LAS CANCIONES VALLENATAS, ENTRE LO NARRATIVO Y LO COMERCIAL

Luis Eduardo Acosta Medina | luisacosta_medina@ hotmail.com|

“Yo enseñé a mis canciones a conversar conmigo, ellas mismas me dicen que no las dé a grabar, porque recién salidas unos las oye cantar, y a los poquitos días las echan al olvido, yo a veces pienso grabarlas, pero ellas mismas no nos quie-ren, porque canción que se graba, esa es canción que se muere”.

El aparte transcrito corres-ponde a la canción titulada ‘Mis hijos y mis canciones’ de la autoría de Dagoberto López Mieles, incluida por ‘Poncho’ y Emilianito en su álbum titulado ‘Vallenato Nobel’ lanzado por la CBS en el año 1983, en esa can-ción afirma que sus cancio-nes cuando conversa con ellas le dicen que no las de a grabar porque se mueren, vino a mi mente esa canción a propósito de lo que hemos observado, que últimamen-te no se están grabando las canciones que dan cuenta de los hechos, anécdotas, y situaciones macondianas que suceden cotidianamen-te en nuestros pueblos.

Evidentemente, unas de las víctimas de la trivializa-ción que vive la música va-llenata en su proceso de bús-queda “de nuevos sonidos y de evolución” son las cancio-nes cuyas letras permitían conocer los relatos de lo que pasaba en los pueblos, ya eso no le interesa a nadie, y lo justifican diciendo que “esta-mos en otros tiempos”, es de-cir, que el discurso monote-mático del amor y el desamor obliga a uniformar lo que se está cantando, así como han uniformado la melodía de las canciones al extremo que ya el acordeón se está vol-viendo intrascendente en la interpretación de los discos; seguramente, quienes están aplaudiendo este desastre di-rán que pretendemos que los

muchachos hagan canciones, toquen y canten como Calix-to y Juancho Polo, la vaina es más seria, lo que está en peligro por todos los frentes, es la música vallenata tra-dicional, por andar haciendo locuras está Cayendo en la mediocridad.

¿He conocido bellísimas canciones, cuyas letras con-tienen interesantes relatos de historias dignas de ser conocidas por el público pero que mueren en la tarima du-rante los concursos de can-ciones inéditas porque a na-die les interesa grabarlas, y a las disqueras el tema no les importa, se dice que eso no se vende, a lo cual respondemos con este interrogante, quien compra lo que no se le ofrece? ¿Quién consume lo que no conoce?

Este tema merece una reflexión porque esto no va a terminar bien, hemos em-prendido un camino lleno de atajos espinosos, el resultado de esto comienza a eviden-ciarse, cada vez el vallenato se está escuchando menos en las grandes ciudades del país, mientras avanza la aceptación del público de la llamada música popular, uno no se puede seguir engañan-do al respecto, es cierto que el género vallenato se man-tiene como el más vendedor, y el más representativo, pero es inocultable que está per-diendo terreno por andar copiando tonterías de otros ritmos, en lugar de ser ellos quienes copien de lo nuestro.

Hoy recordamos canciones como ‘El encuentro con Si-món’ un paseo de la autoría de Julio Oñate Martínez en el cual relata con lujo de de-talles su encuentro casual con Simón Salas, que se acercó a donde este se encontraba, atraído por la dulce melodía que desplegaba quien resul-taría ser, sobrino de La Vieja Sara, Primo de Emiliano y compadre de Rafael; también recordamos ‘Los altares de Valencia’ o ‘El Padre Pachito’ en la cual Calixto Ochoa dice que ya no se puede confiar ni en los curas, porque el pá-rroco de la iglesia de Valen-

cia de Jesús había sido sor-prendido cuando pretendía transportar en un camión los coloniales altares del templo, y los chismosos del pueblo gritaban en coro que “A venderos era que iba”, ese tema musical, y después de haberse desvirtuado las ma-las intenciones del prelado obligó al Negro Cali a hacer una canción entonces de desagravio al cura, la cual título “Perdóneme padre” en la cual le hace saber que fue asaltado en su buena fe, y en uno de sus apartes dice lo si-guiente:

“Hoy tengo que confesar-me pa sacarme este pecado, porque hable mal de un pa-dre siendo un hombre tan honrado, por culpa de un co-mentario yo tuve que hacer un disco, y hoy se que todo era falso lo que decían de Pachito, quiero que la gente sepa quién es el Padre Pa-chito, y que no sigan creyen-do lo que dije en aquel dis-co… Perdóneme padre si de mi reciente, ya que voy pa el valle pa que me confiese”.

Así como las menciona-das, las hay como hormi-guita cabezona en Cueva honda, como La custodia de Badillo, El Cristo de Mariangola, El Cachaqui-to del Copey y el de Ma-riangola, El Siniestro de Ovejas, y cien más.

Luis Eduardo Acosta Medina

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