Célebre poeta del canto vallenato.

El artista es por naturaleza un ser de espíritu rebelde, capaz de percibir los misterios de la luz y de la sombra, los sonidos del dolor y los motivos de la fiesta; en su mente emerge el poder de la imaginación, fuente liberadora que vence las ataduras del conformismo. Leandro Díaz, libre pensador, célebre poeta del canto vallenato.
Leandro era un soñador y apasionado lector. Desde muy niño su tía Erótida le leía cuentos y le cantaba versos. En varias ocasiones afirmó—La mujer que más me leyó libros fue Fanny Zuleta en San Diego; también lo hizo Natividad Toncel, una muchacha de Fonseca, y después Clementina, mi mujer-. Expresaba que los conocimientos fortalecen la mente, y la memoria no solo sirve para guardar información e imágenes, es también un requisito para la creación. Como sabía que su vida era la música, desde aquella noche de su infancia en la finca “Los Pajales”, mientras dormía escuchó una voz que le dijo que se fuera, que su futuro no estaba ahí; y como en la profecía bíblica, sale cual peregrino que solo lleva consigo la luz interior de la esperanza. Su primera estación es Hatonuevo, donde se gana los primeros pesos cantando en una parranda. Y prosiguen sus estaciones: Tocaimo, Codazzi, San Diego y Valledupar.
Leandro fue un hombre de fe, y en varias ocasiones le escuchamos decir: “Recuerdo que cuando mis hermanos lloraban, yo me ponía a cantar, algo interno me decía: Leandro, la vida sin fe en mí, no tendría sentido. Y me preguntaba, ¿Quién me habla? Y yo decía, es Dios, tiene que ser Dios. Por eso llevo la fortaleza espiritual aferrada a Dios. ¡Si hubiese visto a Dios no fuera tan amigo mío!”
Leandro Díaz era único e irrepetible. Su magnífica obra musical no admite comparaciones. Leandro era Leandro. No se parecía a nadie, y nadie se parecía a él. Nunca se dejó tentar por la ligereza de plagiar versos y melodías. Las nuevas generaciones de compositores vallenatos, deben aprender del maestro Leandro: además, de su sencillez y generosidad, la medida literaria y musical de sus canciones y su riqueza poética; porque la poesía, como la sonrisa del agua, es sempiterna primavera en los jardines del alma.

BLOG DEL AUTOR: José Atuesta Mindiola
Grande entre los grandes
Me gustaMe gusta
Varón dotado de humanidad, juglar inmortal Que. E. P. D.
Me gustaMe gusta