Por Donaldo Mendoza
Leí en El Pilón (19/06/2021) la columna titulada «Ambición de los hijos por las herencias», que firma el abogado y periodista Jairo Franco Salas, y que dejó de una pieza mi indignación, y lo mismo le ocurrió a mi esposa y mi hijo cuando les conté el contenido de la columna. Mi reacción fue sentarme a escribir este comentario, aprovechando la coyuntura del paro. ¿Y por qué esta circunstancia?
El paro nacional, de muy largo aliento, ha sido alimentado por la indignación ciudadana, especialmente de los jóvenes, por razones poderosas que claman justicia: reforma tributaria abusiva, hambre, desigualdad, asesinatos de líderes sociales, corrupción, etc. Razones todas que han unido a la mayoría de los ciudadanos, por primera vez, en apoyo del paro. Nunca habíamos visto tanta reacción solidaria en los colombianos.
Se me ocurre que ese sentido solidario quizás pueda aplicarse al caso particular y concreto que expone el abogado y periodista Jairo Franco Salas. Recapitulo: llegó a manos de este abogado el caso de una pareja de esposos, bastante mayores, que buscaban su asesoría. Los desesperados esposos le expusieron la infamia de que habían sido víctimas, por la ilimitada codicia de la hija mayor, quien bajo presión y chantaje obligó a sus padres a que, en vida, les escrituraran la casa, propiedad de la pareja; para ello, la hija contó con la complicidad del hermano menor, más ingenuo que malo. Vale decir que la edad de la hija no pasaba de los veinte, y el hijo apenas había cumplido los 18.
Ante el asedio, el anciano con la sumisa anuencia de su esposa, accedieron a escriturar, en vida, la casa a nombre de los dos hijos. Al otro día de firmada la nueva escritura, la codicia de la desnaturalizada hija conminó a los pobres padres, humillados ya y desamparados: «Somos los nuevos propietarios de la casa y tienen que desocupar». Sobrecogidos por esta brutal realidad, los dos ancianos se presentaron al gabinete del abogado, con una temblorosa pregunta: «¿Qué podemos hacer para recuperar la casa?», el sorprendido jurista les respondió: «Nada se puede hacer». Yo pienso que sí se puede hacer. Y el primer argumento fue la premeditada amenaza de la hija, al decir, para que su madre la oyera, que se haría a la casa “de cualquier manera”.

En mi ignorancia jurídica, le pregunté a Google sobre la ley que convierte en delito que los hijos abandonen o maltraten a sus padres, y esto me dijo (textual): «El Senado de la República aprobó este miércoles (19 abr. 2018) el proyecto de ley que señala que los hijos que maltraten o abandonen a sus padres, perderán el derecho a heredar sus bienes. … “El que abandone a sus seres queridos no tendrá derecho a heredar”, afirmó el senador Roy Barreras, ponente del proyecto».
Dios quiera que la Personería de Valledupar y/o los consultorios jurídicos de las facultades de Derecho se apersonen de este caso, a fin de sembrar un precedente. Aprovechar como estímulo la actual sensibilidad y solidaridad que ha despertado la actual protesta nacional. Que el paro no logre todo lo que se ha propuesto, es comprensible; pero en este caso particular la justicia tiene servida una oportunidad para mostrar su rostro humanitario.
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