El pasado mes de junio tuve la oportunidad de visitar Islandia, un país único cuya naturaleza, cultura y peculiaridades, propias de una de las islas más septentrionales del mundo, siempre había querido conocer.

Durante mi estancia, de unos 10 días, disfruté de paisajes increíbles con volcanes, glaciares y hectáreas de terreno totalmente virgen, viví ininterrumpidamente el sol de medianoche, y tendría la oportunidad de conocer Reykjavik, la capital…una ciudad que con apenas 120.000 habitantes alberga la tercera parte de la población del país, así como la mayoría de instituciones, comercios, museos y lugares de ocio de la isla…una capital acogedora, verde, peculiar…que durante años ha sido considerada una de las ciudades más limpias y seguras del mundo, y cuyos atractivos vamos a tratar de descubrir.
El punto de partida de la gran mayoría de viajeros que llega a Islandia es el Aeropuerto Internacional de Keflavik, ubicado a 50Km al suroeste de la ciudad. Para llegar al centro la opción más económica es el autobús, que por 2000 ISK (o 12€) nos llevará hasta la misma puerta de nuestro hotel en un trayecto que ronda los 45 minutos.

Desde el primer momento, la explosión de naturaleza, soledad y aislamiento es inmensa…recuerdo como al realizar el trayecto en autobús desde el aeropuerto no nos cruzamos con ningún otro vehículo, y asombrado, miraba desde la ventanilla un terreno volcánico, en el que a lo largo de kilómetros de extensión sólo se distinguian rocas, de todas las formas y tamaños, hielo y nieve…parecía que había llegado a otro planeta.
Ya en la ciudad, lo primero que nos llamará la atención será la peculiar silueta de la Hallgrimskirkja, el edifico más alto de la capital y visible desde prácticamente todo Reykjavik. Se trata de una iglesia luterana de estilo expresionista, inaugurada en el año 1986, en cuyo interior, bastante sobrio, destaca un espectacular órgano de 15 metros de altura y más de 25 toneladas.
Además de por su arquitectura, totalmente diferente a la de las iglesias o catedrales del sur de Europa, uno de los grandes atractivos del templo es la subida en ascensor (por un precio de 5€) a lo alto de su campanario, desde el que podremos disfrutar de las mejores vistas de toda la ciudad…una panorámica que realmente merece la pena.

Caminando desde la Iglesia en dirección norte, a través de la calle Skólavörðustígur, llegaremos al corazón de Reykjavik, a su centro histórico. En él encontraremos todo tipo de pequeño comercio, con tiendas de artesanía, librerías, cafeterías, y multitud de calles peatonales…lo que más me gusta de esta zona es que no parece el centro de una capital, sino de un pueblo…la tranquilidad es total, apenas hay tráfico…y si bien hay turismo, no hay apreturas de ningún tipo a la hora de entrar en un comercio, restaurante…o reservar un alojamiento.

Tras apenas 10 minutos de paseo, llegamos a la calle Lækjargata, la más importante de la ciudad, que divide el centro histórico de Reykjavik en dos mitades. Si en la parte sur, la más próxima a la iglesia, se encuentra el pequeño comercio, tras cruzar Lækjargata nos encontraremos con la gran mayoría de museos, como la Galería Nacional de Islandia o el Museo Nacional de Historia, y edificios gubernamentales, como el Ayuntamiento o el Alþingishúsið, actual sede del Parlamento Islandés, construído a finales del siglo XIX en la zona en la que se asentaron los primeros pobladores de la ciudad.

Uno de mis lugares favoritos de esta zona es el Lago Tjörnin, que situado junto al Ayuntamiento, es uno de los ejemplos de que Reykjavik es una de las capitales más verdes del mundo. Un sitio que ofrece postales de gran belleza y en el que tomar un respiro durante nuestro recorrido por la ciudad.

Otra zona de interés en Reykjavik es la próxima al puerto, en la que además de todo tipo de restaurantes en los que degustar las especialidades locales (incluídas la ballena o el tiburón) nos encontraremos con uno de los nuevos símbolos de la ciudad, el Harpa Concert Hall, inaugurado en el año 2011 y actual sede de la Ópera y Orquesta Sinfónica del país.
Una de las actividades favoritas de los islandeses es acudir a piscinas y balnearios geotérmicos, algo que sin duda recomiendo. Para tal fin, el recinto más famoso del país es el conocido como Blue Lagoon o Laguna Azul, de origen natural y cuyas aguas, con propiedades medicinales, son ricas en minerales como el azufre o el sílice.

El »inconveniente» de acudir a la Laguna Azul es que, además del precio de su entrada (a partir de 45€), el recinto se encuentra a 39Km al sur de Reykjavik, por lo que en caso de no contar con vehículo propio tendremos que contratar igualmente el traslado, aumentando el precio de la excursión y con el consiguiente gasto de tiempo…
Una alternativa económica y que merece bastante la pena es acudir a alguna de las piscinas geotérmicas públicas que podemos encontrar en el centro de Reykjavik, cuyo precio ronda los 3€ y en las que, si bien no podemos disfrutar de las panorámicas de la Blue Lagoon, viviremos en primera persona y a precio simbólico una de las tradiciones islandesas más arraigadas.

En definitiva, Reykjavik es una ciudad acogedora, de tamaño manejable que fácilmente podemos recorrer en un par de días. Mi opinión es que el gran atractivo de Islandia es, sin lugar a dudas, su naturaleza…el Círculo Dorado, las auroras boreales, los volcanes, glaciares, sus parques nacionales…pero dedicar dos días a conocer Reykjavik es una opción muy recomendable dentro de nuestro recorrido por la isla…pues a pesar de ser una ciudad sin enormes atractivos, su ambiente, características y ese tipismo tan marcado del norte de Europa a buen seguro merecen una visita.
Sjá þig fljótlega Iceland!; )

Por: Julián Rey / https://www.misrutasporelmundo.es
♥♥♥