Los aguafiestas de la gramática
Por Donaldo Mendoza
En la sección de OPINIÓN suelen estar las mejores plumas de un periódico; eso explica la razón de por qué los lectores son tan poco indulgentes con los gazapos gramaticales, cuando se topan con ellos. Ambas circunstancias me rozan, y es motivo de este comentario. En efecto, he visto más de una vez el mal uso de los monosílabos MAS y RIO, dado que se les ha escrito sin tilde en una de las funciones que la demanda, o viceversa.
MAS. No lleva tilde cuando está en función de conjunción (equivalente a pero), ejemplo: Lo haré, mas no ahora. Y obliga la tilde cuando está en función de adverbio, para significar cantidad, ejemplo: Lo haré cuando tenga más tiempo. Y usted, lector(a), podría confesar: Quise amarte, mas no pude. O tildarlo con un vallenato: Amarte más no pude. Como ven, no es nada difícil, simplemente hay que pensar si se quiere comunicar en términos de cantidad o contrariedad.
RIO. Éste sí que sabe aguar la fiesta, porque ya no hablamos solo de monosílabo sino de combinación silábica, dado que, si bien funge de monosílabo, también es bisílabo. En efecto, decimos rio (monosílabo / diptongo) cuando nos referimos al pasado del verbo reír, y va sin tilde; pero si decimos río (bisílabo y hiato), estamos denotando una corriente de agua; y también le marcamos la tilde en la conjugación del verbo reír, en la primera persona: yo río.
Y como dicen que la mejor manera de enseñar es con el ejemplo, permítanme soltar las riendas de mi pasado reciente de profesor de español en un colegio público, en donde trataba de enseñar esos entresijos gramaticales inventándome textos, para poner en imaginarios contextos el tema de “el acento diacrítico”, a fin de establecer las diferencias en la función gramatical y en el significado que presentan algunos ‘monosílabos’, cuando se les marca o se les deja de marcar la tilde.
He aquí un texto: «Dios permita que pueda dar en la nuez de este tema, que deseo compartir con Juan, Luis y Flor. Decirles que fueron Cali y Popayán las dos ciudades, entre más de diez, que desafiaron lo cruel que fue a veces la respuesta oficial a la protesta. Sé que Colombia se puso la camiseta del paro, para decir que sí se podía. Y se puso fin, también, a la indiferencia del “sólo sé que no sé nada”. Aún es gris el porvenir, y aun así lo diseñado en el plan es satisfactorio.
» ¿Cuál fue el mensaje de Barranquilla?, que si no hay pan para el pueblo, tampoco se le dé circo. Otra cosa era el buen talante de los chicos alrededor de la “olla comunitaria”, cuando disfrutaban un té o el aroma de un café. Fui un día con un amigo, y me dijeron: ¿Te servimos? –Sí, pues; y también a él.
» Ojalá Juan, Luis, Flor y cien lectores del periódico hayan podido inferir que el fin de este ejercicio es dejar sugerido que los colaboradores de un diario tienen el deber fiel de darles a los lectores textos bien editados, a fin de que el estilo (forma) sea tan pulcro como el fondo de un buen contenido. Y a fe que hay que darles a los monosílabos, o a la combinación silábica, el uso que se merecen. Por algo la orto-grafía nos invita al uso recto y correcto de las palabras».
Permítanme cerrar con una anécdota. En 2015, la caricaturista de El Espectador, Nani (la mamá de Magola), me dedicó el texto de unas de sus caricaturas, sobre el tema, que les comparto: “Yo te amo más que tú a mí.” “Sí, mi sol…” “Tú ganas y por eso ¿me vas a hacer un té? ¿Ti?”.
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