EL HUMOR EN LA POESÍA DE PRIMO R. PINO GÓMEZ

Por Donaldo Mendoza

En unos lustros, cuando esta pandemia sea ya un recuerdo, habrá que hacer el inventario de la literatura surgida de tan largos días de peste y cuarentenas. Ese registro no podrá prescindir del libro del escritor Primo Rúrico Pino Gómez (Almaguer, Cauca, 1941): Poesía humorística. Este escritor caucano se anticipó año y medio a la imprevisible circunstancia de la virulenta realidad del Covid-19. No obstante su anticipación, el libro de Primo estará en los registros dado que su lectura ha sido una de las panaceas que nos han salvado de la derrota existencial.

Primo Rúrico optó como título del libro, «Poesía humorística» (Sept. de 2018). Fue su manera de decir que no hay otro tema en la obra que no sea el humor. Y para darle una vasija al estilo, escogió entre las formas estróficas, dos: el soneto y la décima, que comprenden más de la mitad de las noventa páginas. Puso versos en otras formas más elementales, como la copla. Y nos hallamos de nuevo ante otra decorosa edición de Popayán Positiva, la editorial local que promueve la cultura escrita en el Cauca.

Si bien esta poesía de Pino Gómez no es lírica, tampoco debe ser clasificada como una poesía popular que canta lugares comunes. Basta leer el libro para advertir que nuestro escritor es un conocedor de la tradición, no solo literaria, sino de la cultura en su conjunto. De ello hablan también sus libros anteriores. Optó por el humor, porque quiso acortarle distancia a la dura realidad circundante, y compenetrarse con ella de una manera más realista, como lo demandan los tiempos vividos. Así pues, la suya es una legítima actitud estética ante la poesía, y una toma de posición ante la vida y las cosas.

Es muy serio el escritor que se atreve a servirse del humor para escribir poesía. Porque sabe lo delgado que es el hilo que separa al cómico del humorista. El fin del cómico es hacer reír con el chiste; en tanto que quien nos hace pensar y luego reír es el humorista. Tarea asaz difícil esa de hacer de la risa un arte, “debe existir el ingenio”, nos dice Primo. Confiesa que desconfía, y mucho, de las personas que nunca ríen. Y nos hace pensar Primo Rúrico en algunas formas de la cultura que anatemizan la risa, como, para nuestro pesar, las religiones. En lo sagrado, porque en lo humano, el ejercicio del poder no admite bromas. Pues bien, volvamos a nuestra sustancia, el humor.

En los casi sesenta poemas de su libro, Primo Rúrico nos muestra el humor a través de categorías que la filosofía y la literatura han fijado desde las brumas del tiempo; destaquemos, para acercar al lector a la obra, la ironía, la caricatura y la sátira. Recordemos: 1) en la ironía, en lugar de decir lo que pensamos, fingimos pensar lo que decimos; en buena retórica la podríamos llamar «figura sugerente». 2) La sátira, es límite y continuación de la ironía, censura y critica con sarcasmo vicios y costumbres, revaluando cuanto puede el canon moral. 3) La caricatura, es una degradación, que extrae del conjunto del objeto eminente un rasgo aislado que acaba resultando cómico; el rasgo preciso que evoca el todo de lo representado.

Previo al final de este comentario, una muestra de versos en donde el poeta revela los resultados de su encuentro cercano con la cotidiana realidad. Este mundo en sus azares,/ es un mundo de ironía/ de mentiras, de falsía/ y de dares y tomares. Y estos versos en donde la ironía toma forma de paradoja: Si uno es bueno y religioso,/ le dicen tartufo idiota,/ … Si es escéptico, si es libre,/ le dicen que uno es ateo,/. Y he aquí los venablos de la sátira: Te casaste, Sansón, y turulato/ te volvió tu mujer. ¡Qué cosa rara!/ Tú que siempre hiciste buena cara/ a la rumba, al amor y al pugilato. … ¡Caramba! Lo que puede una mujer. Y como el buen caricaturista, nuestro poeta se asoma a la “velación del pueblo”, dado que Un velorio nos deja ver mil cosas. … De tus pompis ni hablar, está muy seco,/ está pobre de carnes, se halla enteco,/ y, para colmo, descolgado un poco,/.

Y como cereza para el pastel, los dejo con este soneto en donde son identificables las tres mencionadas categorías del humor.

HIPOCRESÍA

Era Nuncia Tabares una beata
rezandera de iglesia y de capilla,
de salón, de solar y de buhardilla
con chal de tul y recamada bata.

Y con su santería mojigata,
se hacía pasar en la sureña villa
a la sombra gentil de su sombrilla
como aquella que ni una mosca mata.

Ante la gente era una dama santa
que imitaba a Teresa de Calcuta,
y sin embargo entre pureza tanta

a su pobre mucama, Restituta,
la trataba de impúdica percanta,

de almártaga infeliz, de india hijueputa.

BLOG DEL AUTOR: Donaldo Mendoza

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