de algunos compositores, citando algunos nombres, datos biográficos y canciones, al igual que sus respectivos intérpretes.

01. SANTANDER DURÁN ESCALONA

“El compromiso del cantor es con su realidad”.

Nació en Valledupar el 4 de enero de 1944; está considerado como un innovador, pero enmarcado en el área romántica y costumbrista, partiendo del manejo de la figura metafórica y convencido de la estructura popular de sus obras. Sus cantos constituyen un tributo al sentimiento, la poesía y la protesta social, puesto que, todos ellos se conjugan en este extraordinario personaje: Santander Durán Escalona.

Desde hace más de cincuenta años, su sentimiento aflora de manera espontánea, para cantar al amor con poesía, lírica y abundancia en la narrativa. También con rebeldía cantó a las injusticias sociales de su pueblo y al costumbrismo de la Provincia, que dio origen a los cantos vallenato. Es uno de los representantes, vivos, más connotado de los juglares tradicionales; se puede considerar de los padres fundadores de la grandiosa Leyenda Vallenata.

Proviene de una familia de extraordinarios narradores orales, que solían organizar tertulias en las cuales se escuchaban desde relatos bucólicos hasta cuentos de fantasmas. Fue el primero en hablar del Cesar como región autónoma; por dicho motivo compuso una canción, la cual envió a sus familiares, quienes se encargaron de difundirla con la hermosa voz de su hermana Stella. El canto anduvo durante varios meses en la voz de los provincianos de la época, quienes se llenaron de orgullo al escuchar la letra de quien, desde la lejanía, hacia memoria de su tierra con los cantos de Valledupar y las historias del Magdalena, en ese entonces, del Magdalena Grande.

Su vena artística le ha dado varios trofeos como compositor, es el actual “Rey de Reyes” de la canción inédita en el Festival Vallenato (título obtenido en el 2007 con los versos de ‘Entre cantores’), pero no ha sido su único triunfo. A nivel personal, opina que el Festival Vallenato es el gran escenario que le ha permitido forjar un nombre como compositor. Al ganar en 2007, anunció: “No concurso más. Ya es suficiente; cuatro triunfos -entre ellos un Rey de Reyes- ya que el festival no me declara, yo si me declaro fuera de concurso. No sé si dentro de diez años estoy vivo y me presento al Rey de Reyes”. Mientras terminaba el glosario de su libro sobre la Parranda Vallenata, ratificó su anuncio: Si la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata permite que los Reyes de Reyes podamos de nuevo concursar, lo haré.

Así es Santander Durán Escalona: un poeta y compositor que, con el aporte valioso de sus obras, deja un legado en favor de la cultura y, por ende, de su Patria.

AUSENCIA
Autor: Santander Durán Escalona
Omar Geles (Acordeón) & Santander Durán (Canto)

02. SERGIO MOYA MOLINA

“La inspiración para componer una canción viene de lo que uno esté viviendo en el momento. Los compositores de música vallenata le cantamos a lo que nos rodea, por eso hay tanto costumbrismo y narrativa en las canciones vallenatas”, dijo el maestro y leyenda del folclor vallenato Sergio Moya Molina al reflexionar sobre sus composiciones más recordadas. Brillante, así ha sido la carrera musical de Sergio Moya Molina, con más de 200 canciones en su haber, de las cuales unas 150 alimentan los trabajos de los más connotados intérpretes del Vallenato y otros géneros, además de agrupaciones de carácter internacional como ocurrió con «La Celosa», por poner apenas un ejemplo.

Este compositor nacido en 1941, un 27 de abril, cuenta que la única referencia que tiene sobre su vena artística se remonta a su padre Juan Moya López, a quien le escuchó cantar décimas en las fiestas patronales y piensa que este pudo haber sido el punto de partida que lo condujo a su interés por la música. Cuenta que desde muy joven le gustaba asistir a parrandas vallenatas y componer versos que atesoraba hasta que tuvo la oportunidad de mostrárselos al maestro Alberto Pacheco, quien ganaría el IV Festival de la Leyenda Vallenata en 1971 con la canción La cacería. Luego le siguieron grabando conjuntos como los Hermanos López, con Jorge Oñate; los Hermanos Zuleta, Alfredo Gutiérrez, Diomedes Díaz y otros. También le han grabado orquestas nacionales y extranjeras como Juan Piña, los Ocho de Colombia, Porfi Jiménez, Nelson Henríquez, Sinfónica de Bob Porter y otras.

“La inspiración para componer una canción viene de lo que uno esté viviendo en el momento. Los compositores de música vallenata le cantamos a lo que nos rodea, por eso hay tanto costumbrismo y narrativa en las canciones vallenatas”, dijo el maestro y leyenda del folclor vallenato Sergio Moya Molina al reflexionar sobre sus composiciones más recordadas. Entre ellas El Contrabandista con Los Hermanos López, La celosa, interpretada por Los Hermanos Zuleta, Carlos Vives, entre otros; Recuerdos de viejos tiempos, La fiesta de los pájaros, La cacería y El tiempo, éxito con Silvestre Dangond.

EL CONTRABANDISTA
Autor: Sergio Moya Molina
Alma Luz Araújo Castro (Acordeón y Canto)

03. HERNANDO JOSÉ MARÍN LACOUTURE

Hernando José Marín Lacouture (El Tablazo, San Juan del Cesar, La Guajira, 1 de septiembre de 1944 – El Bongo, Los Palmitos, Sucre, 5 de septiembre de 1999) fue un compositor colombiano de vallenato.​ Una de las composiciones más importantes de Marín es la canción ‘Sanjuanerita’, la cual fue grabada por el Binomio de Oro, con la voz de Rafael Orozco y el acordeón de Israel Romero.

En 1992, ganó el concurso de la Canción Inédita en el Festival Vallenato con el tema ‘Valledupar del alma’. A fines de los 1970 grabó el disco ‘La Llave’ con Alfredo Gutiérrez. En los años 1990 fue Declarado oficialmente por las autoridades municipales, hijo adoptivo de Villanueva (Guajira), que se ha constituido históricamente en su himno folclórico: “Villanueva mía”; en ella plasmó el amor que le profesó a esta tierra, la cual si bien no lo vio nacer lo acogió con un profundo cariño. Nando fue un compositor de gran talento, su mayor virtud. En sus dos primeras obras, «Vallenato y Guajiro» y «Lo que Siento», marco el orgullo por su tierra, la que lo vio nacer y crecer, así como también por la música vallenata que sentía que corría por sus venas; fue tanto el amor por esas dos regiones que solicitó que el día que muriera fueran dos entierros para el difunto, en la canción “Lo que siento”

Fue reconocido como compositor de canciones protesta como Los Maestros, interpretada por los Hermanos Zuleta, o La ley del embudo, interpretada por Beto Zabaleta y el acordeón de Emilio Oviedo. Compuso ‘La Dama’ el himno protesta de la Guajira y alertó sobre el interés sorpresivo de los extranjeros y los personajes de saca y corbata del interior del país cuando se conoció que el Departamento era un emporio carbonífero.

En las hermosas y expresivas obras musicales que dejó tales como “la bola e’ candela”, “la creciente” y ‘Sanjuanerita’, con el Binomio de Oro; “campesino parrandero”, en la voz de Jorge Oñate; “los maestros” convertido en el himno de los educadores por los Hermanos Zuleta; “lluvia de verano”, “canta conmigo”, “el gavilán mayor”, “el invencible”, consagradas en la voz del cacique de la junta Diomedes Díaz; “el cantante del pueblo”, “la ley de embudo”, “el ángel del camino”, y otras tantas que hicieron de Hernando Marín un compositor multifacético.

SANJUANERITA
Autor: Hernando José Marín Lacouture
Israel Romero (Acordeón) & Rafael Orozco (Canto)

04. LUIS FELIPE HERRÁN ‘EL CABO’

A sus 84 años de edad y víctima de una insuficiencia renal, falleció en su tierra natal, Cereté, Córdoba, el compositor de célebres temas musicales como «el golero emparamao» y «el guayabo de la ye», Luis Felipe Herrán Herrán, más conocido como el «cabo» Herrán.

Luego de una vida agitada y llena de picardía, como cada una de sus composiciones, que varios artistas como Lisandro Meza interpretaron partió de este mundo. Recibió el apodo de «el cabo», por la posición militar que alcanzó su padre; estando joven abandona la tierra algodonera que lo vio nacer y que fue motivo de inspiración para sus canciones. Este gran compositor logró fusionar aires vallenatos con sabaneros, dando como resultado ritmos musicales, semejantes al son y al paseo.

El Guayabo de la Ye lo compuso cuando viajaba a un pueblito más allá de Sahagún en busca de Sonia, una mujer que le produjo el guayabo de amor que lo estaba matando y sobre el techo de un camión cargado de hielo, tomando ron sin compasión, como dice su canción, se inspiró y compuso el porro. El cabo Herrán tenía 83 años, 14 hijos y su apodo lo heredó de su padre, quien luchó en la Guerra de los Mil Días y se vanagloriaba al decir que había sido un alto oficial, por lo que sus amigos, en broma, le decían que escasamente había llegado a cabo. En 1945 fundó la Orquesta Cereté, con la cual montó cerca de cien obras musicales.

EL GUAYABO DE LA YE
Isabel Sofía Picón Mora (Acordeón y Canto)

05. ANDRÉS GREGORIO LANDERO

Andrés Gregorio Guerra Landero (San Jacinto, Bolívar; 4 de febrero de 1931 – Cartagena de Indias, 1 de marzo de 2000). Fue un gran músico y compositor, conocido como El rey de la Cumbia. En su hogar, el pequeño creció en medio de un ambiente musical. Desde los ocho años se acostumbró a visitar el monte y se aprendió los sonidos de la naturaleza, lo cual posteriormente contribuyó en su vena artística como compositor.

En 1950 comienza su trayectoria. Al mismo tiempo se hizo conocer como intérprete, pues visitaba todas las festividades y corralejas que se realizaban en esas poblaciones. Desde su juventud su habilidad era tocar acordeón. Su primer acordeón se lo compró a Pacho Rada. Acompañó a Delia Zapata Olivella y su grupo de baile, cuando emprendió una gira por Europa. También recuerda el famoso tema musical, conocido como La hamaca grande, compuesta por Adolfo Pacheco, ya que le hizo el arreglo y fue el primero que la interpretó.

Formó su propio conjunto y empezó a participar en certámenes donde resultó triunfador. Ha sido proclamado «Rey de la cumbia» en El Banco, Magdalena, «Rey sabanero» en Sincelejo, «Rey» en Arjona, Bolívar (1969) y «Rey del festival bolivarense del acordeón» (1968). Participó en cinco oportunidades en el Festival de la Leyenda Vallenata logrando dos segundos lugares y dos terceros lugares. Los viajes empezaron y Landero realizó giras a Venezuela, Panamá, República Dominicana y México. En este país, fue declarado «Rey de la cumbia».​

Contó con un sinnúmero de admiradores tanto en Colombia como en el exterior, especialmente en los Estados Unidos donde las numerosas colonias de colombianos, siempre estuvieron al tanto de sus presentaciones y grabaciones. Dentro de sus admiradores, que incluyen personajes de las artes y la literatura, también hay políticos importantes. Falleció de un infarto el 1 de marzo de 2000 en Cartagena de Indias, tras ser hospitalizado en la misma ciudad. El juglar de los montes de María, Andrés Landero puso sus ojos y entregó su corazón a la agraciada joven Alicia García, la diva inspiradora de una célebre pieza del cancionero colombiano titulada ‘ALICIA LA CAMPESINA’, la misma que “se fue y lo dejo llorando”.

ALICIA LA CAMPESINA
Autor: Andrés Landero Guerra
Freddy Sierra (Acordeón) & Dionisio Bertel (Canto)

06. TOBÍAS ENRIQUE PUMAREJO GUTIÉRREZ

Compositor de canciones muy escuchadas en época decembrina y responsable de establecer éxitos folclóricos en el exterior, antes que el vallenato tuviese nombre y se tocara solo con el acordeón. Tobías Enrique Pumarejo Gutiérrez, sin dudarlo es y será el precursor del vallenato, con su peculiar y distintivo estilo. Nació en Valledupar, un 8 de agosto de 1906, vivió parte de su vida en El Copey (Cesar) desde 1940, en su hacienda ganadera “El Otoño” sitio que influyó mucho en la composición de sus mejores canciones.

Cursó sus estudios de bachiller en Medellín durante los años veinte, en el Liceo de la Universidad de Antioquia, institución donde recibió gran influencia académica, poética y musical. Don Toba fallecido en la ciudad de Barranquilla el 8 de abril de 1995 a la edad de 82 años, dejó un legado musical vigente para los siguientes artistas y grupos que con medida del tiempo fueron innovando y revolucionando el género, por las influencias que desde un principio dejó marcadas el gran Tobías Enrique Pumarejo a través de su música un referente musical muy bien seguido por un contingente de poetas y cantores que más tarde crearon las más hermosas paginas musicales, que han vertido a ese inmenso río de cantos.

FLORES COPEYANAS
Acordeón y canto: Anny Gulfo Palma

O7. MÁXIMO RAFAEL MOVÍL MENDOZA

Conocido con el apodo del Indio de Oro, Máximo Móvíl Mendoza nació en Guamachal (Guajira) un 29 de mayo de 1935 y falleció en San Juan del Cesar (Guajira), un 4 de enero de 2002. Fue criado por su abuela la india Cornelia, de la etnia Wayú, hacedora de hamacas y pellones. Siendo muy joven se marchó a trabajar en una finca, en San Juan del Cesar y luego contaría que en ese vaivén de llevar el ganado al río Cesar a darle agua nació su oficio de cantarle a la naturaleza y a los seres queridos.

De muy pocos estudios, siendo principalmente autodidacta, requería a menudo que amigos le escribieran la letra de las canciones, con las que alcanzó las más altas cumbres de la música vallenata, especialmente con sus Paseos Tradicionales y Merengues. “El trio de oro”, bautizado artísticamente por el Cantante Alberto “Beto” Zabaleta en los años 70, se convirtió en el trio de compositores de cuyas obras conocen hasta hoy varias generaciones de colombianos, a saber: Sergio Moya Molina, (La celosa), Máximo Movil (Mujer conforme) y Hernando Marín (La creciente).

Apodado «El Indio de Oro», se desempeñó como chofer y aserrador de madera. Escribió más de 100 composiciones; se le considera el primer indígena compositor de la casta wayuu, que incursionó con éxito en la música vallenata. Gozaba de una memoria prodigiosa y dejó un estilo inconfundible en sus melodías, armonías y letras.

CARMENCITA
Autor: Máximo Movil
Julián Mojica (Acordeón) & Poncho Quevedo

06. LUIS ENRIQUE MARTÍNEZ ARGOTE

Hace cien años en un pequeño pueblo del sur de La Guajira llamado El Hatico, nació un grande de la música vallenata, el hombre que transformó la manera de tocar el acordeón. Sus padres lo llamaron Luis Enrique, pero gracias a su talento y fama el país lo conoce como el “Pollo Vallenato”.

Las maracas y el redoblante fueron los primeros instrumentos que dominó Luis Enrique, aunque era un niño, ya acompañaba a su padre quien tenía una agrupación. Cuando llegó a la adolescencia, se fue en busca mejores oportunidades para el municipio de Fundación y fue allí donde aprendió a tocar el acordeón. La vida de Luis Enrique no fue fácil, de niño fue aserrador de madera, trabajaba en las fincas y cuidaba las puertas para que los animales no se metieran; y estando allá en Fundación fue que los finqueros lo indujeron a que viviera de la música porque se daban cuenta que era muy bueno.

De Francisco “Pacho” Rada, otro juglar de la música vallenata, Luis Enrique aprendió los primeros acordes de un acordeón, su amor por el instrumento era tal, que poco a poco se fue ganando el aprecio de la gente, ya que además tenía talento para componer y cantar. En la década de los 40, el reconocido acordeonero Abel Antonio Villa, que era cuñado de Luis Enrique, se lo llevó a correrías musicales por otros pueblos del Magdalena y el Cesar; en esas andanzas le aconsejó que se dedicara de lleno a la música. “Luis Enrique Martínez tuvo el privilegio de ser el acordeonero con más seguidores, entre ellos los acordeoneros más grandes del vallenato, los cuales siguieron su escuela. Por esa razón se dice que ‘es el rector de la universidad del acordeón’.

El “Pollo vallenato” se hizo grande por su creatividad y versatilidad, al acordeón le sacó nuevas tonalidades usando los pitos y los bajos. Fue pionero en interpretar canciones haciendo introducciones con melodías, adornaba las letras con sus acordes, remataba las canciones, digitaba el instrumento de forma única e incluso hay quienes le atribuyen la identificación de los aires del vallenato: paseo, puya, merengue y son. Y como si faltaran argumentos para sustentar su legado, Luis Enrique no solo tocaba lo que se considera vallenato tradicional, sino que también interpretó con maestría temas sabaneros, tales como la cumbia y el porro.

Antonio Fuentes, propietario de Discos Fuentes trajo de Estados Unidos el primer acordeón de tres hileras, y el único que se atrevió a ejecutarlo fue Luis Enrique Martínez, quien acopló los pitos y los bajos y le sacó melodías. De ahí nacieron los arreglos de la “Cumbia Cienaguera”, la primera cumbia grabada con el acordeón de tres teclados. Con su fama ya ganada, Luis Enrique Martínez Argote dejó como legado más de 120 canciones entre las que se encuentran: La tijera, El hombre divertido, Jardín de Fundación, El parrandero, El mago del Copey, No me hagas sufrir, El gallo jabao, La cordobesa y Mi despedida.

EL GALLO JABAO
Autor: Luis Enrique Martínez Argote
Jeimy Arrieta (Acordeón)

07. ADOLFO PACHECO ANILLO

Nació en San Jacinto, Bolívar, el 8 de agosto de 1940 y fallecido el 28 de enero, Adolfo Pacheco determinó una impronta en la música del Caribe, no sólo gracias a paseos y merengues como «La hamaca grande», «El mochuelo» «Mercedes» y «El viejo Miguel», sino también por cuenta de cumbias como «Mi machete», y «Cuando lo negro sea bello» y «Sabor de gaita». Padeció la incomprensión de algunos puristas e incluso el rechazo sectario de otros, que no querían otorgar crédito a sus canciones, pues para ellos todos los aires musicales ejecutados con acordeón, eran clasificados como apéndices de la música nacida en el Magdalena grande. Hoy en día, reconocidos folcloristas, no se atreven a negar que, los paseos en tono menor ello, van más allá de los cuatro aires tradicionales, definidos como los esenciales dentro de la música vallenata.

Pacheco descubrió de niño el arte del juglar Francisco «Pacho» Rada. Ello se sumó a su cercanía con Toño Fernández y demás Gaiteros de San Jacinto, así como a su amistad con el padre de la cumbia en acordeón, su paisano Andrés Landero. Todo eso determinó el interés por una obra que atravesara todas las manifestaciones de la música de acordeón. Por eso nació, a manera de protesta ante el Festival de la Leyenda Vallenata, su más célebre composición, «La hamaca grande», así como otras en franco espíritu de alegato como “El pintor”, “La espina” y “El engaño”. Gracias a la valía de su obra, Adolfo Pacheco fue declarado Compositor Vitalicio en el Festival de la Leyenda Vallenata de 2005.

Este auténtico juglar, se erigió como el creador que plasmó en sus composiciones, los encantos de su tierra, algunos momentos puntuales de su vida, sus ideas sobre la música y todo aquello que le dejó el haber sido paralelamente político, periodista, deportista, padre de familia y criador de gallos de pelea, entre otras.

Además de componer, el propio Pacheco grabó en su voz muchos de sus propias canciones, en discos de LP al lado del acordeonero y famoso Compadre Ramón al que le hace la visita y la invitación en “La hamaca grande”; y luego al lado del gaitero Juancho Nieves. Después de que Adolfo Pacheco Anillo saboreara la fama, cayó en cuenta de que su papá tenía razón: debía estudiar Derecho. En su juventud sólo soñaba con ser músico; y el viejo Miguel (su papá), a quien le compuso la canción que se titula así, se empecinó en no apoyarlo. Pacheco falleció el 20 de enero del 2023, tras sufrir un accidente automovilístico a la altura de la población de Calamar, al norte del departamento de Bolívar. Su partida deja un profundo vacío en la tradición musical colombiana.
El viejo Miguel tenía que sostener a cuatro mujeres que le habían dado diecisiete hijos y no podía seguir costeando sus estudios en la capital. Esta situación obligó a Adolfo a regresar a su pueblo, donde empezó a trabajar como maestro de primaria. El magisterio lo alternó con la música. No paraba de componer canciones, y los fines de semana los dedicaba a cantar sus temas en los pueblos aledaños, al lado de sus entrañables amigos Nasser Sir (guitarrista de Los Isleños), Nelson Díaz (saxofonista), Andrés Landero (acordeonero y cantante) y su compadre Ramón Vargas.

Cada composición de Adolfo, de las ciento veintiséis que lleva grabadas, tiene su propia historia. El viejo Miguel es un canto a la nostalgia. El tema lo escribió cuando su papá dejó al pueblo por la ciudad. Escogió a Barranquilla, y allá en San Jacinto se quedó él, con muchos de sus hermanos, y su mamá, Mercedes, quien es, para él, un nombre dulce. Representa la bondad de una madre. Con ese nombre bautizó una canción que le hizo a una novia que no quería que le divulgara su identidad.

Adolfo es producto de una mezcla étnica de blanco con negro e indígena. A lo largo de su vida ha estudiado el origen de sus antepasados. Mi bisabuelo paterno era de Ocaña (Norte de Santander) y llegó a San Jacinto, por allá en 1850, durante la fiebre del tabaco. Era blanco y pecoso, y varios años después se casó con Crucita Estrada, una negra recién liberada de la esclavitud. Ella se hizo famosa porque hacía unos bollos deliciosos. Los temas de este maestro han sido grabados por Otto Serje y Rafael Ricardo, Nelson Henríquez, Daniel Celedón e Ismael Rudas, Los Hermanos Zuleta, Diomedes Díaz, Carlos Vives, Johnny Ventura, Los Melódicos y Moisés Angulo.

EL VIEJO MIGUEL
Autor: Adolfo Pacheco Anillo
Sergio Luis Rodríguez (Acordeón) & Jorge Celedón (Canto)

08. ARMANDO CONTRERAS

Y Aníbal Monterrosa que tiene un toro, / que se respeta y que hace la fiesta, / y ese toro lo llaman famosamente, / en todas las plazas ‘El Arrancatetas’, / ¡Ay!, guepajé, ábranle la puerta, / ¡Ay!, guepajé, al ‘Arrancatetas’; / ¡Ay!, al pobre Rivaldo lo tiró al suelo, / hirió al caballo, / salgan los toreros, / pa’ que defiendan al garrochero”.

Así reza la primera estrofa del porro que el finado Armando Contreras –oriundo de Chochó, Sucre– escribió hace 20 años a partir de un hecho bien curioso que ocurrió en una de las tradicionales corralejas del 20 de enero, en Sincelejo. El Maestro Armando Contreras, fue director de varias bandas típicas de porro más importantes de la región. La melodía de esta hermosa pieza musical, en ritmo de porro, emula un lamento en el compás armónico de las trompetas, conjugadas con los acordes de trombones y clarinetes que, más que una marcha nupcial, es una marcha fúnebre, y ni que decir de la letra, una completa oda al amor de una mujer que fue la fuente de su inspiración por largos años hasta su muerte, en la que quiso expresarle en forma de canción, el amor que por ella sentía, cobijado por un dejo de tristeza que despide el presentimiento de la prematura partida.

A sus cuarenta y cinco años, ya estaba consolidado como un juglar de la música de banda. Su versátil trompeta, dueña de un estilo único cuando de creatividad se habla, se había propagado en Colombia y el mundo haciendo nido en los corazones de muchos, lo mismo si se escuchaba sobre el cañaveral de una corraleja o en un señorial fandango sabanero, para el porro, inspiración que deviene, entre otras cosas del carisma y esencia sabanera que poseía. En 1975 llevó a los estudios su primera producción discográfica, dando comienzo a una prominente carrera y un sinnúmero de galardones en distintos festivales de la región. Compositor, arreglista, director y fundador de la banda juvenil de Chochó.

EL ARRANCATETAS
Autor: Armando Contreras Álvarez
Leidy Salgado (Acordeón y Canto)

09. MARCIANO MARTÍNEZ ACOSTA

Marciano nació el 30 de octubre de 1957 en el corregimiento de La Junta, jurisdicción del municipio de San Juan del Cesar (Guajira). Luego trabajó en Valledupar y volvió a Riohacha en 1979, donde se le ocurrió la idea de comprar un acordeón y aprender a tocar para amenizar parrandas y fiestas.​ Obtuvo fama de parrandero, por lo que era rechazado por las familias de sus novias. A raíz de esta situación se inspiró para componer el tema ‘Amarte más no pude’.

En el 2009 fue actor protagónico de la película Los viajes del viento, fue dirigida por el Cineasta Ciro Guerra, oriundo de Río de Oro (Cesar). Sus triunfos son el fruto de la constancia y el instinto de superación. Con humildad e inteligencia ha sabido ubicarse en lo más alto del escalafón de los mejores compositores vallenatos. Ganó el festival de la leyenda vallenata con la canción ‘Con el alma en la mano’. Un Paseo que describe al amor y respeto a los grandes y sublimes valores sociales, reconociendo que en ellos está su verdadera fuente de inspiración.

La inspiración llega sola”, dice. Las letras de sus canciones son motivadas por el amor: a la mujer, a su tierra y al folclor vallenato. En 1979, compró su primer acordeón, un Hohner tres coronas, que le costó 9.500 pesos. Él tenía apenas 5.000 pesos y dos amigos le dieron la plata que le faltaba. Ya con el instrumento que tanto había soñado –al que aprendió a sacarle notas después de seis meses de ensayos diarios–, se devolvió a su tierra natal y empezó a animar parrandas en los pueblos de La Guajira y el Cesar.

En esa época también empezó a cosechar amores. En La Junta llegó a tener seis novias al mismo tiempo. Pero cuando quiso formar un hogar con su novia “oficial”, la familia de ella se opuso porque era músico, sinónimo de borrachín y mujeriego. De esa experiencia nació uno de sus más grandes éxitos, ‘Amarte más no pude’:

“Te quise con el alma, bien sabes / que amarte más no pude; / volaste con rumbo hacia la nube más alta, / ya no pude alcanzarte. / Hoy, cuando de la nube te bajas / ya es demasiado tarde, qué vaina, / pues ya no queda nada de aquel amor tan grande”.

En el proceso de composición siempre hace todo junto: letra y melodía. Compone sin acordeón –desde hace ocho años no toca, porque perdió la movilidad de dos dedos de la mano derecha–, aunque recurre al instrumento cuando siente que una melodía se está pareciendo a otra. “Nada más tengo que coger los pitos a la inversa para cambiar el parentesco de una melodía. Por eso no entiendo por qué hay muchos compositores que se agarran de melodías ajenas para hacer sus canciones. Si nosotros somos creadores de música, no debemos caer en eso”. Refiriéndose al vallenato actual, lo considera escaso de verdaderos compositores, de esos poetas populares que narran hechos cotidianos, y sobran los “fabricantes de canciones con palabras rebuscadas y sin identidad propia”.

“Esos son compositores hechizos, fabricantes de canciones (…); la mayoría de las canciones están fuera de contexto en la rima, no exista una secuencia”. Marciano está considerado uno de los compositores de la generación posterior a los clásicos que más éxito han tenido, no solo por su riqueza melódica, sino porque en sus composiciones cuenta historias o habla de amor con términos genuinos y “no con falsas palabras, como ocurre con algunos de los compositores comerciales”. En el 2014 obtuvo el reconocimiento como compositor del año en el transcurso del Festival Nacional de Compositores, de San Juan del Cesar.

AMARTE MÁS NO PUDE
Autor: Marciano Martínez Acosta
Juancho Rois (Acordeón) – Diomedes Díaz (Canto)

10. PRIMO ALBERTO PATERNINA OLIVEROS

Primo Alberto Paternina Olivero, músico y compositor nacido en San Pelayo (Córdoba) en el año de 1892 y Director de la Banda «Arribana» de San Pelayo y, quien en una tarde de 1918 en Mocarí, le preguntó a la bailarina Mayo, ¿qué quieres de mí?» y ella le contestó: ‘Toca mi porro, el que me gusta!’. De ahí en adelante aquel porro pasó a ser «el porro que le gustaba a María Varilla» y, tiempo después, cuando los músicos fueron a grabar la canción, se acordaron de la bailadora y le pusieron su nombre en honor a ella’ Por eso, en ese pueblo del Sinú, de tanta raigambre indígena, queda todavía la memoria de aquel hecho: «La fiesta de Mocarí lo famosa que quedó… Más famosa es María Varilla que la fama «e Mocarí.».

Según testimonio de aquellos músicos que lo acompañaban y lo conocieron, el maestro Primo Paternina, es el autor de una buena lista de porros y fandangos como María Varilla, Soy Pelayero, La Mona Carolina, El Binde, Mocarí, El Pilón, Vámonos Caminando, entre otros. Estos porros, fueron compuestos, arreglados y difundidos en la primera mitad del siglo XX. En aquel entonces, la formación musical de los músicos de banda era precaria y escasa, tanto así que fue necesario que el papá del Primo y gaitero, Leonidas Paternina Martínez y demás músicos incipientes de San Pelayo, contrataran profesores de música foráneos que, con sus conocimientos, contribuyeron a la formación, capacitación y adiestramiento de los músicos de la banda de porros de aquel entonces (La Ribana) y, de paso, contribuyeron al nacimiento de un género que lleva más de cien años difundiéndose y cultivándose en las sabanas de Córdoba, Sucre, Bolívar y norte de Antioquia.

Actualmente, María Varilla está considerado el segundo himno de Córdoba. Procede de una pieza musical muy antigua, que los músicos de banda tocaban en los fandangos al finalizar las fiestas patronales de los pueblos, cuando en ellas participaba la emblemática María Varilla.

El tema musical alcanzó dicha trascendencia por la importancia de la actuación de ‘la Mayo’ en la cultura cordobesa, para la cual fue y sigue siendo un ícono. “Fue una mujer que logró constituirse en la leyenda viva del alma fandanguera por reunir la identidad de un pueblo, y dada nuestra maravillosa tradición oral se ubicó en un estandarte de la cultura Caribe colombiana. “Cuando el enamoradizo bailarín Paternina le preguntó una vez en el año 1918 ‘¿María qué quieres de mí?’ ella le respondió: ‘Toca mi porro, el que me gusta’. Y reseña que así quedó bautizado ese tema, con su nombre”. La agrupación femenina Fascinación Caribe le puso letra y voz a esa reconocida melodía. De ese tema, llamado María Varilla, existe un video musical rodado en Montería.

La mejor contribución de María Varilla al porro y a la cultura, fue su elegancia para bailar, puesto que consiguió popularizarlo y elevar su categoría. Considerada como una bailadora espléndida por su elegancia, gracia y personalidad. María Varilla murió en julio de 1940 en Montería y sus restos descansan en el cementerio central de Montería. Su nombre fue María de los Ángeles y su apellido original parece haber sido Tapias, por ser el de su señora madre, pero es conocida artística y popularmente como María Varilla.

MARÍA VARILLA
Autor: Primo Alberto Paternina Oliveros
Nickol Peñaranda (Acordeón y canto)

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BLOG DEL AUTOR: Alejandro Gutiérrez De Piñeres y Grimaldi