Por Donaldo Mendoza
El debate sobre el “Centro cultural de la música vallenata” está abierto. La viva voz, la prensa y las redes sociales están igualmente encendidas. No es para menos, y la noticia sí que lo amerita. Sobre lo ya dicho, quiero terciar en algunos aspectos que la magna obra pone en la escena del debate. He aquí mi punto de vista.
La Gobernación del Cesar, en cabeza de Luis Alberto Monsalvo, adjudicó el contrato para la construcción del Centro cultural de la música vallenata, por valor de 139 mil millones de pesos. Aquí ya hay el primer reparo, y unas preguntas: ¿Por qué esa obra no la realiza la Alcaldía de Valledupar?, ¿comprometer dineros de regalías que son para el Departamento no amerita una consulta previa a municipios y comunidades?, ¿no es un despropósito anunciar una inversión de semejante monto en medio de una emergencia pandémica que ha ahondado el hambre y la pobreza en todo el país?…
Las justificaciones para la construcción del Centro cultural bien pueden competir para alzarle un monumento a la falacia. Veamos, la primera: mostrar la ciudad (no el departamento) al mundo mediante la dinámica del turismo. Para demostrar que eso no es cierto, basta mirar lo que ocurre en Cartagena; esta ciudad está dividida en dos: una cara angosta de la ciudad turística, y la ancha franja de la ciudad marginal y pobre. En razón de que el turismo es una actividad básicamente privada, de empresarios que pagan impuestos, como pagamos todos los ciudadanos. Estimula un poco el comercio y el empleo en la ciudad, y nada más.
Segunda falacia: salvaguardar la música vallenata como patrimonio inmaterial de la humanidad. Falso. Si se quisiera hacer esa salvaguardia, habría que poner en primera línea de atención y estímulo a los compositores, intérpretes y demás artistas y trabajadores vinculados directamente a la promoción y difusión de la música vallenata. Ahí es donde habría que trabajar, y hacer la inversión. Hace poco vimos en noticieros nacionales de televisión al gran Turco Gil llorando y pidiendo auxilio a las buenas conciencias, para no cerrar su Academia, que es presente y futuro del “patrimonio inmaterial” de nuestra música.
Tercera falacia: ¿Por qué el Centro se hace en otra parte y no dentro del Parque de la Leyenda Vallenata, que aparte de ofrecer espacio suficiente (230 mil metros cuadrados) se le salvaría de su actual deterioro? La respuesta a esta pregunta la da Santander Durán Escalona: “Esta es una pelea de clanes políticos”. Que no es una mala obra, se nos dice, dado que es inversión social para disminuir el desempleo y la pobreza. Por favor, señor gobernador, la gente no es idiota ni analfabeta. La gente sabe bien que eso no es cierto.
La cuarta premisa no es una falacia, es algo peor; en efecto, el gobernador Luis Alberto Monsalvo parece que desconoce lo que ocurre en el departamento que supuestamente gobierna. Miremos dos ejemplos, entre un volumen enorme de necesidades. Cerca de Valledupar, en Bosconia, el colegio público “Eloy Quintero Araújo” se cae a pedazos y el acueducto acusa ruina. En Codazzi, el alcalde ha puesto en alquiler parte de la planta física del hospital “Agustín Codazzi” para paliar deudas, aparte de que los servicios que actualmente presta son los de un puesto de salud veredal. Y casi la totalidad del departamento, señor gobernador, padece de sed.
Última premisa: cada día son más los ciudadanos de Aguachica, segundo municipio del Cesar, que se unen a la campaña por la creación del departamento Sur Caribe. Porque, dicen, el centralismo de Valledupar tiene sumido en el olvido a la mitad (yo diría que todo) del departamento, desde Pailitas hasta la punta sur del territorio. Usted, señor gobernador, les da a esos ciudadanos de Aguachica la prueba reina del olvido, con una inversión descomunal (la del Centro cultural) que, si bien estimula el turismo en Valledupar, en nada contribuye para resolver los problemas mayúsculos de los 24 municipios restantes del Cesar.
Aunque este comentario se presenta como un punto de vista personal, lo cierto es que interpreta el sentimiento de mucha gente que quisiera hablarle al oído al señor gobernador Luis Alberto Monsalvo.

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