Por: Alejandro Gutiérrez De Piñeres y Grimaldi

Transcurrían los primeros años de la década de 70, época brillante para la música ejecutada con el Acordeón de botones, dado que esta ya cobraba fuerza, no solo en los departamentos de la Región Caribe colombiana, sino también se había extendido por regiones, como la Andina y la del Pacífico, al entrar en escena, músicos y compositores, cuyas obras musicales ya estaban calando en el corazón de millones de colombianos, al igual que en el exterior.

Inicialmente saltaron a la palestra tres auténticos maestros del Acordeón, cuya creatividad musical, los condujo para popularizar ritmos alegres y divertidos como la Cumbia, el Porro, la Guaracha, el Paseito, la Charanga, el Chandé, el Merecumbé, la Gaita, etcétera, se hicieron se hicieron notorios en manos y voces entrañables de conocidos artistas como Aníbal Velásquez, Lisandro Meza y el Rey de Reyes vallenato Alfredo Gutiérrez, quienes penetraron con sus canciones en la llamada ¿Sucursal del Cielo’, la bella ciudad capital del Valle del Cauca, lo cual les permitió abrir nuevos espacios en el sur-occidente colombiano y, luego en casi todos los países del centro y el sur de América Latina.

Vale anotar que desde sus inicios, en casi 60 años de celebración de la Feria de Cali, se ha hecho un seguimiento con miras a escoger el llamado ‘disco de la feria’ que, a la postre ha servido como himno oficial de la misma. Partiendo de este hecho, resulta bueno recordar que, la denominada ‘música tropical’, como llamaban los programadores y locutores de radio de Cali a aquellos temas musicales provenientes de la Costa Norte colombiana, grabados en diversos formatos, que fueron penetrando en el gusto de amplias capas de personas residentes en la capital del Valle del Cauca, al escucharlos en emisoras, lugares públicos, clubes, castas y en muchos hogares.

Es así como se recuerdan las canciones que resultaron escogidas en su momento, como los discos de la Feria de Cali, temas tales como ‘La Estereofónica’ de Manuel Villanueva (1959), el Porro titulado ‘Quiero Amanecer’ de Pacho Galán y su Orquesta (1960); ‘La Pollera Colorá’, una Cumbia de Wilson Choperena (1961); ‘La Negra Celina’ Cumbia de Cristóbal Pérez (1962); ‘Festival en Guararé’ con Los Corraleros de Majagual (1963); ‘Güepajé’ interpretada por Rómulo Caicedo (1964); ‘Los Sabanales’ de Calixto Ochoa (1965); ‘La Banda Borracha’ de Alfredo Gutiérrez y sus estrellas (1966); ‘La Burrita’ de Eliseo Herrera con Los Corraleros (1967); la Cumbia del maestro José Barros, titulada ‘La Piragua’, a cargo de Los Black Stars, vocalizada por el cantante barranquillero Gabriel ‘Rumba’ Romero (1968); ‘El Pájaro Amarillo’ de Julio Bovea y sus Vallenatos (1969); A ve pa’ ve’ de Los Black Stars, con Gabriel Romero (1970); ‘Mi Cali Bella’ de La Billo’s Caracas Boy´s (1971); ‘Pedacito de mi Vida’ de Celina y Reutilio (1973); ‘A la Memoria del Muerto’ Fruko y sus Tesos (1974); La Saporrita con la Súperbanda Don Filemón (1975); ‘Las Caleñas son como las Flores’ de The Latin Brothers (1976); ‘Amaneciendo’ con Adolfo Echavarría (1977); ‘El Polvorete’ de Lisandro Meza (1978); ‘Las Caleñas’ de Pastor López (1979); ‘Las Tapas’ de Los Hijos de la Niña Luz con Lisandro Meza (1980); ‘A Mover la Colita’ de La Sonora Dinamita (1981); ‘La Matica’ con Los Hijos de la Niña Luz (1983).

LA NEGRA CELINA
Interpreta: Cristóbal Pérez y su conjunto

LA MATICA
Interpreta: Lisandro Meza y Los Hijos de la Niña Luz

Solo a partir del año 1984, cuando surgió el Grupo Niche, con su estilo original, producto del cruce de sonidos tomados del folclor de nuestra Región Pacífica con aquellos que procedían de las Antillas mayores (Cuba, Puerto Rico y República Dominicana), al igual que Guayacán Orquesta, dieron inicio a nueva era, dentro del gusto musical de los habitantes de Cali, particularmente en amplios sectores populares y de clase media, quienes acogieron los aires musicales de agrupaciones caribeñas, como la Pachanga, el Mambo, la Guaracha, el Son cubano, el Boogaloo (bugalú), el Danzón, el Merengue, el Cha Cha Chá y, en fin toda una serie de melodías de gran calado, que posteriormente dieron orígen a un nuevo estilo de bailar, conocido como la ‘Salsa caleña’, la cual se caracteriza por sus movimientos rápidos y acrobáticos. Sin embargo, este auge musical, no se puede interpretar como la hegemonía de un gusto general, sobre todos los demás, como han pretendido hacer creer al mundo en general.

En Cali coexiste una amplia variedad de gustos musicales y, aunque exista un favoritismo hacía la Salsa (debidamente impulsado por ciertos intereses económicos), quienes hemos tenido el placer de disfrutar de su amplia variedad, podemos dar testimonio de ello y, con toda razón hablamos de ese auge presentado en la capital del Valle, donde grandes agrupaciones y cantantes caribeños, son acogidos con mucho fervor, pero de igual manera los intérpretes de los aires musicales ejecutados con Acordeón.

¿Cómo se dio ese proceso?, se preguntarán algunos.

Debemos recordar que, en sus comienzos los conjuntos Vallenatos, ejecutaban sus canciones solo con los instrumentos básicos: Acordeón, Caja, Guacharaca y ocasionalmente una o dos guitarras. Al crearse el denominado Festival de la Leyenda Vallenata, saltaron a la palestra acordeoneros de gran calidad interpretativa, que permanecían anónimos, al igual que cantantes y compositores, con lo cual se produjo una renovación con nuevos formatos, especialmente en grabaciones y presentaciones en público. Para ello, tomaron el ejemplo dado por los músicos sabaneros (Córdoba, Sucre, Bolívar y Atlántico), quienes además de los instrumentos básicos, introdujeron cuerdas, como guitarra y bajo electrónico, timbales y tumbadora más los coristas, imprimiendo de este modo una mayor sonoridad a sus interpretaciones. Fue así como comenzaron a surgir agrupaciones de calidad como Los Hermanos López, Los Hermanos Zuleta y toda una constelación de figuras que aparecieron posteriormente, como Diomedes Díaz con Juancho Rois, Los Betos (Zabaleta y Villa), etcétera.

ASÍ FUE MI QUERER
Interpretan: Los Hermanos Zuleta

MI GRAN AMIGO
Interpretan: Jorge Oñate y Miguel López

¿Cómo se surtió ese proceso de penetración de la música de acordeón, en el gusto de los caleños?

En el año de 1973, opté por trasladarme de Bogotá hasta la Sultana del Valle para laborar allí como funcionario del ICBF, y siendo un seguidor desde temprana edad de la música vallenata, sentía allí un vacío profundo, porque este género poco se escuchaba en esa ciudad. Mi consuelo era ir los sábados en la tarde al ‘Rancho Costeño’ (propiedad de un barranquillero llamado Napo Huertas), en donde llegaba con un cargamento de discos de larga duración (LP), y allí me los colocaban para deleite de muchos varones costeños, radicados en esa ciudad. Allí pude enterarme que en la Emisora La Voz de Cali (Todelar), diariamente entre las 5 y las 6 de la tarde, se transmitía un programa dirigido por dos locutores Cartageneros: Narciso De la Hoz y Miguel Polo Sarabia, quienes los días sábados, en horas de la tarde, presentaban en el Radioteatro de la emisora a conjuntos aficionados de acordeón.

Fue cuando me enteré que allí, acudía un grupo de estudiantes del Instituto Técnico Agrícola (ITA) de Buga, oriundos de Cartagena, Tamalameque, Atánquez, Fonseca, La Paz y Becerril, que ejecutaban vallenatos con acordeón, pero de igual manera interpretaban guarachas, paseitos, porros y cumbias, etcétera. En ese mismo escenario, también participaba un Conjunto muy particular, conocido como «El Vallenato Loco», integrado por músicos como Gerardo Roa (pastuso) con su Acordeón; Olmedo Ramírez (bugueño) en la Caja y el Cantante Guacharaquero Edgar Mañozca (caleño), quien alegraba el ambiente con su forma sui-géneris para interpretar cada canción. Por esa época se encontraban en Cali, acordeoneros como Numa Bateman (samario), Willian Chinchilla (de El Banco), Héctor Rúa (antioqueño), Bernardo Moscoso (tolimense), y Fabio Cano (huilense). Para mí fue una sorpresa ver y escuchar en ese tiempo, acordeoneros oriundos de diversas regiones de nuestro país, enamorados del folclor vallenato. A ese grupo, debo agregar un nombre especial: León Octavio Osorno Aguirre, un varón venido de las montañas de Anzá (Antioquia), quien con mucho empuje y tesón, hizo del folclor colombiano, su proyecto de vida, en una sede llamada ‘La Morada alternativa’ y con acordeón al pecho, dejaba escapar alegres melodías del caribe en general.

Estando en dichas circunstancias, hacía el año 1978 arribó a Cali para laborar como locutor, una de las mejores voces de la radio que he conocido hasta hoy: Jesús Alfonso López Vera, un ocañero que había sido cantante, actor de teatro y con una gran experiencia en la radio nacional. Estando él al servicio de la Cadena RCN como Locutor de Radio El Sol, le propuse que hiciéramos un programa para divulgar el folclor vallenato y sabanero, en el occidente colombiano, pues éramos conscientes, por conocimiento directo, cómo gustaba esta música en muchos barrios de Cali, pero estaba siendo «estrangulada» en la programación de todas las emisoras, que poco crédito le daban.

Fue así con el apoyo del Director artístico de RCN, Gonzalo Londoño Pineda, iniciamos un Programa diario llamado «Festival costeño del Acordeón», donde se escuchaban temas vallenatos y sabaneros de moda, con sus mejores intérpretes. El programa tuvo una gran acogida, donde Alfonso López Vera se encargaba de hacer la animación del programa y Alejandro Gutiérrez De Piñeres los comentarios y entrevistas a personajes destacados dentro de este género musical. Este programa produjo grandes simpatías entre los oyentes, que fueron aumentando gradualmente.

Para sorpresa nuestra, un día sábado llegó a la cabina, un grupo musical integrado por caleños de pura cepa, entre ellos un joven estudiante de música del Conservatorio, que estaba incursionando en el género vallenato. Cuán grande fue mi sorpresa, al solicitarle al joven llamado Héctor Manuel González Cabrera, que interpretase un tema en ritmo de paseo o merengue, lo cual hizo de un modo interesante, pudiendo constatar que en él existía madera para grandes cosas. Sin embargo, Héctor a pesar de su interés por los cantos vallenatos, su aspiración estaba centrada en constituirse en un gran ejecutante de la guitarra clásica, como en efecto ha sucedido. No obstante, este interés por el folclor vallenato, ha convertido a Héctor González en un analista e investigador serio, de la música del antiguo Magdalena. Por tal razón, hoy en día es muy conocido entre el círculo de investigadores musicales, en particular por sus aportes bien fundamentados en su obra: VALLENATO: Tradición y Comercio. Por tal motivo ha sido invitado como jurado en el Festival Francisco el hombre (Riohacha).

Héctor participó como acordeonero aficionado en el Festival de la Leyenda Vallenata, en el año 1981, con su cantante-guacharaquero Jesús Manuel Estrada (qepd), siendo derrotado en la final por el conjunto de Álvaro Meza Reales con su cantante Iván Villazón.

SEIS POR DERECHO
Interpreta: Héctor González

Para la época en que se desarrollaba el Programa «Festival Costeño del Acordeón», se nos informó de la presencia en Cali de un conjunto, procedente de Montería, cuyo acordeonista se llamaba Heliodoro Martínez, llamado ‘el pollo sinuano’. Esa noticia me agradó, pues requería de un conjunto profesional que estuviese radicado en Cali, para difundir en vivo, los aires musicales nacidos en el caribe colombiano. Tras una conversación con Heliodoro, decidimos conformar una agrupación, a la cual denominamos: ‘Raza Tropical’.

Tratando de granjear una buena simpatía entre el público caleño, se optó por incluir piezas musicales ya tradicionales, en ritmo de cumbia, porro, gaita, charanga y paseítos, que los pusiese a bailar. Para tal efecto, se introdujeron nuevos instrumentos, como bajo eléctrico, timbales y clarinete – saxofón. Lo cierto es que estas innovaciones, produjeron el efecto deseado, permitiendo de este modo, que llegase a muchos sectores de la población. Fue así como muy pronto surgieron contratos para amenizar fiestas, bailes y parrandas, en clubes, discotecas y salones, lo cual permitió que ‘Raza Tropical’ alternara con grandes Orquestas extranjeras y de música tropical colombiana.

Heliodoro Martínez (de Tierralta) y Jesús Manuel Estrada (de Ayapel), con un variado repertorio, se presentaron en tarimas durante varias Ferias de Cali y, así mismo alternaron con la Billos Caracas Boys en el Hotel Intercontinental; con la Fania de Willy Colon y Ruben Blades en el Hotel Petecuy, con Chocolate Armenteros en Las Vallas, y en múltiples lugares donde la acogida era muy amplia.

Tratando de granjear simpatías entre el público caleño, se optó también por incluir piezas musicales ya tradicionales, en ritmo de cumbia, porro, gaita, charanga y paseítos, que lo pusieran a bailar. Para tal efecto, se introdujeron en la agrupación, nuevos instrumentos como bajo eléctrico, timbales y clarinete – saxofón. Lo cierto es que estas innovaciones, produjeron el efecto deseado, permitiendo de este modo, que llegase a muchos sectores de la población.

EL POLLO NEGRO

Interpreta: Heliodoro Martínez y su conjunto

GUAJIRA DE MI TIERRA

Interpreta: Heliodoro Martínez y ´Los trigueños de Córdoba’

SE DAÑO MI SUEGRA

Fue tal el éxito alcanzado por Heliodoro Martínez que, en mi condición de Representante Legal del mismo, opté por inscribirlo como concursante en el Festival vallenato, categoría profesional (versión 1.981), el cual fue acompañado en el canto y la guacharaca, por el distinguido vocalista ya fallecido, Jesús Manuel Estrada. El conjunto estuvo entre los cinco finalistas, que subieron a la tarima en la Plaza Alfonso López. El ganador fue el Chiche Martínez. Infortunadamente, como ha ocurrido con grandes artistas de este género musical, al acordeonista en mención, el vicio del alcohol lo apabulló, y el que pudo ser una gran revelación, hoy en día, anda de taberna en taberna en Bogotá, con su ‘idiosincracia’ bebedora y poco profesional, cuando tuvo por delante un futuro muy grande por explotar.

Para resumir: Heliodoro Martínez llegó a la final, y aunque ganó Raul «Chiche» Martínez, la gente comentó que el chico de Cali hizo un gran papel, especialmente por su digitación, al interpretar el Son (Fidelina), la Puya (La Vieja Gabriela) y el Paseo (La Margentina).

CABELLOS CORTOS

Interpretan: Alfredo Gutiérrez & Jesús Manuel Estrada

Tiempo después, tuve la oportunidad de conocer a un joven profesional guajiro, llamado Orlando Díaz Daza, el cual había llegado a Cali, para realizar una especialización en el Hospital Universitario del Valle, durante un lapso de tres años. Este Médico, natural de Maicao (Guajira), luego de culminar estudio de Medicina en Cartagena, quiso especializarse en Cali y luego ir a la Universidad de Harvard (USA), pero llevaba en su alma un amor inconmensurable, por la música vallenata, que le producía nostalgia y ganas de regresar de nuevo a su terruño; más un hecho imprevisto le permitió cambiar de parecer.

Tras conocer personalmente a Orlando Díaz, dimos comienzo a una gran amistad personal, la cual se consolidó cuando, por mutuo acuerdo, decidimos conformar un conjunto vallenato, con músicos de varios lugares del caribe (Guajira, Cesar, Atlántico y Bolívar), residentes en Cali. Grata sorpresa fue el enterarme que este médico guajiro, ya había grabado algunos discos de larga duración, ejecutando el acordeón con virtuosismo, como todo un profesional. Orlando Díaz Daza llevaba en Cali 2 meses laborando en el Hospital Universitario del Valle y su única compañía era el Acordeón, el cual siendo adolescente había aprendido a ejecutar.

Había tomado en alquiler un apartamento a dos cuadras del Hospital, y la nostalgia lo invadía. La música Vallenata arraigada en su corazón era su única compañera y cuando estaba a punto de “tirar la toalla” y regresar a su tierra amada, un hecho fortuito sucedió. Un domingo por la tarde, estando departiendo con un grupo de Médicos y Enfermeros que realizaban prácticas con él, se encontraba un amigo mío, que al ver a Orlando tocar el Acordeón, de inmediato puso en mi conocimiento dicha novedad. Muy temprano el día lunes me dirigí al Hospital Universitario de Cali y sin dar mayores explicaciones indagué por el Doctor Orlando Díaz Daza, quien muy amable me recibió. Le expliqué el motivo de mi visita y de inmediato me condujo al lugar de su residencia, donde me mostró un Long Play que había grabado con Eddie Gutiérrez y de inmediato extrajo de su estuche un Acordeón cinco letras y de forma elegante dio paso a su ejecución. Al concluir de cantar me manifestó que tenía proyectado retirarse, pues se hallaba muy aburrido y sin amigos en la capital del Valle.

MUJER COSTEÑA (Paseo rápido)

Interpretan: Orlando Díaz Daza y Eddie Gutiérrez

Con un estilo propio, muy peculiar, conservando el sabor de su tierra, muy pronto fue conocido en los mejores sitios de Cali, donde dio inicio a múltiples contratos, para disfrutar de esas notas que este galeno sabía extraer de su fuelle, con mucha calidad. Muchos le propusieron que se dedicase de lleno a la música, por reunir las dotes para ello, más él tenía claro, que éste era un hobby pasajero, pues su mayor anhelo era proseguir sus estudios a un más alto nivel.

Cuando Carlos Vives contrajo nupcias con la actriz Margarita Rosa De Francisco, el agasajo se desarrolló en las instalaciones del Club Colombia, el sitio preferido por la clase política y empresarial del Valle, y el conjunto de Orlando Díaz Daza, fue el escogido para amenizar el mismo, y Vives cantó con él. Hoy en día Orlando, sin dejar de tocar acordeón, reside en Houston (USA), donde se ha convertido en todo un señor científico y Subdirector del Hospital Metodista.

A partir de entonces, los contratos llovieron por doquiera y el conjunto fue reforzado con la voz de Silvio Velásquez, un gran cantante oriundo de Fonseca (Guajira) e Iván Hinojoza de Valledupar, un excelente cajero nacido en Valledupar. La calidad interpretativa del Grupo era reconocida, lo cual le valió una multiplicidad de contratos, y era tal el carisma del Médico Orlando Díaz, que hasta en los estratos altos de Cali ya era una figura popular, lo cual sirvió de gancho, para que este Conjunto fuese contratado para amenizar la boda del Actor Carlos Vives con la no menos conocida Margarita Rosa De Francisco.

Sin descuidar sus estudios profesionales, Orlando con su maestría para ejecutar el Acordeón, su finura, elegancia e inteligencia, atraía por doquiera admiradoras, lo cual lo indujo definitivamente a seguir en la Sultana del Valle, donde las amistades se le multiplicaron. A la par con la música, sobresalía como un estudiante consagrado, quien de manera simultánea estudiaba el idioma Inglés, pues sus aspiraciones mayores, era viajar luego a Estados Unidos y proseguir su formación.

Muchas de las personas versadas en la materia, que lo escucharon ejecutar el Acordeón, no dudaron en expresar: “Si Orlando Díaz Daza hubiera seguido la carrera musical, hubiera sido de los mejores Acordeoneros de la historia del Vallenato”. Ah tiempos aquellos, le dije hoy a Orlando, recordando todas aquellas veces que atendí sus llamados, para acompañarlo ejecutando la Guacharaca, cuando llevaba serenatas a tantas damas prendadas de él.

Habiendo culminado sus estudios en la Universidad del Valle, ganó una beca en la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, y se convirtió en Neuro-radiólogo intervencionista, rama que se encarga de tratar las enfermedades vasculares del cerebro, sin abrir la cabeza. “Entro por una incisión del tamaño de un grano de arroz, por la región inguinal, por la arteria femoral, y a través de una pantalla de rayos x puedo ver el catéter, que es un tubito de plástico, que subo y dirijo hasta el cuello. Después de allí, con una manguerita más pequeña, penetra las arterias del cerebro”. “Ahora soy Codirector del Instituto Neurovascular del Hospital Metodista de Houston e igualmente como Profesor de la Universidad Cornell”.

EL BESITO (Paseaito)

Interpretan: Orlando Díaz Daza y Eddie Gutiérrez

El Doctor Orlando dice que tocar un acordeón en Estados Unidos es un honor; un Médico que toque un instrumento es considerado un genio, aunque aquí, en Colombia, resulte común y no sea visto como algo extraordinario. “Las dos son como un complemento para mí: el Acordeón me ha ayudado muchísimo y la toco todos los días, cuando estoy cansado».

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BLOG DEL AUTOR: Alejandro Gutiérrez De Piñeres y Grimaldi