EL DÍA DEL MAESTRO EN COLOMBIA

Por José Atuesta Mindiola 

El Día del maestro es una fecha nacional. En Argentina, el 1º de septiembre, en memoria del fallecimiento de Domingo Faustino Sarmiento (1811–1888), escritor, docente, periodista y estadista, distinguido como el “padre del aula”. En Panamá, 1º de diciembre, para conmemorar el nacimiento de Manuel José Hurtado (1821-1887), docente y defensor de la educación pública y gratuita. En Guatemala, 25 de junio y se celebra desde 1944, en homenaje a la maestra y heroína María Chinchilla Recinos, muere en una manifestación pública.

Seguir leyendo «EL DÍA DEL MAESTRO EN COLOMBIA»

DE HISTORIA Y POESÍA SE TEJE EL VALLENATO.

Por José Atuesta Mindiola

Las riquezas melódicas de las canciones de Luis Enrique Martínez son testimonios de la grandeza de su historia musical. En sus largas correrías llevaba el acordeón para demostrar su talento innovador en los acordes de los bajos con los pitos, por eso es reconocido ‘El papá del vallenato’. Una de sus canciones, que resalta su identidad es: “Oigan muchachos yo soy Enrique Martínez/ quien nunca tiene miedo si se trata de tocar/. Luis Enrique el pollo vallenato/ es candela lo que van a llevar”.

Seguir leyendo «DE HISTORIA Y POESÍA SE TEJE EL VALLENATO.»

Valledupar, paraíso musical

Por José Atuesta Mindiola

Valledupar es un paraíso musical, aquí llegaron (y aún siguen llegando) jóvenes para hacer realidad sus sueños de crecer en la música vallenata. Un ejemplo emblemático es Rita Fernández Padilla, quien en 1966 llega por primera vez a Valledupar de vacaciones, conoce y escucha cantar a los compositores Gustavo Gutiérrez y Santander Durán.

Seguir leyendo «Valledupar, paraíso musical»

EL DEPARTAMENTO DEL CESAR

Por José Antonio Atuesta Mendiola

I
El tiempo es un campanario
que no deja de sonar,
por eso hay que celebrar
la fiesta de aniversario.
En diciembre el calendario
marca a mi Departamento:
El Cesar, nombre que siento
vibrar en el alma mía,
pentagrama en sinfonía
jardín de mi pensamiento.

II
Líderes con argumentos
lucharon sin hacer pausa,
reunidos por una causa:
El Cesar Departamento.
Y feliz llegó el momento
que el Cesar naciera un día,
fue flamante la alegría
celebrada con honor;
su primer gobernador
Alfonso López sería.

III
La bandera del Cesar
verde y blanco su color,
con patriótico fervor
de manera singular.
Los deseos de trabajar
florecen en nuestras tierras
de llanuras y de sierras,
de minas, de cafetales
y de verdes pastizales
donde el ganado se encierra.

IV
La variedad de paisajes:
cerros, sabanas y ríos.
Las etnias en los bohíos,
sus atávicos parajes.
La cultura con sus trajes
diversamente bordados,
emblemas de los poblados
afros, blancos y mestizos,
y en sus dialectos castizos
tejen los sueños dorados.

5

BLOG DEL AUTOR: José Antonio Atuesta Mendiola

RECORDADO AL DOCENTE JAIRO JIMÉNEZ DANGOND.

Por: José Atuesta Mindiola

El escritor Ernesto Sábato, aspiraba a vivir cien años (y murió faltándole pocos días para cumplirlos), decía que unas de las claves de la longevidad es pensar y vivir el presente, y no meditar tanto en el futuro, porque el futuro está más cerca de la muerte. Tal vez, por eso interiorizó este pensamiento de Jorge Luis Borges: “el tiempo es como el río que nos arrasa, pero yo soy el río; es como un tigre que nos destroza, pero yo soy el tigre; es como el fuego que nos consume, pero yo soy el fuego”.

Estas premisas de Borges, de conocer bien dificultades para vencerlas, es como si alguien dijera: “Quien piensa en la vida, la vida lo premia; quien piensa en la muerte, la muerte rápido lo alcanza”. Claro está, que todos no cuentan con la misma suerte ni los designios de Dios para vencer los avatares del tiempo y vivir los largos años de Ernesto Sábato.

Algunos viven temerosos de la muerte, porque temen al olvido; sin embargo, los que han cultivado en las praderas del amor, la fraternidad, la honestidad y el respeto por sus seres queridos y sus semejantes, después del viaje final, su nombre y sus buenas acciones permanecen en el corazón de sus familiares y amigos.

Un ejemplo fehaciente, el profesor Jairo José Jiménez Dangond. En las páginas de la memoria de sus familiares, amigos y compañeros de trabajo, resaltan: sus cualidades profesionales, su responsabilidad, compañerismo, liderazgo, y sus dones artísticos para la música y el buen humor.

Era nativo de Santa Marta (10 de diciembre de 1949), y llegó a Valledupar a la edad de 4 años, con sus padres, Miguel Enrique Jiménez Cudri, de Santana, y Lilia Dangond de Jiménez, de Villanueva. Su primera maestra fue María Namén, cuyo afecto compartió con Alfonso Campo, su mejor amigo de escuela y por siempre. También estudio en la Escuela Parroquial y en el Colegio Nariño. Bachiller del Loperena en 1970. Se graduó de profesor normalista en la Normal María Inmaculada de Manaure, licenciado en Administración Educativa de la U. de San Buenaventura y especialista en Gerencia de Instituciones Educativas en la Universidad del Tolima.

En 1973, inicia su vida laboral en la escuela Anexa a la Escuela Industrial, y continua en el colegio José Antonio Galán y en 1975, director de la Mixta Guatapurí. En 1977 es nombrado supervisor de Educación de la zona de Mariangola, y luego es ascendido a jefe de Educación Especial, Preescolar y Primaria del Departamento del Cesar, y después a coordinador de Promoción Juvenil, Prevención de la Drogadicción y Uso Creativo del Tiempo Libre. Además, fue asesor de los Secretaría de Educación departamental y en varias ocasiones fue encargado secretario de Educación. El último cargo fue el de Gerente del Plan de Modernización de la educación del Cesar, hasta el 26 de junio del 2006, cuando interno en una clínica de la ciudad, su corazón se detuvo.

Jairo Jiménez Dangond, no sólo dejó sus huellas de excelente amigo, docente y funcionario, sino una hermosa familia: su esposa, la licenciada, Miriam Elena Fadul Dangond, y sus tres hijos, Francesco, médico; Jairo, arquitecto, y Jamir Ernesto, ingeniero civil.

BLOG DEL AUTOR: José Atuesta Mindiola

Sacha y el candidato

CUENTO

Por José Atuesta Mindiola

Sacha es una perra loba siberiana, parece una escultura de nieve andante, destella ternura entre los niños y simpatía en los adultos.  Es motivo de adioses de los niños cuando su dueña suele pasearla las tardes por las calles de su barrio; llama la atención cómo mueve el espiral de su cola.

Sacha es referencia obligada de todo el que llega a casa de su dueña. El padre de la dueña es un abogado que hace poco perdió a su esposa, también abogada con importante cargo en la rama judicial. Sobrelleva los días y la nostalgia paseando a Sacha; ese oficio es reciente, antes se negaba cuando su hijo se lo sugería. Es como una ley natural, los padres al final terminan cediendo a los gustos de los hijos. Ahora, por las tardes recorre las calles y visita el parque del barrio agarrado del collar de Sacha, quien feliz mueve su cola y sigue mansa el lenguaje perruno de su guía. En un rincón del desolado parque hace sus deposiciones a la misma hora de siempre.

Pasear a Sacha es una distracción para un hombre cerca ya de los 60 años; aún la ausencia de su esposa es un tizón encendido en su recuerdo. En las noches sus amigos vecinos le invitan a jugar parqué, un sano juego donde el cigarrillo y el licor están prohibidos. Solo se permite un termo de café. En esa rutina han desarrollado la disciplina del buen perdedor, porque no se apuesta dinero. El ganador que triunfa celebra con carcajadas. Lo mismo hacen los perdedores.

Donde hay un grupo de hombre, la política termina por inmiscuirse. En dos meses son las elecciones de La Junta de Acción Comunal del Barrio, y todos coincidieron en que el abogado es el candidato ideal; además, le sirve de distracción para amainar el peso de la viudez. Cuando le hicieron el ofrecimiento, de inmediato lo rechazó. El recuerdo de tres derrotas consecutivas a la alcaldía de su pueblo, un modesto municipio ganadero a orillas del rio Magdalena, todavía es hiel en sus labios. –No quiero saber nada de elecciones, a eso no le juego–. Respondió.

Los episodios de la última derrota aún le pesaban en la memoria. “Dos horas después de finalizar las votaciones, ya festejaba con sus seguidores; su ventaja era de 500 votos sobre el segundo candidato. Solo faltaba un caserío cuyo potencial electoral no era superior de 50 votos; pero cuando llegó el delegado de la Registraduría, acompañado de hombres armados, trajo un informe de 650 votos en su contra”. <<Y sin derecho a reclamos>>, dijeron los hombres armados.

–Pero aquí es diferente, le insistían los amigos.

–Aquí no hay pierde. Seguro vas a ser triunfador. Nosotros te hacemos la campaña.

Ante tanta insistencia fue cediendo. La miel del triunfo es una tentación para el ser humano.

Sus amigos iniciaron el proselitismo electoral… “Tenemos de candidato un abogado pensionado, con experiencia, honrado y buen amigo, con deseos de servir. Una persona elegante, vive cerca del parque…”

–Pero a ese señor, yo no lo conozco–, dijo más de uno de los visitados.

–Si lo conoces, es ese que de tarde pasea su mascota por el barrio.

–Ah, ¿ese señor alto de bigote que pasea a la hermosura de Sacha y que a mis hijos y a todos nos encanta su blancura y su gracia al caminar?

–No se preocupen. Por esa blancura de animal, ¡vamos a votar por ese candidato!

BLOG DEL AUTOR: José Atuesta Mindiola